Otra aberración de la dichosa Agenda 2030
«Tras cargarse la agricultura, a los socios comunistas de Sánchez les toca ir a por el turismo, con medidas intervencionistas que provocarán la crisis del sector»
Todavía hay mucha gente y, desde luego, muchos políticos que no se han dado cuenta de las consecuencias terroríficas que para los países de Occidente se esconden detrás de las aparentes buenas intenciones de la Agenda 2030. Analizar, criticar y luchar contra esa Agenda debería ser un deber de todos los ciudadanos que en Occidente creemos en la libertad, en el uso de la razón y en el sentido común.
Los 17 objetivos que esa Agenda propone, ya lo hemos dicho muchas veces, en principio pueden ser aceptados por todo el mundo. Pero lo pernicioso reside en que no se limita a enunciarlos, sino que, de una manera que no admite discusión, propone un modo de alcanzarlos, que, cuando menos, es muy discutible y en muchos casos es un disparate.
Por ejemplo, el objetivo segundo dice así: «Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible». Acabar con el hambre en el mundo y conseguir que todos los alimentos sean sanos es algo que queremos todos, pero ¿qué es «la agricultura sostenible»? Pues lo que decidan unos señores, que nunca han cultivado ni un tomate, desde sus despachos de Bruselas o de cualquier ministerio de un país occidental. Eso sí, esos señores se presentan como los salvadores del planeta, que es una de las obsesiones de todos los totalitarios actuales, empezando por los comunistas o neocomunistas, que, con la excusa de salvar el planeta, quieren imponernos a todos su forma de pensar e, incluso, de sentir.
El resultado, en lo que a la agricultura se refiere, lo estamos contemplando día tras día en las últimas semanas: todos, y cuando digo todos quiero decir todos, los agricultores y ganaderos de los países occidentales más desarrollados, que son los que hacen caso a las estupideces de los señoritos que se las dan de ecologistas, están en las calles y carreteras gritando que así no pueden vivir. Entre otras razones porque las limitaciones que les imponen los gurúes de la Agenda 2030 no las sufren los agricultores de los demás países del mundo.
Pero los dogmas de los que se han arrogado el monopolio de la defensa del planeta no se quedan sólo en la agricultura, pretenden que ocupen todas nuestras vidas y toda la actividad económica de nuestros países, para ver si así nos arruinamos todos y alcanzamos la pobreza que, según ellos, nos hará felices. («no tendréis nada y seréis felices»).
«La Agenda une todos los dogmas de la corrección política del ‘wokismo’»
A los dogmas de la defensa del planeta la Agenda une todos los dogmas de la corrección política del wokismo, con la inclusividad en primer lugar, sin explicar claramente a qué se refiere.
En ese marco hay que colocar la PNL (Proposición No de Ley), presentada por Sumar, para el desarrollo de un «Pacto de Estado por un Turismo Justo, Sostenible e Inclusivo 2024- 2030», que hoy la Comisión de Industria y Turismo del Congreso de los Diputados tendrá que debatir y votar.
Sumar pretende regular la llegada de cruceros, establecer nuevos impuestos al sector turístico y prohibir la apertura de comercios los domingos. En definitiva, es un ataque a la libertad de empresa, puesto que son más trabas y cargas para el sector del turismo, motor esencial de la actividad económica en España.
Por si esto fuera poco, en la PNL se recogen medidas que, detrás de una apariencia más o menos inocente, encierran un afán intervencionista, siempre en la línea de los objetivos de la nefasta Agenda 2030.
«Proponen sustituir las campañas de promoción turística por campañas de concienciación del cambio climático»
Por ejemplo, dicen que hay que proteger «la salud mental de los y las trabajadoras del sector del turismo y la hostelería, con medidas que favorezcan el descanso». Proponen para ello cerrar antes los comercios, los restaurantes y los bares.
Y también proponen sustituir las campañas de promoción turística por campañas de concienciación del cambio climático.
Y ya que ellos no gobiernan en casi ningún ayuntamiento ni comunidad autónoma, pretenden que sean estas Instituciones las que impongan tasas e impuestos al turismo en general o a las estancias turísticas en particular.
Está claro que, después de cargarse la agricultura y la ganadería, a los apóstoles de la dichosa Agenda, cuyos representantes más señalados en España son los socios comunistas de Sánchez, ahora les toca ir a por el turismo, con un aparato de medidas intervencionistas y dirigidas a provocar la crisis del sector. Todo para avanzar en el objetivo de ser todos pobres en 2030, que, según ellos, es la fórmula infalible para ser felices.