THE OBJECTIVE
Marta Martín Llaguno

Jóvenes 'ni-ni-ni'

«Una de cada cinco personas menores de 30 años, a pesar de tener empleo, se encuentra sumida en la pobreza o en riesgo de exclusión social»

Opinión
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Jóvenes ‘ni-ni-ni’

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Sudando en plena canícula (con ese sopor añadido que brinda la lamentable decadencia del panorama político), muchos españoles andan completamente desconectados del trajín público. Hacen bien.

En medio de esta modorra, no resulta sorprendente que apenas haya tenido eco la conmemoración del Día Internacional de la Juventud. Para aquellos que han pasado por alto esta efeméride, me permito hacer un resumen conciso. La onomástica, instaurada en 1999, se celebra cada 12 de agosto y en ella la ONU organiza actividades para poner en la agenda políticas públicas. La campaña de este año se ha centrado en resaltar «la capacidad de recuperación, ingenio y liderazgo de los jóvenes», así como en fortalecer sus «aptitudes ecológicas» para construir «un mundo más sostenible». Siempre haciendo hincapié en la «representación significativa» de jóvenes que pertenecen a grupos como «discapacitados/…/ mujeres y chicas, indígenas, refugiados, migrantes y personas LGBTIQ+».

Todo muy verde, inclusivo y etéreo, pero, al parecer, bastante distante de los problemas reales que afectan a los españoles. Y es que, hacia finales de julio, en medio del fervor electoral, el Consejo de la Juventud publicó una encuesta que recogió las opiniones de 6.200 jóvenes acerca de los desafíos actuales en la política. La vivienda (con un 74%) ocupó el primer lugar, seguida de las condiciones laborales (con un 67%) y la salud mental (con un 46%). La crisis climática y la promoción de la igualdad, vaya sorpresa, quedaron relegadas en el ránking.

El mismo Consejo presentó el pasado viernes datos de su Observatorio de la Emancipación. Los números son desoladores. En promedio, los españoles logran independizarse a los 30,3 años (la cifra más alta de la última década) y, si trabajan, deben destinar un 83,7% de su salario anual para costear un alquiler en solitario. Lo más alarmante es que una de cada cinco personas menores de 30 años, a pesar de tener empleo, se encuentra sumida en la pobreza o en riesgo de exclusión social.

«No sorprende que un 60% de los jóvenes manifieste sentirse desconectado del sistema político»

Mientras la ONU despliega sus campañas y su retórica se expande, aquí la inflación no da tregua, la educación ya no es ese ascensor social infalible y el mercado laboral se encuentra en una situación de estancamiento. En medio de esta coyuntura, en España se destinan recursos comunes a la adquisición de bonos culturales para captar voluntades, los impuestos se comprometen para financiar promesas electorales, y algunos pueden llegar a hipotecar, también económicamente, el país para asegurar su permanencia en el poder. No es de sorprender, por tanto, que un 60% de los jóvenes manifieste sentirse desconectado del sistema político. Realmente, este porcentaje me parece incluso poco.

Mientras asimilaba, preocupada, los datos en estos días, me vino a la mente una columna que escribí en 2014 sobre la generación ni-ni-ni. Hace ya una década, comenzó a inquietarme la falta de motivación que percibía en los alumnos de primer año de carrera. A diferencia de generaciones anteriores, que anhelaban aprender para el mundo laboral y ser jasp (jóvenes sobradamente preparados), las nuevas generaciones estudiaban «para la nota» y «el título» sin mucho interés ni curiosidad. Después de la crisis de 2008, se produjo un cambio: los jóvenes aparecían desconectados y apáticos, y cada vez más chicos y chicas acudían a las aulas solo por cumplir un requisito inútil pero inevitable, sin mucha esperanza ni ambición.

Y eso que aún no habíamos atravesado la pandemia con su hiperdigitalización y su explosión de pantallas, ni los estudiantes habían experimentado los impactos mentales que conlleva. Así que mi hipótesis sostenía que la desafección tenía su origen en el contexto sociolaboral: estas generaciones, con 1,6 millones de ninis, se enfrentaban a un desempleo juvenil superior al 20% (una cifra que ahora asciende al 22%) y a la imposibilidad de trazar un camino hacia una vida independiente, con o sin carrera universitaria.

«Los problemas de los jóvenes ya no resultan atractivos ni siquiera comercialmente»

En aquel entonces, en medio de la desazón, me permití un toque de humor. Resulta que en ese año, la marca de preservativos Control decidió lanzar la campaña Nidito de amor, ofreciendo a los jóvenes la posibilidad de ganarse un año de alquiler gratis. ¿Por qué? Porque un estudio afirmaba que un 93,5% de los jóvenes españoles sentía que vivir con sus padres afectaba negativamente sus momentos de pasión y les impedía tener relaciones sexuales. ¡Cómo no iban a sentirse deprimidos y defraudados!

Así que, ante la incredulidad de que las políticas cambiaran las cosas a corto plazo, y con el problema demográfico que ya teníamos, lancé un llamamiento a los padres. «Queridos padres y madres: llega la primavera, que la sangre altera. Les ruego, en nombre de mis estudiantes y de todos los jóvenes en general, que salgan. Y mucho: al cine, a la playa, a pasear, a disfrutar de la ciudad. Pero no por un instante, sino por un buen rato. Procuremos, al menos, evitar que aquellos que lo deseen, no tengan que soportar el tercer ni».

Aquí estamos, más de una década después, observando cómo las cosas no han mejorado precisamente. Los jóvenes, cuyos problemas ya no resultan atractivos ni siquiera comercialmente, se enfrentan a una realidad que apenas ofrece esperanza.

Por eso, si tienes hijos jóvenes, por favor, sal de casa, disfruta de la vida y del verano…. Y permíteles a ellos disfrutar un poco también…

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