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Puigdemont romperá la baraja

«Lo de Puigdemont, esa especie de neocarlismo irredento y ruralizante, no tiene nada que ver con la burguesía»

Opinión

Carles Puigdemont. | Europa Press

  • Gallego practicante pese a residir desde la tierna edad de 5 años en Barcelona, ciudad donde se licenció en Económicas. Ha sido editor de El Correo Financiero además de colaborar en distintas etapas, entre otros medios de comunicación, en COPE, ABC, Es Radio, El Mundo y Libertad Digital.

La simple comparación entre las respectivas apariencias externas, sin necesidad de apelar a otras fuentes adicionales de información, de Francesc Cambó, el fundador de la Lliga, y Carles Puigdemont, el guía espiritual de Junts per Catalunya, debería servir ya para deshacer el equívoco, tan extendido entre las élites políticas madrileñas, a propósito de la mítica burguesía catalana. Y es que basta con verlos, solo con verlos, para darse cuenta, siquiera de modo intuitivo, de que Puigdemont y lo que él representa no tiene nada que ver con la legendaria burguesía autóctona. Lo de Puigdemont, esa especie de neocarlismo irredento y ruralizante, no tiene nada que ver con la burguesía, entre otras razones, porque tal clase social dejó de existir hace mucho tiempo en tanto que grupo social con alguna relevancia mínimamente significativa en el devenir de los hechos colectivos. 

Al respecto, el fin del proteccionismo, acontecimiento que vino a coincidir en el tiempo con la extinción física del general Franco, supuso su propio ocaso definitivo. Desde entonces, los nietos y bisnietos de las grandes sagas familiares que hicieron la Revolución Industrial en España se dedican, en el mejor de los casos, a regir negocios de hostelería orientados al turismo; en el peor y más frecuente, a ejercer de simples rentistas inmobiliarios Airbnb mediante. Y eso hay que entenderlo, hay que entenderlo bien. Porque si no se entiende eso, no se entiende Cataluña. Hace 95 años, la Lliga de Cambó, partido político que sí encarnaba la expresión política de los intereses corporativos del gran empresariado industrial catalán de cuando entonces, contaba con una base electoral propia, completamente distinta y distante del universo de pequeños tenderos, empleados de comercio y agricultores con parcelas en arriendo que, juntos, integraban a su vez la clientela más fiel de la Esquerra. Al punto de que no resultaría demasiado exagerado hablar de chisteras frente a alpargatas. 

«Hoy, la clientela de Junts y la de Esquerra resultan indistinguibles e intercambiables desde el punto de vista sociológico»

Pero, al igual que sucedió con la burguesía local, aquel mundo de grandes diferencias de clase entre catalanes autóctonos también desapareció. Hoy, la clientela de Junts y la de Esquerra resultan indistinguibles e intercambiables desde el punto de vista sociológico; en esencia, unos y otros son lo mismo. El mercado político del independentismo catalán constituye un duopolio en el que el principal incentivo de cada una de las dos marcas que se reparten a los consumidores consiste en tratar de hacer lo posible para  conseguir que sus competidores desaparezcan del mapa. En tal contexto, el de la lucha permanente entre Junqueras y Puigdemont por apropiarse de la base electoral del otro, es en el que hay que leer esa última declaración institucional del Parlament, la que vincula de modo insoslayable el eventual apoyo a la investidura de Sánchez a que el PSOE  desbloquee la vía jurídica para celebrar un referéndum. 

Algo que el PSOE no va a hacer. Y no porque Sánchez resulte ser más o menos patriota en el plano personal, asunto en el fondo secundario, sino porque su electorado en Cataluña, ese mismo electorado que premió al PSC con 19 diputados en julio, no se lo permitiría. El Gobierno consiguió salvar los muebles en las urnas cuando todos lo daban por muerto únicamente gracias al PSC. Pero es que el PSC arrastra un problema con sus votantes tradicionales, a saber: que ya no le son fieles por sistema como había sucedido durante décadas a partir de la Transición. Y quien mejor lo sabe es Miquel Iceta, el verdadero negociador en la sombra con Puigdemont. Porque fue el mismo Iceta, en su época como número dos del PSC y después ya como líder, quien avaló introducir la autodeterminación, hasta entonces un tabú, en el programa de los socialistas catalanes. Pero no sólo la introdujo él sino que también pudo constatar después, y en persona, cuáles fueron las consecuencias. 

Así, en 2012, el PSC añade la siguiente declaración oficial en su programa político: «Manifestamos nuestro convencimiento de que los ciudadanos y las ciudadanas de Cataluña deben decidir libremente sobre cualquier propuesta de cambio substancial de las relaciones entre Cataluña y España, acordada entre las instituciones catalanas y españolas, a través de un referéndum, en el que se plantee una pregunta clara, a la que se deba responder de forma inequívoca, aceptando o rechazando el proyecto sometido a consulta». Bien, pues el resultado fue que el PSC se desmoronó en las urnas, literalmente se desmoronó, a partir de entonces. Y decía que Iceta tiene que recordarlo bien, aunque solo fuera porque el candidato que se estrelló tras asumir los socialistas catalanes la consigna central de los separatistas fue él mismo. Sí, en los comicios autonómicos de 2015 y 2017, en los que el autodeterminista Iceta encabezó la lista del PSC, los socialistas cosecharon los peores resultados de toda su historia, ¡de toda su historia! Por ellos, quizá cederían, pero es que no pueden. Puigdemont romperá la baraja.

17 comentarios
  1. Manzaneque

    me ha gustado el artículo

  2. danif

    Los políticos catalanes están negociando para mejorar su situación procesal y personal y para asentar un régimen clientelar en beneficio suyo e ignorando los problemas de los catalanes.Y su lema «La independencia nos hará ricos, aunque no a todos»
    Al PSC como al resto de políticos catalanes , especialmente del montón » sin oficio» la clave son los sueldos..
    El “ Procés” ha acabado siendo la aventura más ruinosa para la población, cuyos únicos beneficiarios son sus dirigentes , asesores , altos cargos y receptores de recursos . A ellos les prima la economía a la ideología ya que no tienen otra actividad profesional o económica que les cubra su nivel de vida actual. El interés general y los principios democráticos les son ajenos. Estoy convencido de que no necesitan el procés sino los sueldos que les proporciona . Si les dieran la independencia huirían ya que carecen de competencia para gestionarla y recursos para financiarla.! Acabaría con ellos!

  3. Ciudadano_Keith

    Si hay que ponerse serios, se ha de reconocer que el sueño húmedo de los independentistas es tener a un gobiernillo del PP en Madrid mirándose el ombligo.

    ¿Y porqué tienen ese sueño húmedo? Porque pueden justificar, a su manera, que Franco se ha escapado de la nueva morada y está fusilando por la Diagonal a todo el que habla catalán y eso ha de combatirse. Sonará crudo, impertinente incluso, pero están buscando un muerto como sea y, si se puede elegir, que lo sea a piolinazos (en donde el PP ya tiene tablas) a que lo fuese con el camarada delincuente progresista en el poder. Quedaría muy poco formal.

    El muerto aún está cocinándose y como mucho, a día de hoy, sólo han conseguido tener a la señora a la que le rompieron los dedos y le sobaron las tetas (según ella, yo no estaba). Y eso, internacionalmente, deja que desear para poder pedir un camión de bombas atómicas.

    Está fastidiado el asunto: un muerto o ir sacándole lonchas de cuatro dedos al PSOE (al que se la suda, pues las pagamos nosotros). ¿Qué haría Ud? Eso es lo que hará «puchi».

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