La otra guerra sucia judicial, Teresa Ribera
«El ‘lawfare’ no es de los jueces contra los delincuentes políticos independentistas, sino del Gobierno y sus socios contra los jueces…»
La lawfare no es de los jueces contra los delincuentes políticos independentistas, sino del Gobierno y sus socios contra los jueces…
Bolaños, el ministro tricéfalo no dice ni mu, por la cuenta que le trae, sobre las declaraciones de la vicepresidenta por cupo Teresa Ribera, en una entrevista-masaje en TVE, donde atribuye al juez Manuel García-Castellón aviesas intenciones políticas que interfieren con el calendario político-judicial del Gobierno. «Esa querencia en actuar en momentos políticos sensibles (…) esa costumbre a inclinar sus decisiones siempre en la misma dirección«.
El Gobierno se lo deja a Patxi López, Patxi que tan Pancho se queda: «Si usted me pregunta, es que algunos no las han entendido bien. Lo vamos a dejar ahí…».
Pero el lawfare no es de los jueces contra los delincuentes políticos independentistas, sino del Gobierno y sus socios contra los jueces, que intentan seguir con sus procedimientos con arreglo a derecho a la espera de que se haga imparable el bodrio de la amnistía. Pues imparable será, por mucho que los letrados del Congreso adviertan, en contra del letrado mercenario mayor Galindo.
El Gobierno recela de que algunos los jueces preventivamente (¿imagina el prevaricador que todos son de su condición?), vayan a poner palos en la ruedas, por elevación, acudiendo al TC o al TJUE, lo cual suspendería la aplicación del borrón de los delitos y la cuenta nueva.
Será que no se fía el Gobierno de la fiscalía de-quién-depende, si no logra de allanar el camino para que se satisfagan todas las exigencia de Junts y ERC (cada uno con sus diferentes necesidades: Puigdemont, Mas y Pujol, los unos; Junqueras, la cubana Rovira en Suiza, los otros; sin olvidar el Tsunami anti-democràtic, y el dinerito al Tribunal de Cuentas).
Las diferentes asociaciones de jueces ponen el grito en el cielo de Montesquieu, que es lo único que les queda, ante el maltrato.
La no renovación del CGPJ es la última trinchera desde la que el PP intenta evitar que los puestos claves de la magistratura recaigan en jueces de afiliación «progresista». Hasta que el mediador de la Comisión decida.
Coda 1) Un hombre en quien confiar. El nombramiento de Camilo Villarino como jefe de la Casa por parte del rey (ex artículo 65, 2 «El Rey nombra y releva libremente a los miembros civiles y militares de su Casa»), supone una decisión regia. El monarca ha evitado, dados los tiempos que corren, pedir candidatos al puesto al Gobierno, y ha nombrado a un hombre enfilado por Albares, sin filiación política y, sobre todo, patriota militante, competente y de fiar, para esta nueva etapa de rearme; esta es una de las pocas cosas que Rey puede hacer de forma autónoma, y a fe que no la iba a desaprovechar.
La prensa, tan jovencista ella, habla de una apuesta por la juventud (menos lobos: el saliente Jaime Alfonsín del 56, el entrante Camilo del 65: dos veteranos curtidos en mil batallas). Esperemos que don Camilo no desmerezca del buen hacer de su predecesor.
La negra Irene Lozano, personaje en busca de autor
Es admirable la vigencia, iba a decir de ciertas hemerotecas, pero no: se trata de los diarios de pago (¡de pago!, apenas 25 euros al año, 500 afortunados) de AE, a cuenta y cuento del personaje Irene Lozano (todo negro es siempre un personaje, en sí mismo, pirandelianamente, en busca de autor. A sueldo del autor, precisamente, desde 2015.
Florilegio:
Transformismo. «Me ha parecido admirable la respuesta de Irene Lozano esta mañana donde Alsina, a una pregunta mía sobre su camino. Hace unos —pocos— años exigía en el Congreso, desde Upyd, la devolución de competencias autonómicas al Estado y hoy forma parte de un gobierno que existe gracias al acuerdo con los sediciosos. La señora Lozano ha venido a decir que cuando la gente no compra un producto hay que cambiar el producto, y yo me descubro». (29 de enero de 2020).
Ironía fría. Citando cómo se chotea Irene Lozano de Junqueras sin saber ella que su ironía se le vengaría, como suele, fría: «La independencia ofrecía una utopía de libertad, riqueza y salud, en la que hasta Junqueras se despertaría convertido en un galán de cine (3 de diciembre de 2017)».
Premonición. «Una muestra de la altura subterránea a que ha llegado el debate político español es la inclusión de Irene Lozano en las listas del PSOE. Se le han recordado las comas que dijo y hasta las que no dijo. Pero nadie aún (y es que tenía que ser yo de nuevo) le ha preguntado públicamente cómo ha pasado de un partido que quiere reformar la Constitución para que el Estado recupere competencias a otro que quiere hacerlo para reconocer a Cataluña como nación, en una perspectiva federal y emocionantemente asimétrica». (20 de octubre de 2015, 2015!!!!)
Beatería. «Lozano encarna el tipo de la beata más peligrosa, que es la que no lo sabe. La Lozano dice que no somos animales. La Lozano dice que un robot situado ante un dilema moral reaccionaría como un robot, en realidad quiere decir como un banquero, y establecería: muera uno y vivan cinco. La Lozano cita al peor Sartre (y mira que hay malos donde elegir), cuando escribió que la tragedia humana es que estamos condenados a la libertad, sin que la Lozano sepa que Sartre solo se pirraba por un buen oxímoron, a ser posible joven. La Lozano cita una resolución del parlamento europeo que aún no sabe que muchos robots son mucho más dignos de amor y cuidado que un animalito y que mi Siri es infinitamente más gratificante que el perrillo Léautaud del venerable Abreu, incluso hoy que aún es varón. La Lozano, en fin, dice que el amor vive gracias a la imperfección, y me recuerda a ese que ha comprado un décimo y va como loco buscando una chepa». (18 de mayo de 2017)
Inquisidora. «Todo lo que decía en el periódico el eurodiputado Sosa Wagner sobre la unión entre UPyD y C’s para hacer frente a la Pestilencia era indiscutible [N.B. En Cataluña UPyD había 36 000 votos en las Europeas. Cs casi 500 000 fuera de Cataluña. ¿Quién saldría pues más beneficiado de una política de futuros pactos entre UPyD y Cs?] Lo que yo desconocía es si eran ciertos los problemas de autoritarismo que el eurodiputado Francisco Sosa Wagner denunciaba en su artículo del periódico. Pero tras observar la sintaxis venezolana de su compañera Irene Lozano creo que pecó de elegancia y comedimiento. En efecto. Se ve, se ve, el podemos de UPyD» (21 de agosto de 2014).
Hagiografía de la hagiógrafa de Sánchez.
Fisking:
Mucha confianza y un año y medio de conversaciones: así escribió Irene Lozano los libros con Pedro Sánchez
La ensayista y exsecretaria de Estado explica cómo colaboró con el presidente para publicar sus dos crónicas en primera persona, ‘Manual de resistencia’ y ‘Tierra firme’
BERNA GONZÁLEZ HARBOUR ( ¿por la Convención de Berna de 1886 sobre protección de obra y derechos de autor?); la periodi que desinformó a nivel internacional sobre la supuesta matanza de 10 000 en Timisiora. (aquí en rumano, dezinformant)
Si estás escribiendo el libro de un presidente (un presidente, así en general, blanqueando a la negra: como si fuera habitual tenerlos los presidentes), sabes que toda sorpresa es posible (ninguna sorpresa: es una autohagiografía por cuenta ajena, ¿qué sorpresa puede haber?) y eso es lo que ha vivido Irene Lozano, ensayista, política, actual directora de Casa Árabe (Allah, de enchufe en enchufe y tiro porque me toca; el autor cobra royalties, pero el negro de la Moncloa) y colaboradora de Pedro Sánchez en la redacción ( ¿colaboradora? ¿no está diciendo durante todo el artículo que escribió el libro?) de sus dos libros, Manual de resistencia y el más reciente, Tierra firme (ambos en Península). El primero iba a retratar una caída (¿se iba a titular: «Manual de descalabre», acaso?) y acabó en resurrección (nada menos, como Cristo). Y el segundo estuvo a punto de sufrir lo contrario (es decir: una resurrección que acabó en caída, vaya sufrimiento, ¡que lío!)
Ambos ―Pedro Sánchez e Irene Lozano― llevaban más de un año (27 horas, concretamente) trabajando en esta biografía política (¿por qué no biografía a secas, pues toda su vida es política) cuando las elecciones municipales y autonómicas del 28-M hicieron tambalear el contenido (el contenido cuando pierde se tambalea, es lo natural) y el libro se frenó (claro, no iba a ir de una resurrección que acabó en redefunción…). «Escribir un libro sobre Sánchez es sobre todo emocionante», asegura Lozano en su domicilio en Madrid («¡Qué emoción!», oyes) . «Nunca sabes lo que va a pasar. Empiezas escribiendo el libro de un presidente (un presidente otra vez, como si le hubiera escrito libros a otros presidentes; «Negra de presidentes, lozana, buenas referencias, trabajo limpio, precio a convenir, no progresistas abstenerse») y, cuando ya está casi terminado, de repente hay momentos en que parece que no lo va a ser (hombre, cuando se publique es de esperar que lo sea, que esté terminado, sino que le escriba un blog y cobre por entrada) cuando se publique”, confiesa (secreto de confesión). «Con Manual de resistencia pasó al revés, lo empezamos cuando le acababan de defenestrar del partido, iba a ser el libro de un secretario general al que acaban de echar, y acabó siendo el libro de un presidente». (Sólo le ha faltado decir que lo fue gracias al libro).
La escritora recibe a EL PAÍS (El País, la casita sí que ha de ser grande, sí) en su casa, donde muestra (trofeos de caza mayor) las carpetas de material que ha acumulado durante un año y medio de trabajo a partir de las entrevistas que ha mantenido (entrevistas que ha mantenido, como un dignatario, no entrevistas que le ha hecho) con el presidente, sus discursos y otros archivos (los archivos biográficos del presidente, ¿los marroquíes?) que nutren Tierra firme (la sal de la tierra). Licenciada en Lingüística (Gramática degenerativa chomskiana) y diplomada en Filosofía (sección French Theory) , trabajó una década (pobrets…) como periodista en El Mundo. Exdiputada de UPyD, después del PSOE y exsecretaria de Estado (ex, ex y ex y le falta expresidenta del Consejo Superior de Deportes, ella tan sportive; la secretaría de Estado, dice la Wiki, un “cargo creado”, a buen entendedor…), es autora de ensayos como Son molinos, no gigantes (Península), en el que alertaba en 2020 sobre el peligro que suponen las redes sociales para la democracia (pues ella no se ha quitado de TwiXtter); Lenguas en guerra, que le valió el Premio Espasa de Ensayo de 2005 (20 años después llegó la paz de las lenguas gracias a los pinganillos en el Parlamento), o la biografía No, mi general (Plaza y Janés) (Hoy, vista la carrera de Cantera, sería Sí mi presidente), sobre Zaida Cantera, militar y política española que fue icono de la lucha por los derechos de la mujer al denunciar el acoso de un superior en el Ejército (una golondrina que hace primavera; dicho lo cual, a pesar de los insultos que recibió en el susodicho libro, el acosador y condenado Isidro de Lezcano bien mereció su año y pico en el trullo).
―¿Le molesta que la llamen «la negra de Sánchez»?
―Sí. Me parece una expresión feísima porque da la idea de que escribir es una esclavitud y no una profesión. (Pero el esclavo no cobra; es un término canónico y que se emplea en múltiples lenguas, entre ellas el francés, desde 1757. Voltaire los llamaba blanchisseurs, «blanqueador», todo un ultraje a la raza blanca… )
Este es un debate muy superado en otros países. Eliges a un profesional para que haga un trabajo profesional y que sea un buen periodista reputado le aporta valor al libro. En francés lo llaman «la plume«. Técnicamente, un «negro», además, es quien no figura y por eso la expresión más correcta es «pluma». Pero, claro, en España pasar de negra a pluma… me parece que no va a ocurrir [ríe]. (Ni en Francia, donde se sigue empleando. La autora Sophie Blandinières dice «asumo totalemente el término «nègre» y lo reivindico, tal vez por provocación», su primera novela, no de negra, se titula «Negra».
Lozano (Madrid, 52 años) no es la «negra» o ghost writer (escritora fantasma, como se denomina en inglés a esta figura) de los libros de Sánchez, sino la abierta colaboradora (abierta colaboradora, en sus horas libres árabes) de esta crónica en primera persona del presidente (cuando uno escribe en primera persona de otro es un mandao o es Pessoa) que abarca los últimos cuatro años de la política española, y así figura desde el inicio. «Escribir el libro de un presidente (un presidente…) me parece una experiencia única, muy valiosa para una escritora y periodista», asegura (How many money?). «Creo que tengo un conocimiento muy profundo de su pensamiento (el pensador de Rodin), son muchas horas de conversación con él, de hablar en confianza sobre cuestiones que salen en la conversación (a lo que vaya saliendo, que luego si eso… yo ya yo eso…) y que luego se meten o no en el libro («quítame un Falcon»), y estar en el centro de una de las maquinarias de información más importantes del país es único. (Sánchez es el centro de una maquinaria de información, y propaganda, nunca mejor dicho). Ha sido un trabajo muy duro (trabajo de negros, ya lo dice) en algunos momentos, la cantidad de información que gestionas te desborda, aquí está», dice señalando su lugar de trabajo (tanta información de la maquinaria en su mesa… ni el CNI).
(Continuará)