Caminos de hierro
«Para el Gobierno lo importante para el bienestar ciudadano no es que se cumplan los horarios de tren, sino que se incumplan en nombre de la corrección política»
Ahora empiezo a entender por qué han puesto a ese señor que es clavado a los neandertales de Atapuerca que van desenterrando nuestros científicos. En un puesto de máxima intensidad técnica era imprescindible colocar a otro amiguito del jefe desprovisto por completo de ningún talento.
Cuando inauguraron la línea férrea de alta velocidad entre Madrid y Gijón dijo que el trayecto se reducía en una hora gracias a las modernas máquinas y el fino retocado viario. El domingo 17 el retraso fue de más de dos horas. El lunes 18 fue de otras dos horas. El martes 19 más de una hora. Podríamos seguir, pero es mejor dejarlo. Sólo la Virgen santísima puede arreglarlo, pero claro, no es un modelo de señora progre.
Las causas del desastre son variadas, pero no es posible averiguar gran cosa porque las causas que expone Renfe y las que presenta Adif son contradictorias. Eso sí, Renfe destaca que la nueva línea supone «un importante ahorro medioambiental porque evita la emisión de 1.472 toneladas de CO2, la circulación de 32.000 vehículos privados y el consumo de 640.000 litros de combustible».
En resumen, gracias a las mejoras los viajeros llegan tan tarde a su destino como antes, o peor. Ahora bien, los responsables del ministerio de medio ambiente tiran serpentinas. Respecto a los miles de viajeros abusados y envilecidos, los de las serpentinas son pocos, pero en cambio, muy del Régimen.
«La mala conciencia de Renfe y de Adif se manifiesta sobre todo en el lenguaje y en la retórica religiosa»
Es raro que no hayan incluido también los atropellos y muertes de topos, de erizos, ratones o lagartijas evitados por la nueva línea Madrid-Gijón. Así habrían tenido eufóricos a los animalistas. Y no te digo si llegan a pensar en propaganda del tipo: «El tren empodera a las mujeres más que la gimnasia».
La mala conciencia de Renfe y de Adif se manifiesta sobre todo en el lenguaje y en la retórica religiosa. Así, por ejemplo, Renfe asegura que todos los trenes cuentan con certificación «carbono neutro» otorgada por Aenor, «lo que destaca el compromiso con la sostenibilidad y el objetivo de ser más eficientes en el uso de la energía eléctrica de tracción mediante planes de conducción eficiente y el empleo de freno regenerativo». En mi último viaje, a un pobre hombre cargado de bultos que jadeaba trasegando maletas y maldiciendo a la Renfe, le dije que no exagerara porque ahora usaban frenos regenerativos. Se calmó al instante, sacó un pañuelo, se secó la frente, y musitó con humildad, «¡ah, bueno, si es así…!».
Una vez más nuestro Gobierno prima lo importante sobre lo secundario, es decir, lo ideológico frente a lo eficaz. Lo importante para el bienestar de los ciudadanos no es que se cumplan los horarios de tren, sino que se incumplan en nombre de la corrección política y el progreso. Como decía el papa Pío XII, el alma es lo primero, el cuerpo ya se las apañará él solo.
Así que, dado el calamitoso estado de la red ferroviaria española, o sea, plurinacional, bueno es que se coloque en el puesto de mando supremo a otro amiguito inútil, pero de probada piedad religiosa.