Puteros del PSOE

Parece ser que mujeres de izquierdas se están movilizando para echar a los puteros del PSOE. Si lo consiguen es posible que el partido tenga dificultades para configurar las listas electorales en algunas circunscripciones. La iniciativa, sin embargo, merece un aplauso porque es bueno resaltar las contradicciones y hacer limpieza. Sin duda resulta vergonzoso contribuir a la explotación sexual femenina mientras, fuera del burdel, se les llena la boca de feminismo. 

Ahora bien, no dejo de pensar si molesta más a esas mujeres de izquierdas que sus compañeros de partido se fueran de putas o que se haya sabido. Porque es chocante que no supieran nada de nada tras décadas de militancia conjunta, de dimes y diretes, de espionaje y cotilleos, de chats compartidos y demás, con tanta pasta pública de por medio. Quizá han pensado que ahora es un buen momento para echar a esos tipejos, aprovechando que se vuelve a discutir el anteproyecto de ‘Ley de Trata’.

El caso es interesante. Resulta que algunos propagandistas del paraíso socialista son amigos del dinero ajeno para pagar droga y prostitución. Para explicar la tendencia putera podríamos echar mano de los condicionantes culturales y de la tradición machista. Lo cuenta bien Beatriz Ranea Triviño, profesora de Sociología de la UCM. El consumo de prostitución se debe, dice la socióloga, a «la construcción de la masculinidad» y a los «rituales de confraternización». En este sentido, la querencia de los miembros del PSOE a los clubes de alterne se debe al tipo de hombres que son y a la conexión entre ellos. Tiene sentido: si comparten latrocinio, por qué no lupanar. 

Estas prácticas son contradictorias, insisto, porque esos feministas del PSOE que claman por la igualdad se iban de putas demandando en las mujeres prostituidas una sumisión y una complacencia que no tienen en la otra vida. En suma, y como indica Ranea Triviño, esos hombres no pagan solo por sexo, sino por la performance de que la meretriz represente un papel de ser inferior. Así, en público estos puteros hablaban del comportamiento igualitario y denunciaban la minusvaloración de las mujeres, pero en privado pagaban para obtener un sometimiento sexual.  

El asunto va más allá. Esos socialistas, no solo del PSOE, sino también de la UGT, esos sindicalistas que luchan por los derechos de las trabajadoras o eso dicen, frecuentaron los prostíbulos como parte del cierre de negocios espurios. Pensemos en Tito Berni, que fue diputado del PSOE, y en sus «acuerdos comerciales». De esta manera, irse de putas forma parte del ritual de este tipo de izquierdista masculino para sellar algún apaño de corrupción. No solo hablo de los billetes de 500 euros del amigo íntimo de Ábalos para pagar «masajes», sino de las juergas de dirigentes de la UGT andaluza en casas de lenocinio en Sevilla, Córdoba y Cádiz. 

«La prostitución, usada así por estos socialistas corruptos, es un modo de sellar una especie de hermandad viril en el crimen»

Y no es de ahora. Recordemos a Luis Roldán en 1993, al que vimos en calzoncillos rodeado de putas gastándose el dinero que robó a la Guardia Civil. Eso sí, luego, cuando este tipo de vergüenzas se hacen públicas se monta el teatrillo de rasgamiento de vestiduras y se procede a la expulsión del putero. Pero seamos sinceros. Estas cosas se saben. ¿De qué si no aquello de «información vaginal, éxito garantizado» que dijo Dolores Delgado? En realidad son asuntos conocidos que se ocultan para no dañar al partido, o para ser utilizados en el momento adecuado. 

La prostitución, usada así por estos socialistas corruptos, es un modo de sellar una fraternidad, una especie de hermandad viril en el crimen. Cuantos más secretos en común, más seguridad. Hay que confesar que esto solo lo hace de forma tan corriente el PSOE. A los corruptos de CiU, del PP o de otros partidos rara vez se les ocurre gastar el dinero público robado en putas. No sé si será una cuestión de nivel de estudios o, siguiendo la reflexión de la profesora Ranea Triviño, es que la derecha tiene un tipo de masculinidad diferente. Quizá habría que construir un modelo sociológico de masculinidad en los hombres de partidos en atención a lo que hacen, no a lo que dicen.

Lo cierto es que si la prostitución es una forma de vulnerar los derechos humanos, es preciso que esas mujeres socialistas que quieren expulsar a sus compañeros puteros lo digan abiertamente. Se antoja muy necesario que afirmen con rotundidad, sin cortarse, sin patriotismo de partido, que quien más ha pisoteado los derechos de las mujeres más vulnerables, que son las prostitutas, han sido los corruptos socialistas. 

Esas izquierdistas denunciantes deben hacerse cargo de que este daño es más grave aún si quien comete la agresión es alguien que pertenece a un partido, el PSOE, que dice abanderar el feminismo y que acusa a los demás, como el PP o Vox, de acabar con los «derechos de las mujeres». Pero ojo, quizá la responsabilidad también es de las socialistas que en su día, cuando los puteros campaban a sus anchas, miraron hacia otro lado porque no les convino denunciar.