THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

El problema moral del PSOE

«El sanchismo traslada a la gente que el éxito político radica en la mentira, el desprecio a las reglas democráticas, el pacto indigno y la polarización extrema»

Opinión
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El problema moral del PSOE

Ilustración de Alejandra Svriz.

Sufrimos hoy al PSOE con el índice moral más bajo desde 1978. El felipismo no llegó a tanto. Ni siquiera la generación de Zapatero. No hay precedentes. El sanchismo ha acumulado más palabras y actos inmorales que nadie. Repasemos. 

Los socialistas de Sánchez están amparando a los que se lucraron o hicieron la vista gorda con el dinero público durante la pandemia. Se empeñan, además, en pisotear la democracia con la ley de amnistía solo para mantener la mayoría parlamentaria que asegura su Gobierno. 

No termina ahí. En sus andanzas han mentido y se han desdicho tantas veces en cuanto a Podemos, Bildu, los indultos y la propia amnistía que ya ni les afecta cuando alguien saca la hemeroteca. Ahora han aprovechado el duelo por los atentados del 11-M para atacar al adversario político, haciendo al PP responsable de las muertes, y dando más importancia a la supuesta mentira de Aznar que a los asesinatos.  

Sé que les queda muy grande, pero han de saber que la política es una dimensión de la moral. Lo señaló Aristóteles, aunque imagino que los sanchistas prefieren publicistas y relatores. Ese vínculo entre política y moral significa que el quehacer político, las palabras y los hechos, las decisiones gubernamentales, transmiten valores y principios a la ciudadanía que componen una visión del mundo.

Adelanto la idea: el sanchismo traslada a la gente que el éxito político radica en la mentira, la tergiversación, el desprecio a las reglas democráticas, el pacto aunque sea indigno, y la polarización extrema. Esta forma de hacer política es inmoral. Lo demuestro. 

«Si pretende la destrucción del Estado de derecho solo para conservar siete votos, es rotundamente inmoral»

Si esconde a los corruptos y vive en la incoherencia despidiendo a Ábalos por lo mismo que protege a Armengol y a Salvador Illa, carece de moral. Si pretende la destrucción del Estado de derecho y de la separación de poderes, incluso de la igualdad de los españoles solo para conservar siete votos, es rotundamente inmoral. Si esos votos que desea, además, son los de un grupo que dio un golpe de Estado, cometió delitos económicos y traicionó al país pactando la desestabilización de España con Rusia, no cabe duda de su inmoralidad.  

Si al ejercicio del Poder Judicial lo llaman lawfare están diciendo a la gente que no confíe en los jueces y que no respete las sentencias. Si a la fiscalización de la actividad gubernamental que hace la oposición la llaman «obstáculo a la voluntad popular» están contando a la gente que la democracia es un dictado sin medida y deslegitiman los mecanismos de control. Eso es profundamente inmoral e irresponsable. 

Si el día que se cumplen los 20 años de los atentados del 11-M se descuelgan, Sánchez el primero, con una cadena orquestada de insultos al PP, es una inmoralidad de libro. ¿No había otro día, lugar y motivo? No es una frase que se le haya escapado a uno de sus badulaques. La coordinación, incluso contando con los secundarios de Sumar, ha sido tan evidente como vergonzosa. Un Gobierno no está para insultar a la oposición el día que se recuerda con dolor a los asesinados por los terroristas. Su deber es reconfortar a las víctimas, pero no les importa. De hecho, ni siquiera Sánchez ha tenido la vergüenza de pasar por el acto a dar el pésame. 

«Decían los clásicos que la inmoralidad y la mala política se complementan, y que un político inmoral es un mal político»

En suma, la izquierda se ha divorciado totalmente de la moral. Decían los clásicos que la inmoralidad y la mala política se complementan, y que un político inmoral es un mal político. En el caso de Sánchez es claro. El problema de este desatino es la visión de la vida social y política que transmite el sanchismo. Ha trastocado tanto los valores democráticos, incluso de la socialdemocracia más sensata, que en su mentalidad todo lo bueno y honesto es postergable mientras se consiga el poder. Lo que queda es la idea de que la democracia es despreciable si no se tiene el poder; esto es, si la derecha llega al Gobierno

Este es el verdadero problema, la mentalidad que el sanchismo está extendiendo entre la ciudadanía. Es una visión del mundo a través de unas categorías para las que la moral, como la verdad o la ciencia, son cosas subjetivas y, por tanto, moldeables al gusto del beneficiario. Este hecho se demuestra cuando cualquier denuncia de la inmoralidad de la política sanchista, ya sea por mentir, retorcer o polarizar, es contestada con el insulto de «ultra» y el señalamiento para animar a la persecución. Nos está quedando un país muy bonito. 

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