THE OBJECTIVE
Román Cendoya

No la jodan

«La calle es la reivindicación de la dignidad colectiva frente a la humillación a la que quieren someter secesionistas, terroristas, prófugos y golpistas»

Opinión
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No la jodan

Ilustración de Alejandra Svriz.

¿Puede alguien ser tan cretino de pensar que destruir el marco de libertad y desarrollo de un país se puede hacer, sin más, por siete votos? Sí, se puede ser tan cretino. ¿Puede alguien ser tan soberbio de creerse tan imprescindible como para que la gente vaya a aguantar, sin que pase nada, que le roben la cartera —ya en crisis— para que con su dinero metan «dos mil euros en la buchaca de cada catalán» por siete votos? Sí, se puede ser tan soberbio. ¿Puede alguien ser tan enajenado de creer que se puede usar a toda una nación, como un cortijo con el que hacer lo que quiera, por conseguir siete votos para seguir siendo presidente sin que pase nada? Sí, se puede ser tan enajenado. Pedro Sánchez es así. Y no está solo. Todo el equipo que le acompaña son una banda organizada de cretinos, soberbios y enajenados que pensaron que, por ellos, por su permanencia en el poder, podían hacer lo que hiciera falta con absoluta impunidad.

Han pasado muchos días desde el 23 de julio. Y a base de ingeniería mediática se está intentando tapar el hecho objetivo de la derrota en las urnas de Pedro Sánchez y las siglas con las que se presentó. Sánchez no ganó las elecciones porque los españoles no querían que siguiese gobernando. Los ciudadanos, objetivamente, no votaron más izquierda que derecha. Esa es otra mentira más de la banda de Pedro Sánchez. Objetivamente Junts per Cat y el PNV son realmente, en el argot del propio sanchismo político y mediático, partidos de extrema derecha. Un poco de seriedad, ¿qué tiene de izquierda y progresista el lema del PNV: Jaungoikoa eta lege zarra (Dios y la ley vieja)? Pues eso.

Las elecciones municipales y autonómicas pusieron de manifiesto la voluntad de cambio que tenía la sociedad española. Sánchez intenta subvertir la voluntad de la sociedad española a través de aglutinar en torno a su persona todos los complejos y fobias de los caciques pueblerinos locales. Eso, y no otra cosa, es lo que son los Puigdemont, Rovira, Otegi y Ortuzar. 

«Nunca en la política se pudo juntar tanta estulticia en torno a un personaje. Y eso que Rajoy puso el listón bien alto»

Sánchez es la cabeza de una organización políticamente corrupta que okupa las estructuras del Estado, dedicada al transfuguismo grupal comprando votos y voluntades, violentando las leyes, mediante el uso del dinero público para el pago de sus ambiciones. Pedro Sánchez en la mentira y en la maldad no está solo. Son iguales que él, es decir, tan tóxicos y deleznables, Calviño, Bolaños, Montero, Conde-Pumpido, Tezanos, López o Cerdán. Nunca en la política se pudo juntar tanta estulticia en torno a un personaje. Y eso que Rajoy puso el listón bien alto.

Tanta podredumbre ha provocado el despertar de la sociedad. Para sorpresa de Sánchez y su banda resulta que la sociedad española tenía límites. Los de Sánchez están estupefactos ante una sociedad insumisa ante el atropello obligatorio. Sánchez y su banda no entienden lo que está pasando porque la derecha no hace lo que la sociedad española está comenzando a hacer.

La calle es la expresión de una realidad colectiva. Las calles son el 15-M, el orgullo LGTB, las reivindicaciones sindicales y hoy la fortaleza de la defensa de la Constitución, la legalidad y el Estado de derecho. La calle es el punto de encuentro de la democracia y la libertad como lo fue después del 23-F. La calle es la reivindicación de la dignidad colectiva frente a la humillación obligatoria a la que quieren someter secesionistas, terroristas, prófugos y golpistas.

La calle es el comunicado del Consejo General del Poder Judicial. Un grito ante el silencio al que le quería someter Sánchez utilizando un procedimiento legal inapropiado. La calle son las cartas de despedida de Nicolás Redondo o de Javier García-Page. La calle es ese mestizaje social al que el vendido Marlaska tiene que tapar y disolver usando humos y gases. El movimiento ciudadano es un fenómeno singular que muy pocas veces se manifiesta. Cuando lo hace, el poder, en funciones o no, debe tomar muy buena nota.

El PSOE del sanchismo no soporta que no sean suyos los que toman las calles. Critican con dureza que la masa se acerque a sus sedes con eslóganes tan objetivos como «Puigdemont a prisión» o el festivo «que te vote Txapote». Hay que escuchar todo lo que dicen sobre lo que representan las movilizaciones aquellos que rodearon las sedes del Partido Popular al grito de «asesinos, asesinos». Hacer eso entonces era democrático y progresista. Hacerlo en grado de violencia extrema y golpista es lo que Sánchez y su banda quieren amnistiar. ¿Dónde está entonces lo malo?

«El gran aliado del discurso de la banda de Sánchez y su aparato mediático no es otro que Abascal y los secuaces que le quedan»

Pedro Sánchez y sus ingenieros del todo vale por el poder están profundamente equivocados si creen que es la extrema derecha la que está en la calle. No es verdad. La calle es la España plural que no acepta que le expolien y sometan porque Sánchez y su banda sigan en sus sillones.

El gran aliado del discurso de la banda de Sánchez y su aparato mediático respecto a que no es la calle, sino la extrema derecha, no es otro que Santi Abascal y los secuaces que le quedan. No pueden ser más torpes. Otra vez, Vox ayudando a Sánchez. La llegada de Abascal a la calle Ferraz no fue otra cosa que la apropiación indebida del movimiento ciudadano por el líder de Vox. Claro que había suyos en las manifestaciones, pero también había muchos más de los otros. La ciudadanía es transversal y el intento de cooptación de Abascal de la movilización social y por otro lado la presencia de grupúsculos violentos —quién los manda— podrían suponer un freno al movimiento. Qué más quisiera Sánchez.

La banda de Sánchez está sometiendo a España a tensiones insoportables. Es hora de que cada uno trabaje intensamente por la Constitución, la igualdad, la democracia y la libertad desde donde le corresponde. Los políticos desde la política que para eso tienen hemiciclos y desde sus actos y convocatorias. Cada poder independiente del Estado defendiendo su legítimo ámbito de operación. Y a los ciudadanos, a los que no nos quieren dejar volver a votar, nos queda la calle. Ese espacio de reivindicación que es de todos. No la jodan.

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