Entre dos fuegos: Israel y Belarra
«Pedro Sánchez ha abducido a la casi totalidad de los ministros socialistas. Pero como los escaños de Podemos empiecen a tambalearse ante la investidura…»
Cuenta Ketty Garat, y la creo, que Zapatero podría ser el mediador con los independentistas catalanes para lograr que apoyen a Sánchez en su investidura. No me sorprende, ZP es el perejil de todas las salsas, por utilizar la definición que hace Aitor Esteban de Yolanda Díaz. Pero en este caso se trata del perejil de las peores salsas. Empezando por su papel de defensor de dictadores latinoamericanos y también por su pertenencia al Grupo de Puebla del que forman parte presidentes elegidos democráticamente pero que en algunos casos se han convertido en gobernantes de la peor especie.
No sé yo si a muchos españoles, entre ellos un número destacado de socialistas, les gusta la idea, si se cumple, de que ZP sea quien negocie en nombre del Gobierno español con aquellos que quieren dejar de formar parte de España. Precisamente con Zapatero empezó el declive del PSOE, del PSOE bueno, el que protagonizó la mejor historia del partido.
La alianza de Sánchez con Zapatero abre una nueva brecha en la credibilidad del presidente de Gobierno, al escaso valor de su palabra. ¿No nos había vendido que jamás aceptaría la propuesta de los independentistas catalanes de nombrar un mediador para negociar lo que Sánchez consideraba que era innegociable? Pues ahí lo tiene, con un mediador y con la amnistía ya aprobada según cuentan los independentistas, aunque lo niega el Gobierno. Afirman los de Junts que solo falta encontrar la fórmula para el referéndum -que no se llamaría así- para que cuele en el Tribunal Constitucional.
«Sánchez ha tomado medidas para que las negociaciones con Junts y ERC se lleven con discreción máxima»
A pesar de estas noticias que demuestran que la cosa avanza, que los independentistas pueden llevarse el gato al agua, hay personas de fiar en el PSOE de fiar que aseguran que no las tienen todas consigo respecto a que la investidura de Sánchez esté garantizada. Dicen por una parte que el presidente nunca aprobará una propuesta de amnistía que sea claramente inconstitucional, más allá de que pueda tener la confianza de que Conde Pumpido podría constitucionalizarla para que supere la prueba del algodón sin que provoque mucho escándalo, pero dudan de Puigdemont, que podría apretar las tuercas pidiendo más, y de nuevo más, si ve que Sánchez cede a sus exigencias. Hasta el punto de que el presidente del Gobierno no tendría más remedio que convocar elecciones. En las que no le iría mal al PSOE, porque Sánchez es un genio a la hora de transformarse en lo que le conviene, y no sería raro que después de tantas decisiones que ponen en duda su defensa de los intereses de España, sea capaz de hacer campaña presentándose como el más grande patriota, hasta el punto de poner en riesgo su continuidad al preferir las urnas antes que ceder ante el prófugo catalán.
Todo esto son hipótesis, pero emanan directamente de círculos socialistas. Que reciben escasa información porque Sánchez ha tomado medidas para que las negociaciones con Junts y ERC se lleven con discreción máxima; pero algunos de sus colaboradores saben interpretar sus gestos, y el tono de su voz, para saber si las cosas del querer, la investidura, van bien o regular.
Eso en cuanto a la investidura, en la que el presidente está haciendo un papelón al entrar en un terreno en el que jamás entraría un jefe de Gobierno que defiende las leyes y la Constitución. Ya lo hemos escrito por activa y por pasiva. Con dolor, porque a nadie le gusta llegar a la conclusión que en su país gobierna un hombre amoral, sin principios. En cuanto al otro gran asunto que nos preocupa, Oriente Medio, el Gobierno ha demostrado una falta absoluta de solidez.
«Sumar sigue queriendo tener voz propia y Belarra ha provocado una nota de protesta de Israel»
En los primeros minutos Sánchez expresó su apoyo al pueblo palestino, y al poco alguien debió soplarle que la mayoría del pueblo palestino, empezando por la Autoridad Nacional Palestina, considera que Hamás es un grupo terrorista apoyado y financiado por Irán. Cambio inmediato de discurso y condena del ataque terrorista a Israel.
No acabaron ahí los problemas, Sumar sigue queriendo tener voz propia y Belarra ha provocado una nota de protesta de Israel a través de su embajada por las declaraciones de la ministra, que acusó a Israel de genocidio.
Cualquier presidente de un Gobierno de coalición habría tomado decisiones más expeditivas que dar un toque a Belarra a través del ministro Albares, que dijo que la política exterior del Gobierno la marca el presidente. Si eso es ejercer la autoridad ante una ministra que saca los pies del plato… Le faltó tiempo a Belarra para declarar en una emisora catalana que «yo hablo en nombre del Gobierno de España y en nombre de mi partido, como me corresponde por la posición que ocupo». Ahí queda eso.
Pedro Sánchez ha abducido a la casi totalidad de los ministros socialistas, su palabra es ley. Pero Belarra le ha salido respondona. Como los escaños de Podemos, donde manda Belarra, empiecen a tambalearse respecto a la investidura…