Semana Santa: la belleza de Cristo
«Un Cristo joven y blanco, sobre fondo rojo. Naturalmente no lo veo en Zamora, por ejemplo, pero sí en Sevilla»
La Semana Santa de Sevilla (se sea o no creyente, y hay muchos medio creyentes) es uno de los espectáculos barrocos y sensoriales más bellos y solemnes y paganos del mundo. Este año la Semana Santa cae a fines de
marzo -días 28 y 29- pero el cartel que anuncia el acontecimiento, se ha hecho público ya. Y ha levantado revuelo, sino escándalo. Yo lo encuentro muy bello y propio de lo que dice: Semana Santa/ Sevilla 2024.
Un Cristo joven y blanco, sobre fondo rojo. Naturalmente no lo veo en Zamora, por ejemplo, pero sí en Sevilla. Desnudo y lampiño, con los necesarios paños de pureza, Cristo es un joven de cuerpo proporcionado y exacto, con rostro afilado y bello -la necesaria barba corta, la mirada penetrante, espiritual podría decirse- y el cabello largo hacia atrás, con bandos sobre cada hombro. Tres rayos divinales o coronas sobre la cabeza, componen un conjunto lleno de armonía, belleza y sensibilidad. Es muy sencillo y parece muy pensado y buenamente buscado.
«¿Cristo era joven? ¿En el cartel 27, 30 años? La tradición católica supone que Jesucristo murió crucificado en Jerusalén con unos 33 años, no más»
Veámoslo mejor: ¿Cristo era joven? ¿En el cartel 27, 30 años? La tradición católica supone que Jesucristo murió crucificado en Jerusalén con unos 33 años, no más. Por tanto, aunque el arte nos ha mostrado, muy habitualmente, a un hombre maduro, en la cuarentena o subida, nada nos impide imaginar a un Cristo joven. ¿Guapo? Se puede pintar y se ha pintado al Cristo llagado, herido, torturado, que suda sangre. Pero también está el Cristo glorioso, el resurrecto, o llanamente la idea gloriosa del Hijo de Dios. Se pinta (o se fotografía, pienso también en cine) a un hombre sereno y de sobria, contenida beldad, porque -pareciera decirse- la más explícita belleza masculina -el Cristo Apolo- sugeriría frivolizar un hondo misterio de la religión, que necesariamente invita al paño morado, a la penitencia y no al canto del Glorioso.
La idea de un Cristo únicamente sufridor y penitencial, ¿no es ya antigua? Debe haber un Cristo de Luz y de Belleza. ¿Seductor incluso, el que dijo a la Magdalena “noli me tangere”, no debes tocarme, porque ella iba a acariciarlo? ¿Por qué no un Cristo atractivo? Pasolini en su “Evangelio según Mateo” (1963) muestra a un joven de serena beldad, e igual Zeffirelli, con busca de mayor hondura sentimental en la imagen, en su “Jesús de Nazaret” (1977) refleja a un Cristo de ternura y belleza. Pero hay Cristos jóvenes en la pintura, sobre todo en el entorno del Renacimiento. Así “El Salvador joven” de Bartolomeo Montagna, y también de fines del XV, “El Salvador adolescente” de Giovanni Boltraffio, hoy en el Lázaro Galdiano de Madrid.
Ambos (mejor el segundo) en la suavidad del estilo leonardesco. El “Salvator Mundi” quizás del propio Leonardo, es una imagen solemne, de majestad, pero en un hombre joven aún.
Como vemos, el bello cartel sevillano tiene razón de ser y además compañía, y por supuesto no he sido nada exhaustivo. Pero el escándalo, inevitable y hasta tal vez deseable, viene de la muy probable mirada gay que existe en el diseño del cartel y en la elección del modelo, retocado o no. ¿La mirada de Miguel Ángel Buonarroti en el Cristo de la Sixtina (“Juicio Final”, originalmente desnudo) no es asimismo, aunque en divergentes actitudes, la mirada de otro hombre que se complace en el esplendor o la hermosura masculinos? El papa Francisco -con quien raramente estoy de acuerdo en política- sí quiere abrir la cerrada moral católica, tratando de acoger a divorciados y a homosexuales. Aunque, ¿por qué mostrar y desear a un Cristo bello tiene que ser gay forzosamente? La mirada del hombre que ama al hombre es lícita, pero de igual modo (y no se excluyen) la plasmación del Cristo joven Salvador Glorioso, y por tanto seductor, atractivo. La gloria del Hijo de Dios, no sólo
en el martirio.
Habrá quien diga que la corona trina del cartel sevillano podría evocar una peineta. Pero eso es “contaminación” sevillista y de veras queda lejos de la serenidad, afortunadamente nada folclórica, del Cristo que comento. Se dirá, desde luego, que el cartel es poco piadoso, en el sentido de que no reclama oración de rodillas si no júbilo alzado.
Cierto pero ese gozo resurreccional, ¿no ha de ser religioso? Además, la Semana Santa andaluza y sevillana recoge -guste o no- todo el paganismo de origen grecorromano que el cristianismo atesora (pues también es
tesoro) desde la suplantación piadosa de Diana por María, según nos cuenta entre tantas cosas a este respecto, el aún muy valioso volumen de James Frazer “La rama dorada”.
El cartel sevillano del cristo joven y bello para la Semana Santa 2024 es un acierto que no dejará indiferente a nadie. Felicito a sus autores. No Cristo en Majestad, sino Cristo en Belleza.