Rusia pasa a la ofensiva
«¿Se atreverá el Kremlin a poner a prueba las fronteras europeas? Desde un punto de vista estratégico, es posible que Putin no halle mejor momento que el actual»
Digamos que Rusia está ganando la guerra de momento. Y la está ganando en invierno como solía suceder antes, como está sucediendo ahora. Una vez comprobado que la Blitzkrieg sobre Kiev no daba el resultado esperado y que la resistencia ucraniana era mayor de lo previsto inicialmente por el Kremlin, el Estado Mayor ruso decidió iniciar una larga guerra de desgaste mientras preparaba su economía —y sobre todo su industria— para un mayor esfuerzo bélico.
Su estrategia se basaba en dos premisas: la primera era que en algún momento el apoyo de Occidente flaquearía, ya fuera por cansancio de la guerra, por el impacto de la inflación o por cuestiones internas de carácter electoral. No erraban del todo el tiro, según hemos podido comprobar en estos últimos meses. La segunda premisa tenía que ver con una demografía adversa para los ucranianos, debido principalmente al tamaño y a la población del país. ¿Cuántos muertos puede poner sobre la mesa Kiev frente a Moscú? La edad media, superior a los 40 años, de los combatientes en la batalla de Avdíivka nos indica que no se trata de una dificultad insignificante. Avdíivka ha caído antes de lo previsto, sin que se haya activado la gran ofensiva que se proyecta para la ya inminente primavera. Se dice que Putin está acumulando fuerzas —entre 150.000 y 200.000 soldados— en los frentes de Bélgorod, Kúpiansk y Zaporiyia, donde se fragua un gran ataque. Veremos.
Por falta de combatientes, y sobre todo de munición, Ucrania se ha visto obligada a ponerse a la defensiva. Cada día que pasa sin un nuevo paquete de ayuda militar estadounidense, su posición se debilita. Rusia, mientras tanto, empieza a utilizar sus mejores armas. Pero no es sólo cuestión de calidad, sino también de cantidad. Irán y Corea del Norte le suministran un acopio ingente de artillería. La defensa antiaérea de los ucranianos, además, resulta insuficiente para afrontar las oleadas diarias de drones y misiles que sobrevuelan su territorio. Con el avance ruso, las alarmas en Europa se disparan y también su resquemor.
«¿Estarían Europa y la OTAN dispuestas a defenderse hasta el final? ¿Puede Rusia mantener dos frentes abiertos?»
Las cancillerías y los servicios de información ya no ocultan la alta posibilidad de un conflicto con la OTAN. ¿Se atreverá el Kremlin a poner a prueba las fronteras europeas? Desde un punto de vista meramente estratégico, es posible que Putin no encuentre ningún momento mejor que el actual para conseguir sus objetivos.
Con elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina en Estados Unidos y con una Europa cuyos recursos defensivos distan mucho de ser plenamente operativos, se ha especulado con la posibilidad de que a finales de año Rusia intente hacerse con el corredor de Suwałki, considerado el punto más débil de la OTAN, que conecta Polonia con las repúblicas bálticas o Kaliningrado con Bielorrusia, según se mire. El Daily Telegraph incluso ha publicado una serie de cuatro infografías donde se explica paso a paso la campaña que podría estar preparándose.
Hay muchas preguntas que se plantean entonces. ¿Estarían Europa y la OTAN dispuestas a defenderse hasta el final? ¿Puede Rusia mantener dos frentes abiertos? ¿Dará China el visto bueno a una gran conflagración en el continente? ¿Y qué tiene que decir el Tercer Mundo —en especial, los focos permanentes de conflicto— sobre la desestabilización de Occidente? Demasiadas incógnitas surgidas en el momento más oscuro. La debilidad nunca fue una buena carta de presentación y la guerra total en Europa parece hoy más probable que hace unos meses.