THE OBJECTIVE
Javier del Castillo

No es lo mismo

«La amnistía, a fuerza de disfrazarla y de ocultarla bajo el manto de una España generosa y dialogante, se quiere transformar en un recurso necesario»

Opinión
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No es lo mismo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Aunque lo parezca, no es lo mismo decir que Feijóo ganó las últimas elecciones generales que decir que las elecciones las perdió Sánchez. El primero las ganó, pero no obtuvo recompensa por la victoria, mientras que el segundo está a punto de conseguir revalidar la continuidad en el poder, pese a la derrota. Todos sabemos que tampoco es lo mismo decir que se concederá una amnistía a los sediciosos, malversadores y prevaricadores del 1-O, en lugar de aplaudir los nuevos cauces para el diálogo y el acuerdo en Cataluña

La única manera de vencer la resistencia de quienes critican de forma contundente la concesión de la amnistía al prófugo Puigdemont, antes incluso de ser juzgado, es negar la mayor y repetir las veces que haga falta que España necesita un gobierno progresista, construido desde la concordia. Un gobierno socialista y de progreso, aunque no lo parezca. Un gobierno dialogante, que denuncia la incompatibilidad de la oposición con los avances sociales, mientras se deja apuntalar por independentistas y nacionalistas de derechas y recibe la aprobación y el aplauso de los herederos de una banda terrorista.

Mientras va calando en la opinión pública este relato diseñado por Moncloa y el término progresista se lo apropia en exclusiva quien está dispuesto a gobernar arropado por la desigualdad y los privilegios de unas minorías, la derecha no termina de encontrar un discurso convincente que contrarreste la agitación y propaganda orquestada por Sánchez y sus hombres de confianza. Ni siquiera Feijóo es capaz de sortear las contradicciones más elementales, como hace Sánchez. 

Se puede decir una cosa y la contraria, pero esos cambios drásticos de opinión de Sánchez son necesarios, porque así lo demandan las circunstancias. Si antes era mejor pedir la extradición y detención de Puigdemont, ahora es oportuno y obligado atender sus reivindicaciones y demandas.

«El término progresista se lo apropia en exclusiva quien está dispuesto a gobernar arropado por la desigualdad y los privilegios de unas minorías»

Y lo peor de todo, una vez colocado el nuevo relato, es que ya no hay oposición interna que valga. Todos a repetir como loros un mismo argumentario, siguiendo las instrucciones recibidas por la autoridad competente. Ni una sola voz discordante, salvo aquellas que permiten adivinar cierta controversia, pero sin mayores consecuencias (ejemplo, Emiliano García-Page). 

La amnistía, a fuerza de disfrazarla y de ocultarla bajo el manto de una España generosa y dialogante, se quiere transformar en un recurso necesario. Lo mismo que los indultos, lo mismo que la derogación del delito de sedición y lo mismo que la reducción de penas para delitos de malversación cometidos en el desempeño de la actividad política. ¿Cómo estaba hace seis años Cataluña y cómo está ahora?, que diría Sánchez. ¿Cómo está ahora el País Vasco y cómo estaba antes?, que diría Patxi. Por consiguiente, aceptemos la máxima de que no hay mal que por bien no valga. O, si lo prefieren, es prioritario complacer a quienes van a ser sus socios y aliados.

No es lo mismo, como comentaba al principio de esta reflexión, reconocer que Feijóo ganó las elecciones, que intentar convencer a algunos de que las perdió Sánchez. Porque, de tanto escuchar al presidente del Gobierno en funciones repetir que los españoles apostamos el 23-J por la continuidad de un gobierno progresista y dialogante (solo con quien le interesa), no me extrañaría nada que acabaran convenciéndonos de que en realidad las perdió Feijóo, con 15 diputados más que su adversario.

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