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Por qué Trump amenaza a Europa

«El genuino problema no es tanto Putin como el proteccionismo encubierto que ha venido practicando Alemania durante los últimos lustros»

Opinión

Donald Trump. | Alejandra Svriz

  • Gallego practicante pese a residir desde la tierna edad de 5 años en Barcelona, ciudad donde se licenció en Económicas. Ha sido editor de El Correo Financiero además de colaborar en distintas etapas, entre otros medios de comunicación, en COPE, ABC, Es Radio, El Mundo y Libertad Digital.

Donald Trump, el malo de los tebeos durante cuya primera presidencia los Estados Unidos no iniciaron ninguna guerra en el extranjero contra lo que había sido la costumbre rutinaria de casi todos sus antecesores y que después de él recuperó Joe Biden con urgencia perentoria, quiere que Europa pague las facturas de la OTAN; y si no – ha advertido -, le dará permiso a su compadre Putin para que invada el continente, desde Berlín hasta la antigua y señorial Lisboa. Algo, lo de la emisión de esa patente de corso transatlántica, para lo que además no tendríamos que esperar demasiado, toda vez que la popularidad de Trump entre el electorado norteamericano vuelve a resultar inversamente proporcional al rechazo que suscita su figura entre las élites del establishment que tutelan la línea editorial de los grandes grupos de comunicación del país. 

Y es que, en el fondo, Trump no deja de constituir otro exponente más de una tradición yanki contradictoria en apariencia, la que en general empuja al pacifismo aislacionista a la derecha dura republicana, mientras que los supuestos progresistas demócratas emplean sus respectivos mandatos al frente de la Casa Blanca en bombardear medio planeta con entusiasmo imperial digno de mejor causa. Por lo demás, no deberían existir entre nosotros excesivos motivos para la alarma bélica pese al contenido de esa deposición tan apocalíptica; a menos, claro, que Ursula von der Leyen no nos estuviera diciendo la verdad cuando, hace bien poco, declaró jocosa que la industria militar rusa atraviesa una situación tan desesperada que ya incluso necesita utilizar chips procedentes de lavadoras y electrodomésticos domésticos para poder fabricar sus misiles balísticos. 

«Se trata de que Europa compense a Estados Unidos con compras colectivas de material militar»

No obstante, nos invada o deje de invadirnos el Ejército (ex) Rojo por indicación expresa de Trump, lo que parece claro es que los norteamericanos quieren que los europeos empecemos a gastar más en cañones que en mantequilla; pero no en cualquier tipo de cañones, sino en sus cañones. Una querencia, por cierto, que resulta ser muy anterior a la invasión rusa de Ucrania, lo que remite su causa última a inquietudes norteamericanas que tienen poco que ver con la OTAN o la geoestrategia global y mucho, en cambio, con prosaicos asuntos mercantiles relacionados con el desequilibrio de la balanza comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos; o lo que viene a significar casi exactamente lo mismo, por la agresiva y constante penetración de las exportaciones industriales alemanas en el mercado doméstico de Norteamérica. Porque, tanto para Trump como para Biden o para aquel simpático Premio Nobel de la Paz que dedicaba sus ratos libres a espiar a la Ángela Merkel en su despacho de la Cancillería, el genuino problema no es tanto Putin como el proteccionismo encubierto que ha venido practicando Alemania durante los últimos lustros. 

Algo que se refleja en sus enormes y rutinarios superávits comerciales, los más altos del mundo junto a los de China, el otro estorbo mercantil a batir para Washington. De ahí que a Trump, pese a la brutal formulación de sus intenciones hacia Europa, le asista la razón en el fondo. Porque el retroceso permanente de las compañías americanas frente a la competencia europea tiene mucho que ver no con la mayor eficiencia germánica, sino con la infravaloración artificial del euro frente al dólar que tiende a provocar el BCE; un propósito encubierto e inconfesable que, antes Draghi y después Lagarde, alcanzaron por la vía, entre otras, de fijar tipos de interés siempre más bajos que los de la Reserva Federal; argucia que provoca subidas del tipo de cambio de la divisa americana motivadas por la huida del capital golondrina internacional hacia el otro lado del Atlántico; una «trampa» que Berlín justifica con el argumento de que, en caso de igualar los tipos europeos a los americanos, países como España padecerían serios problemas con su deuda soberana, lo que no deja de resultar cierto. Así las cosas, tras todo el ruido y la furia, se trata de que Europa compense a Estados Unidos con compras colectivas de material militar a fin de corregir el desequilibrio crónico de la balanza comercial conjunta. Tan simple como eso. 

11 comentarios
  1. Ogro_Cabreado

    Igual a esa balanza comercial se le puede sumar el coste para Alemania por la voladura del nordstream. Espero nadie se siga creyendo fue Putin.

  2. Karabuchi

    Bueno, pues en tal caso, que sea Alemania quien deba compensar a los EEUU con compras de material bélico, pero que no nos metan a todos en el mismo saco, porque la vez pasada, Trump nos metió a los españoles impuestos hasta en las aceitunas, con la excusa de compensar su balanza comercial con Alemania.

  3. JaimeRuiz

    Yo no diría que es tan simple como eso, también está la cuestión geoestratégica, mientras que Estados Unidos paga la defensa de la UE, la UE trata de debilitar el poderío estadounidense y es en la práctica otra potencia hostil, mucho más afín a Irán o a China que a Estados Unidos, tanto en el sentimiento popular como en las actuaciones del alto gobierno. El fervor con que Borrell trata de salvar a Hamás no es casualidad, ni la complacencia de las élites de la UE. La resuelta afinidad de los gobiernos europeos con las satrapías narcocomunistas de Iberoamérica es otro ejemplo: el embajador alemán promovía abiertamente en Twitter (gobernaba Angela Merkel) los disturbios (paralelos a los de Chile) con que las bandas de asesinos comunistas trataban de abrirle el camino a Petro en 2021. La convicción con que todo el mundo en Europa abraza la idea de que Estados Unidos debe pagar la defensa del continente a la vez que es su principal enemigo (obviamente la invasión de Irak tuvo mucho más rechazo en las calles europeas que la de Ucrania) deja ver una degeneración moral e intelectual muy llamativa.

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