THE OBJECTIVE
Manuel Llamas

Hay que eliminar el salario mínimo

«El SMI perjudica, muy especialmente, a los colectivos más vulnerables, pero también a las pymes, a los consumidores y al conjunto de la economía»

Opinión
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Hay que eliminar el salario mínimo

Ilustración de Alejandra Svriz.

El salario mínimo es una barrera de entrada al mercado de trabajo, cuya fijación perjudica, muy especialmente, a los colectivos más vulnerables, pero también a las pymes, a los consumidores y al conjunto de la economía nacional. Así pues, la nueva subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta 1.134 euros al mes en 14 pagas, un 5% más a nivel interanual, constituye una pésima noticia que, sin duda, tendrá consecuencias negativas.

Los políticos españoles (de todos los partidos) siguen sin entender una de las reglas más básicas y elementales de la economía. A saber, que los salarios, al igual que sucede con los precios de cualquier otro bien o servicio (en este caso, el factor trabajo), no se pueden establecer por ley de forma arbitraria, puesto que dicha imposición acaba generando graves distorsiones y muchos más problemas de los que, en teoría, pretende solventar.

Si usted gana 2.000 euros netos al mes y su peor enemigo quisiera hacerle la puñeta, de nada serviría que aplicase un salario mínimo de 500 euros al mes, pues en nada le afecta, pero, si lo elevase a 4.000, su empresa se vería obligada a despedirle o a pagarle en negro para sobrevivir. Ésa y no otra es la razón por la que el Gobierno de Pedro Sánchez, con su ignorante y sectaria ministra de Trabajo al frente, Yolanda Díaz, no suben el SMI a 2.000 ni 3.000 ni 5.000 euros al mes, a sabiendas de que resultaría inasumible.

Pese a todo, el daño causado hasta el momento por el histórico incremento que ha registrado el SMI desde 2018, si bien es menos visible, resulta igualmente preocupante por varios motivos. El salario mínimo ha subido más de un 50% bajo el mandato de PSOE y Sumar, desde los 708 hasta los 1.134 euros, y más de un 30% en términos reales, descontando la inflación. España es el segundo país de la OCDE donde más ha subido el SMI, tan sólo superado por Lituania.

El problema, sin embargo, es que España también es el país rico donde más ha bajado la productividad desde 2018, casi un 4%, frente al aumento medio del 4,6% del resto de economías desarrolladas. Y ésta es la clave, puesto que el nivel salarial depende de forma directa de la productividad del factor trabajo. A mayor productividad, más sueldo, y al revés. La única receta posible para mejorar la retribución es elevando la productividad, pero en España pasa justo lo contrario.

«La fuerte subida del SMI se ha traducido en la destrucción de hasta 160.000 empleos durante los últimos años»

La consecuencia es más paro y más dificultades para encontrar empleo. En concreto, según las diferentes estimaciones disponibles, incluyendo las del Banco de España y el propio Ministerio de Trabajo, la fuerte subida aplicada al SMI se ha traducido en la destrucción de hasta 160.000 empleos durante los últimos años. Y los más afectados son precisamente, los más vulnerables: los jóvenes, con nula o escasa experiencia laboral; los parados de larga duración; y las personas con escasa cualificación. Estos colectivos lo tendrán mucho más difícil para entrar o permanecer en el mercado laboral.

Un salario mínimo de 1.134 euros brutos al mes se traduce en un coste laboral efectivo para la empresa, descontando el mes de vacaciones, de más de 1.900 euros mensuales. Dicho de otro modo, todos aquellos trabajadores cuyo valor añadido de producción sea inferior a esos 1.900 euros están condenados al paro o al mercado negro. Tan simple y tan duro como eso. No es casualidad que España sufra la tasa de paro más alta de Europa, próxima al 12%, ni una de las mayores economías sumergidas de la UE, superior al 20% del PIB. Y cuanto más suba el SMI, peores serán estos datos.

Además, el incremento político del salario mínimo perjudica, sobre todo, a los autónomos y a las pymes, cuya productividad es inferior al de las grandes empresas. Así, si bien el SMI ya representa el 61% del sueldo medio neto en España, sube al 70% en el caso de las pequeñas y medianas empresas, que lo van a tener mucho más complicado a la hora de contratar. Y lo mismo sucede a nivel territorial, donde esos 1.134 euros al mes equivalen a más del 65% del sueldo bruto en un total de 26 provincias, la mitad del país, empezando por Ávila, donde representa más del 90%.

Si en 2023, según un informe de la aseguradora Hiscox, un tercio de las pymes españolas se vieron obligadas a hacer ajustes para asumir el coste del SMI, reduciendo los sueldos más altos, acometiendo despidos o minorando la contratación, la subida de 2024 acentuará aún más esta perniciosa tendencia. Y todo ello sin contar que aquellas empresas que pudieron trasladar ese mayor coste laboral al precio final de sus bienes y servicios acabaron pasándole la factura al consumidor, al tiempo que perdieron competitividad. Todo el mundo pierde con la subida del SMI, a excepción del Estado, dado que Hacienda se embolsa más del 40% del incremento mediante el IRPF y las cotizaciones sociales.

«En muchos países el salario mínimo se aplica tan sólo en determinadas circunstancias»

Ya no es cuestión de subir o no subir. España tiene que eliminar el SMI por el bien de la economía y el conjunto de los trabajadores. El caso español supone una anomía a nivel internacional. Lo que sucede aquí no pasa en casi ningún país serio del mundo. Hay países que no fijan ningún salario mínimo por ley, como es el caso de Suecia, Dinamarca, Finlandia, Austria, Italia, Noruega, Islandia o Singapur. Economías, todas ellas, con tasas de paro mucho más bajas que en España y sueldos mucho más altos.

Pero es que hay otros muchos donde el salario mínimo se aplica tan sólo en determinadas circunstancias para no perjudicar la empleabilidad. Reino Unido, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Australia y Holanda, por ejemplo, establecen reducciones decrecientes para el salario mínimo según la edad; Brasil, Canadá, EE UU, Japón, Rusia y Suiza, por su parte, aplican diferentes niveles en función del sueldo medio vigente en las distintas zonas del país; y el resto establecen excepciones. España es de los pocos que aplica un SMI homogéneo y sin diferenciación de ningún tipo.

No, la subida del salario mínimo no es una buena noticia, es un despropósito, y lo pagarán con creces todos los españoles en mayor o menor medida. Hay que eliminar el salario mínimo porque, sin salario mínimo, se vive mejor. Y el resto son cuentos.

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