Del chalán Ábalos al chalaneo de Sánchez con Puigdemont
«Entonemos todos la buena nueva: ¡Menos Koldo y más Puigdemont! ¡Menos imperio de la ley y más Pedro Sánchez! Vayamos todos a chalanear a ‘La Chalana’»
Se nos acumulan los escándalos. De los chalaneos del clan de Koldo, el empleado de José Luis Ábalos, en la marisquería «La Chalana» al chalaneo de Pedro Sánchez con Carles Puigdemont para dar luz verde esta misma semana, en el Congreso, a una ley de amnistía que «blinde» al prófugo en Waterloo. La mascletá de los escándalos socialistas es ensordecedora y hay que prender las fallas. Que el jaleo lo confunda todo y nos ayude a mantener el fin superior: que Pedro Sánchez siga en el poder.
La última semana de este febrero bisiesto quedará en nuestra memoria colectiva por la avalancha de los indignados-indignadísimos socialistas. El primero fue Ábalos, con una brillante exhibición de sus ignotas (y extraordinarias) dotes de actor (¿y de director y guionista?) de la serie Pedro, al desnudo, que están emitiendo en tiempo real. ¿Se acuerdan?: «Está pasando, lo estás viendo».
La intervención completa de Ábalos para responder al PSOE que ninguno de ellos es capaz de echarle, y que les espera (pacientemente) en el Grupo Mixto, merece un puesto de honor en la videoteca de los aficionados a la comunicación política. El momento álgido llegó casi al final: «… No tengo a naaaaadie detrás. Ni al lado. Me enfrento a todo el poder político, quién me lo iba a decir, de una parte y la otra. Y lo tengo que hacer solo. Soy un mero peón que se inserta en una lucha política sin reglas…». Faltaba la coda: tan cuidada representación no podía malbaratarse con las preguntas que antaño daban sentido a las ruedas de prensa. «Ustedes tienen muchas preguntas, y yo muchas respuestas». El aviso de que las iría dando en cuentagotas debió dejar temblando a más de uno en el PSOE. Quizá por eso, a la mañana siguiente, arrancó el goteo de sus respuestas en el programa Más de uno, de Carlos Alsina.
La puesta en escena de la segunda «indignada, indignadísima» fue burda y hueca. La protagonizó la tercera autoridad del Estado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, para justificar que ella es, antes que nada, una víctima de la trama de las mascarillas que compró, avaló, almacenó por inservibles, y olvidó reclamar hasta que empezó a vislumbrar la pérdida del Gobierno balear que presidía. Está «indignadísima» y, posiblemente, con el miedo en el cuerpo hasta el día en el que el cartero llame a su puerta con un suplicatorio de parte del Supremo.
«Menos corruptelas de llevárselo crudo y más corrupción de destrozo institucional. Menos mirar el robo al contribuyente y más minar el Estado de derecho»
Indignados, indignadísimos se han mostrado también los voceros de Pedro Sánchez cuando los medios han apuntado a la magnífica relación de su esposa, Begoña Gómez, con muy destacados miembros de la trama de las mascarillas. Una trama que quizá, quién sabe, sea también la trama del rescate de Air Europa. O incluso, ¡eso sí que no!, incluya la trama de las maletas de Delcy Rodríguez y su paso por Barajas sin tocar el prohibido suelo europeo. Lo consiguió gracias a la inestimable ayuda de Koldo, de Ábalos, y del ministro Fernando Grande Marlaska. Delcy, número dos del dictador Nicolás Maduro, levitó por Barajas y alguien sacó del aeropuerto, sin pasar por control alguno, sus abultadas 40 maletas días antes del estallido de la pandemia.
Más discreto ha estado el hoy ministro Ángel Víctor Torres, también entusiasta comprador de las mascarillas (defectuosas y más que carillas) de la trama. Era presidente de Canarias y hoy es titular de Política Territorial y Memoria Democrática. Mejor quedar bajo el radar a la espera de que un escándalo aún mayor opaque los chalaneos de «La Chalana».
Y en eso estamos. Este jueves, 7 de marzo, se cumple el último plazo posible para que la Comisión Constitucional del Congreso alumbre un nuevo dictamen sobre la proposición de ley de amnistía y vuelva a elevarla al Pleno. El 30 de enero, los siete diputados de Carles Puigdemont rechazaron la ley del Gobierno en el Pleno del Congreso porque su líder fugado no quedaba suficientemente blindado. Por aquello de que no decaiga, la Mesa (que preside Armengol) decidió el 6 de febrero devolver el texto a la Comisión Constitucional con la petición de un nuevo dictamen y un plazo de quince días, que venció hace dos semanas.
Venció, pero el PSOE pidió, y obtuvo, una ampliación de plazo. Este jueves, 7 de marzo, se cumple el deadline improrrogable. Por eso, durante el fin de semana nos han ido avanzando que ésta será, otra vez, una semana de amnistía. Quizá hoy mismo, tal vez mañana, o apurando mucho hasta la noche del miércoles, nos anunciarán que, ¡por fin! hay un acuerdo para la amnistía. Es decir, que ¡albricias! el Gobierno de Sánchez ha aceptado todas las exigencias del prófugo para intentar escapar de la Justicia, volver a España (perdón, a Catalunya) como un héroe, y presentarse de nuevo (de momento) a las elecciones europeas de este junio.
El oráculo Jaume Asens nos contó este sábado cómo lo harán: «El PSOE no votará contra las enmiendas de Junts y Junts no votará en contra de la ley». Pues todos contentos. El primero, Carles Puigdemont: «Se abre una nueva etapa sin la losa del exilio», nos anunció el vecino de Waterloo este fin de semana.
Entonemos todos la buena nueva: ¡Menos Koldo y más Puigdemont! Menos corruptelas de llevárselo crudo y más corrupción de destrozo institucional. Menos mirar el robo al contribuyente y más minar el Estado de derecho que nos hace ciudadanos. En definitiva, menos es más, mucho más. ¡Menos imperio de la ley y más Pedro Sánchez! Vayamos todos a chalanear a «La Chalana».