Veintidós enanitos
«Lo único que nos puede librar del sanchismo es Sánchez, cuyos errores y calamidades van a multiplicarse gracias a sus 22 ministros»
Es un placer constatar, en el primer Gobierno del Ególatra, que no hay ni una sola persona de valía. Todos, del primero al último, son eso que los asturianos llaman un pocovale. Sólo falta López, Patxi, el que más risas provoca.
Es sorprendente cómo los jefes malvados y egocéntricos sólo consiguen mantener a su alrededor a los caracteres más anodinos y cuanto más mediocres mayor poder les conceden. Eso es porque son aquellos a quienes menos temen, como a el tal Bolaños que siempre ha tenido alma y cuerpo de chivato de la clase a quien todos desprecian y maltratan, pero saca muy buenas notas, como era de esperar.
Este es un gobierno de guerra, un gabinete de violenta excepcionalidad. Por eso ha tenido que despedir a sus dos empleadas más díscolas, las perturbadas de Podemos que suelen armar líos fenomenales por los motivos más infantiles. No puede uno confiar en los niños cuando está planeando un ataque. Los niños siempre distraen de las tareas serias.
Porque en eso va a consistir esta legislatura, en la intentona de aplastar a todos aquellos que no le han votado, es decir, a la mitad de la población española tirando corto. Y esa es la razón por la que el Ególatra se ha unido a los que odian a España y la quieren destruir, los independentistas catalanes y los hijos de ETA. Son como él y tienen los mismos ideales, por llamarlos de alguna manera. Es una guerra posmoderna y seguramente no será necesario matar a nadie, pero el símbolo es evidente y lo ha inventado el Jefe en persona: un muro como el que levantaron los comunistas en Berlín para separar a los humanos de los infrahumanos, y un muro es lo que quiere construir el Ególatra para separar a los ciudadanos libres de los sometidos, ese es el futuro de nuestra sociedad. Lo cual sólo es posible cuando se ha sujetado el poder Judicial, y por lo tanto ese será el primer objetivo.
«Inevitablemente hará de este país el paraíso de los nepotistas, los sobornadores, los estafadores y demás parásitos»
Ahora bien, cuando uno se rodea de los más ineptos de cada familia (¡vaya ministro de Cultura!) es casi seguro que va a tener que lidiar también con lo más corrupto. Esa gente, a la vista de lo que hace su Caudillo, le imita, así que aspiran a entregar un puesto bien pagado a toda su familia y a sus amigos. Lo que inevitablemente hará de este país el paraíso de los nepotistas, los sobornadores, los estafadores y demás parásitos, una Venezuela con progresistas en lugar de narcos.
Hay, entre los que no pueden tragar a esta gente, muchos ciudadanos que de buena fe confían en Europa, como si a los países serios les importara algo una comunidad bananera como la que está creando el Gobierno de España, una zarzuela de borrachos y tonadilleras para seducir a los calvinistas holandeses. No comparto esta fe, los parlamentarios europeos, con escasas excepciones, son gente de mucho dinero y no quieren problemas. Lo único que nos puede librar del sanchismo es Sánchez, cuyos errores y calamidades van a multiplicarse gracias a sus 22 ministros y a todos los enchufados que ha ido colocado en las mejores poltronas del Estado.
¿Se puede hacer algo para remediar tanta insensatez? Bueno, aparte de hacer la puñeta todo cuanto sea posible, aunque sólo se haga por diversión, poco más se me ocurre. Eso sí, no hay que perder un minuto en frivolidades. Ellos han comenzado la guerra, nosotros, como en tiempos de Franco, hemos de iniciar una conspiración tenaz e incansable. Por fortuna, veo en los informativos que cada vez hay gente más joven en el bando de la insumisión.