Golpe institucional
«El Gobierno de Sánchez será legítimo por mayoría parlamentaria. Su presidente un golpista. La legitimidad de origen no supone la legitimidad de acción»
Es importante destacar que el gobierno que probablemente saldrá hoy elegido en el Congreso es absolutamente legítimo, fruto de la mayoría parlamentaria. No obstante, la legitimidad de origen no supone la legitimidad de acción.
Sánchez ha roto la tradición de respetar que la lista más votada sea la responsable de formar gobierno. Confío y deseo que con él se rompa también la tradición política por la que ningún ex presidente de España vaya a la cárcel por su gestión. Sánchez, en su ambición política, bregó en el PSOE hasta conquistar dos veces —con urnas detrás de las cortinas— el liderazgo de aquel partido. Hoy ha transformado al PSOE en una organización totalitaria en la que, por satisfacer su megalomanía narcisista que le lleva a no asumir su derrota electoral, ha decidido dar un paso más.
Una de las definiciones técnicas de golpe de Estado es la que lo define como «la modificación del orden constitucional sin utilizar los mecanismos legales establecidos para su reforma». La ley de amnistía presentada por la organización política totalitaria, que responde a las siglas PSOE, es toda una reforma constitucional ilícita. Rompe la separación de poderes, limita, coarta y maniata la libre acción judicial y termina con la igualdad entre los ciudadanos. En definitiva, es un golpe de Estado institucional.
Pedro Sánchez ha establecido un entramado golpista alrededor de su persona, trabajando fuera de nuestras fronteras, negociando y pactando con el fin de anular las leyes y bloquear a jueces y tribunales. Decisiones ilegales ya vistas en dictaduras totalitarias populistas.
«La amnistía que presenta no es ni por España, ni por la democracia, ni por la igualdad, ni por la Constitución»
Sánchez, en el inicio de su intervención, ha utilizado la palabra Constitución y constitucional tantas veces para justificarse, igual que hizo Bolaños al presentar en solitario la proposición de ley de la amnistía, que pone en evidencia la inconstitucionalidad de su actuación. Bolaños recordaba cada vez que decía que la ley es «impecable constitucionalmente» al violador que afirma continuamente que «ella quería y le gustaba». Bolaños y Sánchez se comportan así porque son los violadores de la Constitución. La amnistía que presenta no es ni por España, ni por la democracia, ni por la igualdad, ni por la Constitución.
En la exposición de motivos es donde queda en evidencia la auténtica motivación de la ley. Y no tiene nada que ver con lo que dice. Según el comando golpista que la ha redactado, es por el «interés general». Falso. Lo mejor es reproducir literalmente algunas de las frases de la ley que mencionan el «interés general» y sustituirlo por «que Pedro Sánchez sea presidente». Desde el inicio cuadra perfectamente. Segundo párrafo de la exposición de motivos. «…para abordar circunstancias políticas excepcionales que, en el seno de un Estado de derecho persigue la consecución de (un interés general) que Pedro Sánchez sea presidente». Otra, «…una serie de soluciones que deben ofrecerse en cada contexto, de acuerdo con (el interés general) que Pedro Sánchez sea presidente». Más, «…lo que el legislador pretende es excepcionar la aplicación de normas vigentes a unos hechos acontecidos en el contexto del proceso independentista catalán en aras (del interés general) de que Pedro Sánchez sea presidente». La más evidente «…dos pilares de distinta naturaleza: por un lado, la constitucionalidad de la medida y, por otro, la necesidad de abordar una situación excepcional en pro (del interés general) de que Pedro Sánchez sea presidente». El subconsciente unido a la ambición juega muy malas pasadas.
Es evidente que la ley no responde a ningún interés general. ¿Cuántos representan el interés general? 309 individuos, un prófugo y Pedro Sánchez con su organización golpista. ¿Cuántas comunidades se benefician? La parte independentista y malversadora de una. En el texto y en el discurso justifican la medida por el «amplio consenso» que tiene. Formalmente están en contra 13 de las 17 comunidades autónomas de España, la mayoría absoluta del Senado, todas las instituciones del Estado y las calles. Les guste o no, no hay ningún interés general. No hay consenso. Por eso no se hizo antes. Por eso, Pedro Sánchez prevarica al proponer una ley injusta —a sabiendas— comprando los votos a un delincuente con prebendas y dinero público. Días antes de las elecciones dijo que no habría amnistía porque «no es legal y por convicción personal». Es evidente que su «convicción personal» es muy inferior a su ambición.
El golpe institucional es la respuesta a «abordar la situación excepcional» de que Pedro Sánchez, que perdió las elecciones, siga manteniendo el poder. Y para ello recurren a la fácil solución del populismo totalitario que es el golpe de Estado institucional. Como ha dicho Sánchez «hay que hacer de la necesidad virtud». Para Sánchez y su banda un golpe institucional es virtud.
«La legalidad democrática es el sometimiento de todos los poderes al imperio de la ley que es la Constitución»
El golpismo populista siempre dice abrazar la Constitución, para imponer el Parlamento como poder único y central que convierte en legítimo todo lo que aprueba, «porque emana» de la voluntad popular. Hay que recordarle a Sánchez que el Senado también emana de la voluntad directa del pueblo. Eso no le interesa porque el pueblo, soberana y legítimamente, le ha otorgado la mayoría absoluta al Partido Popular. Votar no es sinónimo ni prueba de democracia. Se vota en Cuba y Venezuela. La legalidad democrática es el sometimiento de todos los poderes al imperio de la ley que es la Constitución, que consagra la separación de poderes. Esa separación de poderes que la ley de amnistía del narcisista totalitario Sánchez anula. Para encubrir su golpe institucional, ha dicho en su discurso que: «O la democracia proporciona seguridad, o la inseguridad acabará con la democracia». Sánchez es la inseguridad. Sánchez es el Tejero que, en vez de pistola, empuña la ley de amnistía anunciando que vendrá el elefante blanco de Puigdemont.
Al final el golpista secesionista de Carles Puigdemont —prófugo de la justicia por delitos de extrema gravedad— se encuentra y abraza al golpista Pedro Sánchez en el pacto de los culos. Yo te salvo el tuyo y tu apoltronas el mío. Dios los crea y ellos se juntan.
El Gobierno de Sánchez será legítimo. Su presidente un golpista. Y por mucho que él lo repita no es un argumento imputable a la extrema derecha. Yo no tengo nada que ver con ella. Que Sánchez es un golpista es una hecho objetivo —conforme a la definición de golpe de Estado— y el único responsable de ello es él. De la necesidad ha hecho virtud. Golpe institucional. A los demás corresponderá revisar en el futuro esta ley y su motivación con el fin de que los golpistas no se escapen y terminen donde tienen que estar. En la cárcel.