MyTO

Librarse de los nacionalistas

«Cataluña, como el País Vasco, es algo más que los nacionalistas. Hay mucha gente que tiene fe en la democracia para convivir, prosperar y ser libre»

Opinión

Ilustración de Alejandra Svriz.

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

Lo preocupante de esta España inestable y caótica, que pende de un hilo indepe, es la pérdida de lo que Jacques Maritain llamó «credo secular» de la democracia. El francés se refería en su obra El hombre y el Estado (Ediciones Encuentro, 2023) al conjunto de ideas y prácticas compartidas entre las distintas opciones políticas. Dicho acervo común permitía la convivencia en paz y libertad aunque se disputara el poder en las urnas y en las instituciones. Hoy en nuestro país es evidente que ese «credo» basado en el espíritu de la Transición y la Constitución como contrato se ha roto en mil pedazos y no hay manera de recomponerlo. El sanchismo ha abrazado a los rupturistas tan fuerte que se han fundido en un solo cuerpo con varias cabezas.

En ese «credo» común Maritain mencionaba principios inexcusables como el respeto a la verdad y a la dignidad humana, la defensa de la libertad, el mantenimiento de la fraternidad, y la moralidad de la vida pública. Esos valores deberían ser la guía de los dirigentes políticos -con sus fallos y delitos, ya, porque son humanos, pero corregibles o sancionables- para concitar un mínimo de confianza del pueblo en el sistema político y transmitir la importancia de la convivencia democrática.

Algún precipitado dirá que esto es realismo mágico, pero no es así porque la ruptura de ese credo ocurrió en la Europa de entreguerras y favoreció el auge del totalitarismo, como demostró Juan José Linz hace 40 años. Allí donde se quebró la democracia fue por obra y gracia de lo que Maritain denominó «minorías proféticas de choque». El francés se refería a esos grupos políticos que llamaban a la violación del Estado de Derecho y al desprecio al credo común para imponer su fórmula «salvadora». En cambio, allí donde se mantiene ese «credo» sobrevive la democracia, como en el Reino Unido, Estados Unidos o Suecia, en Francia desde la V República, en Alemania desde 1949, en la Italia republicana, o en nuestro vecino Portugal a partir de la Revolución de los Claveles.

«Ese llamamiento a vulnerar el credo común puede ser directo, como hacen Podemos y los nacionalistas, o indirecto, como el PSOE»

Esa «minoría profética» se puede distinguir perfectamente en la política española. Son esos que llaman a violentar la legislación desde la oposición, e incluso estando en el Gobierno, y tras colonizar el Estado, las instituciones judiciales y el Tribunal Constitucional. Ese llamamiento a vulnerar el credo común puede ser directo, como hacen Podemos y los nacionalistas, o indirecto, como el PSOE de Sánchez. Me refiero a los que esconden un interés privado hablando de «progresismo», al tiempo que, de manera indigna, como un totalitario de medio pelo, tosco y bufón, dicen que hay que desjudicializar la política; esto es, patear el Estado de derecho para quedarse en el poder.

La maniobra espuria y rupturista de esta «minoría profética» debería ser despreciada mayoritariamente por los ciudadanos, pero no es así. Todo lo contrario. La jalean y la votan con tal de que no gobierne el adversario, que resulta ser el constitucionalista, no el que pone en cuestión el «credo común», esto es, las reglas de vida democrática. El hecho es de una anormalidad peligrosa.

En una democracia normal la mayor parte de la ciudadanía tendría esa «fe secular» de la hablaba Maritain, y habría dado la espalda al PSOE. Sin embargo, nuestro sistema político ha construido «ciudadanos» que han asumido el feminismo y el ecologismo como religiones seculares, al modo marcado por Rousseau, al estilo de un nuevo culto civil obligatorio. Hay muchos ejemplos que lo ilustran.

Sin embargo, no ha pasado lo mismo con las costumbres democráticas y el respeto a los derechos de los demás, a no ser que sea su identidad sexual. Solo así se entiende que la mayoría acepte la exigencia de los independentistas de decidir en un referéndum los derechos de todos los españoles. Dicha aceptación no es extraña. De hecho los propagandistas del sanchismo tienen la desvergüenza de hablar de «heridas abiertas de Cataluña» para referirse a la represión legal del golpe de Estado de 2017. Ni fue «Cataluña» entonces ni lo es hoy. Fueron entonces «minorías proféticas» cuyos partidos, ERC y Junts, han sido relegados a la cuarta y quinta posición electoral.

«Muchas personas no quieren vivir bajo el temor al rodillo nacionalista, a esa bota totalitaria, oligárquica y empobrecedora»

Chesterton escribió que la superstición de la democracia es la peor de todas las supersticiones, porque hace creer al incauto que el número es más importante que el mantenimiento de la libertad. Ya, pero mucho peor es el cansancio de los que aún creemos en la necesidad de un «credo común».

Es por esto que cada vez se oyen más voces que ahondan en la indiferencia, en que da igual que se celebre un referéndum de independencia. Son esos que tras sufrir la humillación de ver indultados a golpistas y malversadores entienden la amnistía como la segunda parte inevitable del negocio de unos pocos. Me refiero a los que se han quedado solos defendiendo el «credo común» de la Transición, esos mismos que hablan de consenso a un PSOE que se burla de la propuesta mientras pacta con los rupturistas. Hablo de los que están tan hartos de los insultos y la irracionalidad que acompaña a todo nacionalista que prefiere que se salgan con la suya y quitárselos de encima.

No obstante, no hay que olvidar que Cataluña, como el País Vasco, es algo más que los nacionalistas. Que hay mucha gente que sostiene ese «credo común» porque tiene fe en la democracia para convivir, prosperar y ser libre. Personas que no quieren vivir bajo el temor al rodillo nacionalista, a esa bota totalitaria y arcaizante, oligárquica y empobrecedora, al que este PSOE legitima todos los días. Merece la pena resistir a la matraca progresista y nacionalista. Siempre.

26 comentarios
  1. Thefreedomman

    «La acción no surge del pensamiento,sino de una disposición hacia la responsabilidad.» (Dietrich Bonhoeffer) Si aceptamos seguir siendo un rebaño,no asumiendo nuestra responsabilidad como ciudadanos libres,pues cualquiera puede gobernar como le plazca,y con quien le plazca,la sumisión tiene trágicas consecuencias a todos los niveles,a Bonhoeffer le costó su propia vida contra la tiranía nazi,su argumento de poner palos en la rueda es muy actual en la situación que vivimos como sociedad,se empieza desde abajo,tomando conciencia de lo que está en juego, Nación,Constitución,Libertad, Justicia,y Solidaridad,si esos pilares se resquebrajan toda consecuencia trágica es posible,así que debemos asumir nuestra responsabilidad y exigir a todo el que se asume un cargo sea responsable de los actos que comete,políticos,jueces, periodistas,y toda la sociedad civil en general tiene que defender lo que es de todos,poner eso en venta a cualquier precio no es solución de nada,al contrario,nos retrata ante los ojos de la Historia, con la Guerra Civil ya fue suficiente, y la Transición fue la mejor arma para enterrar nuestro cainismo,si alguien quiere regresar al pasado que sea consciente de sus actos y desiciones.

  2. Dersu

    Dos terceras partes de los catalanes están en desacuerdo con los nazis separatistas y no son violentos.
    Dos terceras partes de los vascos no son filoterroristas directamente y no son violentos.
    Votantes del sanchismo, en una encuesta hace pocas fechas en Andalucia , dicen : «prefiero que robe el psoe y haga lo que quiera a que gobierne la derecha.
    El miedo y la estupidez son magníficos aliados de la gentuza filoetarra, separatista y sanchista.
    Lo podemos dar mil vueltas pero hasta que no venzamos el miedo y los estúpidos salgan de su nadería, no hay nada qué hacer.

  3. Camionero1954

    Sánchez está loco además de ser un psicópata carente de empatía.
    Hay dos momentos en que lo demuestra :
    – En la rueda de prensa tras perseguir a Biden durante unos segundos intentando entablar conversación con él que ni giró la cabeza.
    En aquella rueda de prensa tras la persecución a Biden, Sánchez dijo que habían hablado del cambio climático, de China y muchas más cosas lo que demuestra que alucina y delira. Una persona cuerda se avergonzaría de una mentira tan burda.
    -La Segunda vez que me pareció un loco de atar ocurrió en los primeros minutos del debate con Feijoo.
    Las caras, los gestos, la actitud corporal eran de un tipo totalmente zumbado.
    Este demente perverso no puede seguir en el poder y acabar con España por sus pulsiones entregándola a su peor enemigo: el independentismo golpista y supremacista.
    Los partidos que quieren destruir España deberían ser ilegales como en la mayoría de los países de Europa.

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