THE OBJECTIVE
Álvaro del Castaño

Cuesta abajo y sin frenos

«La única solución pasa por un entendimiento de los dos grandes partidos que aleje interferencias y consolide la democracia y las instituciones»

Opinión
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Cuesta abajo y sin frenos

Leopoldo López, líder de la oposición venezolana | EuropaPress (Montaje)

Hoy voy a cometer un plagio amistoso, voy a fusilar las ideas de un informe preparado por mi amigo Leopoldo López, el héroe de la oposición Venezolana. El autor es un antiguo alcalde caraqueño que estuvo cuatro años en encarcelamiento solitario y que consiguió huir de su refugio posterior en la embajada de España en Caracas gracias a su valentía, arrojo y creatividad. Pero no voy a contar su increíble historia personal, puesto que esto lo acaba de contar Javier Moro en un interesantísimo libro biográfico recién publicado, «Nos Quieren Muertos». Lo recomiendo.

Hablo de Leopoldo porque quiero llamar la atención sobre un informe que acab de escribir para el Woodrow Wilson International Center for Scholars de Washington (del que es «policy fellow»), llamado «Retando a la Autocracia desde las Trincheras (o desde el frente)». El informe me ha parecido verdaderamente sorprendente porque vamos «cuesta abajo y sin frenos». 

«La democracia era el futuro y se consolidaba en el presente. No había alternativa»

Mi generación (1968), y las generaciones posteriores hasta principios del siglo 21, crecimos cabalgando una ola de ímpetu democrático en todo el mundo. Era una onda contagiosa expansiva que parecía imparable. Vimos caer el muro de Berlin, las dictaduras ibéricas y la griega, la turca, las dictaduras iberoamericanas (Paraguay, Chile, Argentina, Panama etc.) y la aparición de nuevas y sólidas democracias en el sudeste asiático (Corea y Taiwan), e incluso la tímida incorporación de Rusia y sus satélites al sufragio universal. La democracia era el futuro y se consolidaba en el presente. No había alternativa.

Sin embargo, el análisis que realiza Leopoldo es una carga de profundidad en toda la médula de esta convicción. Su conclusión es que hay una tendencia global hacia el autoritarismo en la última década. ¿Pero esto cómo se mide esto? Muy fácil, en 2022 un 72% de la población mundial vivía bajo algún tipo de régimen autocrático, mientras que en 2012 era del 49%. Ahora mismo solo hay en el mundo 34 democracias reales, que cuentan nada más que con el 13% de la población mundial. En Africa solo el 7% vive en un país libre. En Asia-Pacífico es el 5% y en Oriente Medio nada menos que el 4%. La última década, con el auge de la influencia China y Rusa, sobre todo en Iberoamérica y Asia, ha sido particularmente aciaga, coincidiendo con un debilitamiento de la libertad de expresión que es el pilar de cualquier democracia. 

El auge de las autocracias no es un movimiento espontáneo, es algo buscado por los países autoritarios de todo el mundo, independientemente de su ideología, actuando en sincronía. La lucha actual no es la confrontación de izquierdas contra derechas, sino de demócratas contra autócratas. Las autocracias se han unido para promover su codicia y hambre de poder, debilitando las democracias con enormes inversiones en activismo en redes sociales y regando con dinero a movimientos políticos afines y medios de comunicacion financiados por ellos mismos. Su objetivo es muy sencillo, desestabilizar nuestras democracias (véase en España la intromisión rusa en apoyo a la causa nacionalista catalana).

«Para conseguir sus objetivos las autocracias tienen a su disposición un enorme arsenal que no dudan en utilizar de manera sincronizada»

Las autocracias, que pueden tener apariencia de democracia (caso de Venezuela que tardó casi 14 años de Chavismo hasta ser considerado un régimen autocrático), están plagadas de lo que el periodista venezolano Moisés Naím llama las 3 «Ps»: Populismo, Polarización y Post-verdad. Para conseguir sus objetivos las autocracias tienen a su disposición un enorme arsenal que no dudan en utilizar de manera sincronizada. Del otro lado, las democracias y los activistas pro-democracia, no pueden jugar sucio y compiten en total desventaja sufriendo los despiadados embistes de los tiranos. Como decía el New York Times en un artículo del 2022 «los movimientos no-violentos tiene mas posibilidades de fracasar hoy que en cualquier otro momento desde 1930». 

En su informe, Leopoldo enumera una larga lista de instrumentos que las autocracias tienen a su disposición: cooperación militar (ayuda bielorrusa a Rusia en Ucrania, Rusia al régimen sirio, y cubano al venezolano), financiación de actores no gubernamentales que cooperan en intereses comunes (como el ahora famoso grupo Wagner, o el apoyo de Hezbolá o las guerrillas colombianas al régimen corrupto de Maduro), cooperación en la represión tecnológica de sus disidentes (China es el mejor ejemplo), redes cleptocráticas donde los regímenes utilizan los medios del estado para enriquecerse ellos y sus entornos mas cercanos (caso de Venezuela con el narcotráfico, el petróleo etc.), relaciones económicas privilegiadas entre organismos de los países autoritarios (petróleo venezolano a Cuba a cambio de apoyo logístico y militar), evasión de sanciones gracias al apoyo entre las autocracias afectadas (Irán y Venezuela), utilización de la inmigración como arma desestabilizadora de las democracias (Siria y Europa, Marruecos a España), cooperación diplomática entre ellos (ONU para bloquear iniciativas por derechos humanos), represión interna y transfronteriza (cooperación para reprimir en otros países), y como último artefacto bélico de la autocracia, la destrucción de la democracia interna y de los equilibrios internos (justicia, constitución, control de las redes sociales, y desaparición de la libertad de expresión).

Es obvio también, y esto ya es reflexión mía, que hay un cierto hartazgo con la democracia, típico de las sociedades desarrolladas ricas, que las autocracias explotan a su favor. La democracia ha aupado al poder a personajes mediocres y codiciosos, sujetos sin principios morales inundan el discurso político de mentiras donde los hechos no importan, los nacionalismos están injustamente sobreponderados en su representación democrática, desespera la idea de que «la mayoría tiene razón», los políticos confunden democracia con estatalización de la sociedad e invasión del estado de todos los ámbitos, el ejecutivo ha invadido los otros poderes, se imponen políticas minoritarias como nuevas religiones, y ha habido un crecimiento de populismos democráticos que provocan una enorme reducción de la calidad de la democracia y de las instituciones. Todos estos factores provocan la búsqueda entre los votantes insatisfechos de soluciones fáciles a problemas complejos. Los autócratas los saben y explotan estas debilidades utilizando las citadas armas.

«Tenemos que abandonar las diferencias ideológicas que dividen a las sociedades demócratas para luchar contra un enemigo mayor»

Contra este despliegue de arsenal autocrático la mejor solución, según Leopoldo, es la creación de lo que él denomina la «Alianza para la Libertad» (Alliance for Freedom), una especie de OTAN de la libertad que una a todos los activistas pro-democracia en el mundo bajo el manto protector formal de una organización transnacional que tenga los recursos y los políticas activas para enfrentarse cara a cara a las autocracias. Tenemos que abandonar las diferencias ideológicas que dividen a las sociedades demócratas para luchar contra un enemigo mayor.

Gracias a este informe y sus conclusiones, entendemos lo esencial que es volver a cuidar nuestra propia democracia en España, nuestras instituciones, la calidad de nuestros representantes, las formas y la buena educación política, la búsqueda de grandes consensos entre los grandes partidos, con el objetivo de evitar las citadas tres «P» de Moisés Naím. Piensen en la situación actual de la política española, con la democracia en manos de sus peores enemigos, algunos apoyados y subvencionados por autocracias y movimientos distorsionadores. La única solución pasa por un entendimiento de los dos grandes partidos que aleje interferencias y consolide la democracia y las instituciones. A más consenso, mayor calidad democrática y menos riesgo de autocracia.

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