THE OBJECTIVE
Sonia Sierra

Cosas horribles que pasarían si gobernara la ultraderecha

«Que no insulten nuestra inteligencia diciendo que todo merece la pena si así no gobierna la ultraderecha porque están haciendo lo mismo que dicen combatir»

Opinión
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Cosas horribles que pasarían si gobernara la ultraderecha

Ilustración de Alejandra Svriz.

Es bastante evidente que Pedro Sánchez tiene una relación complicadilla con la honradez: su tesis doctoral es un plagio e intentó ganar un congreso extraordinario de su partido en una votación sin control ni censo ni interventor y con una urna escondida tras una mampara. Pese al bochorno por tan lamentable espectáculo del que salió derrotado, resurgió de sus cenizas y se hizo con el control de su partido y del Gobierno de España haciendo lo que mejor sabe hacer: mentir y engañar a todo el mundo. La triste realidad es que a una parte importante de la población no le importan sus más que  evidentes embustes porque «al menos no gobierna la ultraderecha».

Sin duda sería horrible que gobernara la ultraderecha y que intentara laminar nuestro Estado de derecho. Imagínense, por ejemplo, que mandaran con el apoyo de malversadores y filoterroristas y, casualmente, se cayera el sistema durante unas votaciones que iba a perder dicho Gobierno y eso les diera media hora más para negociar y, al final, lograran sacar adelante los decretos leyes con los que han decido imponer todo lo que quieren.

Otras de las cosas terribles que podrían pasar si gobernara una ultraderecha empeñada en laminar nuestras instituciones es que quien presidiera el Parlamento quitara a un letrado mayor para poner a uno que estaba trabajando para su partido, o que abriera y cerrara el Congreso a voluntad de su líder o que ocultara un informe de los letrados sobre una ley que se está tramitando y que lo hiciera público una vez acabado el periodo de enmiendas.

Ya sabemos que a la ultraderecha no le gusta la división de poderes sobre la que se sustentan las democracias, así que seguro que si gobernaran, intentarían dinamitarla colonizando todas de las instituciones que tienen que servir como contrapeso para el Poder Ejecutivo. Y como, además, tanto entre sus filas como entre las de sus socios seguro que habría corruptos malversadores de dinero público enfrentados a penas de cárcel y de inhabilitación, serían capaces hasta de crear una ley según los designios de estos delincuentes para eludir la justicia, una justicia que previamente se habrían encargado de desprestigiar acusando a los jueces de prevaricar por cuestiones ideológicas.

«Ya sabemos que la ultraderecha no tolera la alternancia política y por eso quieren evitar a toda costa que exista»

Y una vez dinamitado el Poder Judicial, pues irían a cargarse el resto de la división de poderes y para ello nada mejor que decir que la soberanía nacional reside en el Congreso de los Diputados y acabar así de una vez con la molesta Constitución que tanto encorseta y que dice que dicha soberanía reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. Porque ya sabemos que la ultraderecha no tolera ni la pluralidad ni la alternancia política y por eso quieren evitar a toda costa que exista.

Suena fatal, lo sé, pero es que la ultraderecha sería capaz de todo, queridos lectores, incluso de intentar acabar con la libertad de prensa para que no se hicieran eco de sus desmanes denunciando a periodistas y negándoles acreditaciones para que no pudieran informar. Porque es que la ultraderecha puede perpetrar las peores tropelías y no querrían que se difundiera como, por ejemplo, la expulsión de una banda de música municipal de personas de más de 50 años que llevan tres décadas trabajando por no haber aprobado un examen de un nivel alto de una lengua oficial, un examen que, por otra parte, tampoco serían capaces de aprobar muchos políticos.

Y ya sabemos que los de ultraderecha son unos machistas recalcitrantes así que si gobernaran, aprobarían leyes que perjudicarían seriamente a las mujeres: leyes que lograrían reducir las penas de los violadores o leyes que darían a los hombres acceso a los vestuarios de la mujeres realizando una sencilla gestión burocrática que les permitiría, además, no ser juzgados por violencia de género. No quiero ni imaginar lo desprotegidas que nos quedaríamos las mujeres con más agresores sexuales sueltos por las calles, con niñas violadas por manadas que tienen que cambiarse de ciudad mientras sus violadores siguen sus vidas tan tranquilos o perdiendo nuestros espacios seguros porque cualquier hombre podría entrar en ellos con la simple afirmación de que se siente mujer. Y como ya se sabe que la ultraderecha odia al colectivo LGTBI esa ley que tanto perjudicaría a las mujeres también sería negativa para los transexuales que verían su causa degradada por culpa de unos cantamañanas.

También es conocida la inquina que la ultraderecha siente por las personas de origen extranjero así que podrían cometer cualquier barbaridad como, qué sé yo, culpar a los inmigrantes de los malos resultados en PISA o pedirse la gestión de inmigración para expulsar a los que les molestaran.

«Se me ocurren pocas cosas peores que ensalzar a terroristas como hombres de paz»

Finalmente, no podemos olvidar que la ultraderecha se caracteriza por intentar imponer sus ideas con la violencia y, en los casos más extremos, pueden incluso justificar secuestros, extorsiones, asesinatos y atentados terroristas. Se me ocurren pocas cosas peores que gentuza que han utilizado la violencia para conseguir sus fines políticos pudieran tener poder de decisión sobre el Gobierno de mi país y de que se ensalzara a terroristas como hombres de Estado e, incluso, de paz.

Desgraciadamente, nada de lo que he acabo de narrar son futuribles y todas y cada una de estas cosas ya han sucedido en España. Sin lugar a dudas, la lucha contra el fascismo es una lucha noble porque las personas que creemos en el Estado de derecho no queremos que nos cercenen la libertad, ni que se impongan las ideas mediante la violencia, ni que se acabe con la pluralidad y la alternancia política, ni que desaparezca la separación de poderes, ni que los políticos sean una casta intocable que no tengan que plegarse al imperio de la ley. Cada uno es libre de votar lo que quiera, pero que no insulten nuestra inteligencia diciendo que todo merece la pena si así no gobierna la ultraderecha porque ellos están haciendo exactamente lo mismo que dicen combatir.

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