THE OBJECTIVE
Benito Arruñada

Grifols: un 23% de esperanza

La cotización de Grifols ha recuperado casi la mitad de su pérdida inicial. La mejor señal de que la crisis tal vez sea superable

Opinión
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Grifols: un 23% de esperanza

Grifols.

Este martes el mundo empresarial español se despertaba aturdido con la noticia de que Gotham City Research, un importante «bajista» estadounidense, acusaba en un informe de 65 páginas a la multinacional de origen catalán Grifols de haber acumulado una deuda excesiva, manipular sus cuentas para disimularla y realizar prácticas fraudulentas de tunnelling, al haber desviado recursos societarios hacia la familia que controla la compañía. El informe estimaba un endeudamiento real que, de ser cierto, llevaría a cero el valor de las acciones.

Un bajista apuesta a que las acciones de una empresa bajarán de precio. La operación más común es la del inversor alcista, quien compra acciones porque espera que suban de precio y así obtener un beneficio al venderlas. En cambio, el bajista está convencido de que las acciones de una determinada empresa están sobrevaloradas. Para ganar dinero, se limita a tomar prestadas acciones de esa empresa para venderlas inmediatamente al precio actual, confiando en devolver el préstamo tras adquirirlas en el futuro a un precio que espera que sea muy inferior. 

Los bajistas son siempre controvertidos. Pueden desempeñar un papel valioso cuando aportan información fidedigna, descubriendo qué compañías están sobrevaloradas y contribuyendo así a una mejor asignación de recursos. También han representado un papel activo para desvelar fraudes, como el caso Enron, cuyos manejos fueron expuestos en parte gracias a que un bajista famoso, Jim Chanos, cuestionó sus cuentas, lo que a él le proporcionó unos 500 millones de dólares de beneficio en el año 2001. 

Sin embargo, los bajistas pueden provocar pánico en el mercado, causando una caída de la cotización que no responda a los fundamentos de la empresa en cuestión. Sucede así cuando las acusaciones son infundadas o se basan en datos o análisis incorrectos, en cuyo caso pueden dañar tanto a las empresas como a sus accionistas y trabajadores. 

Como todo mensajero de malas noticias tendemos a demonizarlos. Quizá con más motivo, pues tienen un claro interés en que esa mala noticia sea verdad. Pero, en general, es poco probable que la noticia sea completamente falsa, pues los bajistas tienen mucho que perder si las acciones acaban subiendo de precio. En el caso de las acciones de Volkswagen en 2008, durante el escándalo de las emisiones, acabaron perdiendo 30.000 millones de dólares al no ser capaces de mantener vivas sus apuestas cuando las acciones subieron un 58% en cuatro días, debido a que había pocas acciones en el mercado. Pero lo cierto es que tenían razón: en cuestión de meses, las acciones habían caído un 70%. 

Gotham City Research no es un recién llegado a esta operativa. Ha impulsado numerosas operaciones similares, con resultados bien diferentes. En 2014, la también española Gowex acabó reconociendo que sus resultados eran falsos y declarándose en quiebra. Asimismo, también en 2014, la británica Quindell perdió mucho valor para iniciar enseguida un proceso enérgico de reestructuración. En 2013, Tile Shop Holdings, tras derrumbarse sus acciones un 50%, refutó las acusaciones y las acciones se recuperaron. 

En el caso de Grifols, que también ha negado las acusaciones, es aún pronto para entrever el desenlace. En su defensa, Grifols argumenta que tanto sus operaciones vinculadas como las dudas contables puestas de manifiesto por Gotham han sido informadas al regulador español y auditadas sin salvedades por una de las cuatro grandes firmas de auditoría. 

Desgraciadamente, a estas alturas, ninguna de ambas cautelas inspira mucha confianza. Nuestra Comisión Nacional del Mercado de Valores es propensa a ser dura selectivamente. En cuanto a las firmas de auditoría, todavía está fresco el fiasco de Silicon Valley Bank, curiosamente, auditado en su día por la misma firma que ha auditado a Grifols desde 1991. De confirmarse el desastre, sería un indicio más de que el sistema de supervisión corporativa tiene costes ciertos pero una eficacia dudosa. Se mueve entre las expectativas infundadas y la venta de indulgencias.

Un dato más esperanzador es que la cotización se ha recuperado parcialmente: tras haber caído en la mañana del martes un 42%, ha logrado cerrar en el NYSE perdiendo sólo un 23%, todo ello respecto al cierre del lunes. Esta recuperación apunta a que la crisis podría ser superable, tal vez con un ajuste doble, en la estrategia y el gobierno corporativo. 

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