THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

Sociedad esquilmada

«La corrupción, el latrocinio y la cleptocracia socialista solo ocultan algo incluso peor: su incapacidad, su ineptitud para el gobierno y la administración pública»

Opinión
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Sociedad esquilmada

Ilustración de Alejandra Svriz.

Se habla tanto de la corrupción que encadena al Gobierno, y por lo tanto de la responsabilidad moral del Partido Socialista, que apenas ocupa lugar el otro aspecto de la política sanchista, que es su incompetencia.

Es, sin duda, lamentable que España haya vuelto a los tiempos en que se asemejaba a la Italia de la cleptocracia. Muchos de ustedes son demasiado jóvenes para recordar que el país vecino convirtió en una espesa red mafiosa su totalidad administrativa, y que el Partido Socialista Italiano veía impotente cómo sus altos cargos estaban implicados en una trama colosal de robos al Estado. El resultado tardó unos años, pero al final el Partido Socialista Italiano desapareció y su máximo responsable, Bettino Craxi, tuvo que huir a Túnez, en donde murió en enero del año 2000. No hace tanto de eso, aunque no se hable del asunto en absoluto.

Una cleptocracia similar se instaló en Andalucía durante las décadas de poder socialista. El Koldo de hoy era entonces un personaje igualmente disparatado que gastaba miles de euros en putas y cocaína, de quien su madre decía que tenía en casa «billetes como para asar una vaca». Es chocante cómo se repite la historia socialista una y otra vez, incluso con los mismos actores y actrices.

Tan grave es el panorama de un latrocinio generalizado, gracias a un Gobierno ocupado tan sólo en resguardar su culo, que apenas queda tiempo para pensar en otros aspectos de la nefasta legislatura que estamos viviendo.

Se supone que la democracia es el gobierno que mejor permite resolver los problemas de la población y perfeccionar su vida, pero recuerden ustedes que este es un gobierno que cuando construye trenes no caben en los túneles. Que cuando gasta millones en mascarillas compra las más falsas e inservibles. Que cuando mandan a las niñas menores de edad, venidas en pateras, a los centros de protección del Estado, los allegados a la presidenta balear las regalan a la prostitución. Que cuando una unidad de la Guardia Civil consigue parar las partidas de droga que llegan a la península, el ministro del ramo la desmonta. Que a quienes organizan un golpe de Estado con terrorismo callejero, el presidente los amnistía. Que cuando ocupa Correos con un amiguito, este deja un pufo de mil millones de euros. Y cuando quiere satisfacer a su aliado marroquí importa fresa contaminada por aguas fecales.

«Sin olvidar un Gobierno que concibe una ley de protección de las mujeres tan excelente que logra liberar a los violadores»

Sin olvidar que el sector ultra feminista del Gobierno concibe una ley de protección de las mujeres tan excelente que logra liberar a los violadores ya condenados, con rebajas de pena sustanciales. O que después de contratar decenas de miles de funcionarios y asesores para aumentar su voto cautivo, la administración funciona peor que nunca.

En fin, podríamos seguir hasta la náusea, pero creo que todos tenemos los datos suficientes como para poder ahorrárnoslo. Se trata sólo de entender que la corrupción, el latrocinio y la cleptocracia socialista solo ocultan algo incluso peor: su incapacidad, su inutilidad, su ineficacia, su ineptitud para el gobierno y la administración pública. En resumen, su destrucción de la democracia.

A cambio, la parte marxista del Ejecutivo no ha logrado avanzar en la situación laboral de los trabajadores, a pesar de tener a los sindicatos en un puño. Con lo cual es de dominio público que los altísimos impuestos y tributos, casi los más altos de Europa, no sirven para nada. Excepto para enriquecer a los progresistas corruptos.

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