THE OBJECTIVE
Carlos Granés

Antipoema progresista

«El problema es que después de tantos trapicheos para colonizar las instituciones, tantas traiciones a sus principios y tantas mentiras sólo va a quedar la derecha»

Opinión
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Antipoema progresista

Pedro Sánchez. | Alejandra Svriz

Al final todos, desde la militancia hasta los altos funcionarios, y en especial los profesionales con trayectorias notables como Margarita Robles, tendrán que preguntarse qué sentido tuvo todo esto, en qué momento creyeron que valía la pena soltar amarras y entregarlo todo a una aventura incierta. Comandado por Pedro Sánchez, el PSOE lo apostó todo a una estrategia moralmente dudosa, dividir a la sociedad en progresistas y fachas –el famoso «muro», la famosa «fachosfera»-, y a reconfigurar las mayorías electorales plegándose con insospechada docilidad a partidos identitarios, iliberales, nacionalistas, reaccionarios y xenófobos, alguno de ellos con un pasado lleno de sangre y horror, que se precian de aborrecer las conquistas políticas y morales de las que podían enorgullecerse los socialistas: la transición a la democracia, las libertades individuales, la Constitución del 78 y la vertiginosa, exitosa y hedonista modernización de España.

Víctima de su propio relato, el PSOE emprendió una carrera alocada hacia la extrema izquierda y hacia el nacionalismo independentista, para acabar en cualquier lugar menos en la centralidad, la racionalidad y la cordura. Ni siquiera está ya en el campo de la izquierda, y su única manera de aparentar que sigue ahí es agrandar la amenaza de la ultraderecha, nutrirla y empaquetarla con el PP para que parezca que todo lo que no es Sánchez hiede a maldad y caspa. Pero por la misma lógica, y esto es lo verdaderamente grotesco, Sánchez ha tenido que limpiar moralmente a todos sus aliados, entre quienes se cuentan personajes que no condenan el asesinato y el secuestro, como Otegui, o que han emprendido cruzadas anticonstitucionales, corruptoras y golpistas, como Puigdemont.

«Si en el resto de Europa el declive de la socialdemocracia fue consecuencia de su moderación y conformidad, en España acabará siéndolo su radicalización»

En uno de esos juegos irónicos y contradictorios que llamó antipoemas, Nicanor Parra decía: «3 deberes patrióticos impajaritables / talar un árbol / quemar un libro / y provocar un aborto». El mundo al revés, sí. La contradicción y negación de las grandes palabras, de los grandes valores, también. Lo paradójico es que la realidad empieza a parecerse a los antipoemas de Parra. Sánchez ha convertido el discurso del PSOE en su antítesis, en la negación de su historia y de sus compromisos constitucionales, incuso patrióticos. «3 deberes progresistas impajaritables», podría recitar, «amnistiar el golpismo / blanquear el terrorismo / y convencerse de que la derecha es aún peor».

La pregunta inevitable es ¿para qué todo este desgaste institucional, esta retórica polarizadora, esta conversión del progresismo en su contrario, esta destrucción en cámara lenta del PSOE? No, desde luego, para mejorar la convivencia entre los españoles, sosegar los ímpetus de los independentistas catalanes o emprender las reformas que el país requiere. Todo indica que lo único que hay detrás de este inventario de errores es evitar cualquier negociación con la derecha o aislarla y prevenir, como quería Pablo Iglesias, que alguna vez vuelva al poder. El problema es que después de tantos trapicheos para colonizar las instituciones, de tantos volantazos, de tantas traiciones a sus principios y de tantas mentiras (y de la corrupción que les estalla ahora con el caso Koldo-Ábalos) sólo va a quedar la derecha. 

Si en el resto de Europa el declive de la socialdemocracia fue una consecuencia de su moderación y conformidad con la tercera vía, en España acabará siéndolo su radicalización: su fusión con Podemos-Sumar y los intereses destituyentes del nacionalismo (¡hasta del gallego!), y su mutación en un partido personalista y populista. Y esto, lejos de ser una buena noticia, abre un panorama incierto, pues el declive de la socialdemocracia europea ha ido acompañado del auge del extremismo, en muchos casos el de derechas. «Así fue como lo convirtieron / de tonto útil de izquierda / en tonto inútil de derecha», decía Parra, refiriéndose no a Sánchez, sino a sí mismo. Pero para rematar este artículo no viene ese antipoema, sino este otro: «REVOLUCIÓN / REVOLUCIÓN / cuántas contrarrevoluciones / se cometen en tu nombre». Cambie usted «revolución» por «progresismo» y el antipoema volverá a ser una fiel descripción de la realidad contemporánea. 

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