El pesebre socialista
«Nada garantiza mejor el éxito salarial en nuestro país que, con el carné socialista en la boca, alabar a nuestro Líder Supremo, también conocido como ‘Su Persona’»
La España más politizada, la que elige informarse a través de las redes sociales y todavía le interesan los artículos de opinión, se entretuvo la víspera de la Navidad con una columna de Javier Cercas en El País. La cosa no daba para mucho desde un punto de vista estrictamente literario o informativo, ciertamente: el interés radicaba en que al escritor cacereño, votante confeso de Sánchez, le dio por criticar los acuerdos del susodicho con los separatistas para aprobar una ley de amnistía. Y esto sí que supuso toda una novedad para un país en el que la política, en lugar de ser una actividad que simplemente se tolera, es una religión que se profesa. Para algunos, los más creyentes, el artículo convirtió a Cercas en un apóstata que nunca mereció su atención ni devoción. Para otros, ávidos de referentes progresistas críticos con el actual rumbo socialista, en un nuevo ídolo al que adorar. Unos pocos nos limitamos a observar el espectáculo, como quien ve con cierta desgana una película de sobremesa en la que el protagonista trata de abandonar una secta con la ayuda de antiguos adeptos.
La polémica en torno a la columna de Cercas pasó, como pasó la Navidad. Pero el pesebre en el que los socialistas han transformado las instituciones españolas permanece. Lejos de despolitizar los puestos de responsabilidades del Estado que todavía no han sido asaltados, Pedro aprovechó los días festivos para avanzar en la colonización: nada garantiza mejor el éxito salarial en nuestro país que, con el carné socialista en la boca, alabar a nuestro Líder Supremo, también conocido como «Su Persona»: dos exministros socialistas resultaron agraciados con Hispasat y Paradores, mientras dos ex secretarios de Estado fueron recompensados con la Agencia EFE y Correos. Se suman así a la larga lista de premiados durante la pasada legislatura: el exministro Campo y la exalto cargo Díaz en el Tribunal Constitucional, la exministra Delgado en la Fiscalía General, el exmiembro de la ejecutiva socialista Tezanos en el CIS etc., etc.
Ay, queridos compatriotas… Si el SEPE funcionase la mitad de bien de lo que lo hace el PSOE, ¡España estaría próxima a alcanzar el anhelado objetivo del pleno empleo! Pero aún nos queda por colocar al malogrado Idafe, a pesar de que durante estos días navideños ha redoblado sus esfuerzos para significarse como el «Garganta Profunda» de la tan odiada fachosfera. Estimado, si me lees -que sé que lo haces-, te ruego no desistas, porque si por algo se caracteriza este PSOE es que quien la sigue la consigue. Hasta Alejandro Dorado Nájera, cuya experiencia profesional en el sector privado consiste en tuitear, ha logrado ser consejero de la ecocosa y ahora comisionado para la economía circular, donde desempeñará labores imprescindibles para el devenir patrio, qué duda cabe.
Pero la ignominia de los colocados no llega ni a la suela de los zapatos de la infamia de los pactos con los herederos del terrorismo etarra: el PSOE ha entregado a Bildu la alcaldía de Pamplona como anticipo por su apoyo a la investidura. El montante del pago pendiente no tardaremos demasiado en conocerlo y será tanto o más repugnante que lo entregado por adelantado. Pero no se preocupen, porque Sánchez ya buscará la forma de victimizarse para que su coro de plañideras pretexte sus mentiras y afrentas a la democracia como la forma de evitar el mayor de todos los males: que en España gobierne la derecha.
Ya ve, querido lector, que lo que parece perturbar gravemente los cimientos de nuestro modelo democrático estos días no es una amnistía a los socios del Gobierno para evitar que respondan por sus crímenes ante los tribunales, ni tampoco las comisiones parlamentarias para que quienes fueron juzgados investiguen la labor de los jueces que antaño los condenaron. Todo eso no son más que bulos, fakes de la extrema derecha. Lo verdaderamente intolerable es que Ayuso insultase a nuestro gallardo presidente y que haya popularizado en España el eslogan «me gusta la fruta». ¡Hasta dónde vamos a llegar!
«En España la difamación a particulares desde puestos institucionales está de moda»
Cierto es que la presidenta de la Comunidad lo murmuró para sus adentros cuando Sánchez, amparándose en la inviolabilidad del escaño, llamó corrupto a su hermano. Mas ya sabemos que en España la difamación a particulares desde puestos institucionales está de moda, sin importar que la acusación no se corresponda con la existencia de juicio o sentencia. Si no dimitió la saliente ministra de Igualdad tras ser condenada por llamar maltratador a un inocente que ni tan siquiera fue juzgado por ese delito, cómo no va a permitirse el presidente calumniar desde la tribuna del Congreso a sabiendas de que las denuncias fueron archivadas tanto por la fiscalía patria como por la europea.
El socialismo español está tan fanatizado que no sólo soslayan conscientemente este señalamiento de un ciudadano por parte del presidente, sino que lo jalean cuando, en su descenso a los infiernos del cinismo y la hipocresía, carga las tintas contra la hermana del difamado por atreverse a susurrar el insulto y tratar después de restarle importancia con el recurso al símil de la fruta. Debe de ser que jamás se había pronunciado injundia mayor en este país contra un líder democrático: ¡ni que lo hubiera llamado indecente!
Su memoria, querido lector, le juega una mala pasada si cree que quien profirió tal descalificativo a Rajoy fue nuestro amado líder: como diría Carmen Calvo, eso no lo dijo el presidente, lo dijo Pedro Sánchez -quien quiera que sea ése-. Así que circulen y ni se les ocurra cesar en su indignación ante las inconmensurables maledicencias de Ayuso. Es su deber democrático y progresista.