Escandalizada
«Indigna que ante la desfachatez con la que se han hecho de oro personas del PSOE o vinculadas al PSOE, la reacción sea el tú más»
He visto de todo en mis 50 años de periodista, pero nunca tan malo como estas últimas fechas.
Un presidente que presume de lo único que no puede presumir, de luchar contra la corrupción, porque la tiene delante de sus narices sin hacer ni siquiera un gesto de desagrado; al contrario, cuando la situación empieza a tomar tintes graves porque aparecen datos incuestionables, más que indicios, su reacción es actuar de forma inmisericorde contra la oposición. Es lo que hace un buen político para defenderse, pero ese buen político primero barre en casa antes de buscar la basura en casa ajena.
Una noticia que publicó THE OBJECTIVE y que apenas ha tenido eco es muy significativa: parte del gabinete de prensa que trabaja en Ferraz cobra del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso. Que se sepa, es delito. Ocurrió algo parecido en un ayuntamiento andaluz hace años, no recuerdo cuál –creo que afectaba al PP–, pagaba a parte de su personal con el dinero del grupo municipal. El PSOE armó un escándalo, e hizo bien. Pero ahora lo que escandaliza, lo que me escandaliza, es que no ha habido reacción ni en Ferraz ni en el grupo parlamentario, cuando sus dirigentes han tenido que firmar esos contratos.
Indigna que ante la desfachatez con la que se han hecho de oro personas del PSOE o vinculadas al PSOE, la reacción sea el tú más. Ni un mea culpa, ni un decir vamos a ver qué ha pasado. Ya hubo silencio ante el asunto Delcy Rodríguez, que aterrizó en Barajas aunque tenía prohibido pisar territorio europeo, y no solo recibió la visita del ministro Ábalos y su inseparable Koldo sino también del empresario que intervino en la mayoría de los negocios non sanctos que se adjudican a Koldo. Silencio ahora también ante las maletas fotografiadas en el aeropuerto de Venezuela con destino Madrid junto a unas cajas que resulta difícil creer que pueden ser tratadas como valija diplomática.
Sí, las valijas diplomáticas no siempre son carteras, pero la mayoría lo son y las hemos visto en las cintas de recogida de equipajes de aeropuertos del mundo; suelen ser voluminosas, con aspecto viejo por el uso, amplias, y siempre eran recogidas por alguien ajeno al pasaje, probablemente personal de la embajada a la que iban dirigidas.
«El PSOE arremete contra Ayuso porque el nombre de Begoña Gómez ha salido en el ‘caso Koldo»»
Sabemos también que las llamadas valijas diplomáticas con frecuencia se complementan con algunas cajas, sobre todo en época navideña. Pero … ¡docenas de maletas! ¡Y docenas de cajas! Hay gato encerrado. O algo peor que gato o gatos encerrados. Aunque escapan al control de aduanas, merecen algún tipo de revisión para que no sean utilizadas por personajes faltos de escrúpulos que a veces se mueven cerca de gobernantes también escasos de principios.
El PSOE arremete contra Isabel Díaz Ayuso, y está claro que es porque el nombre de Begoña Gómez ha salido en el caso Koldo. A la sospecha sobre la mujer del presidente se responde con la sospecha sobre la pareja de la presidenta madrileña. Ayuso se ha defendido bien, con contundencia, mientras que Gómez se mantiene en silencio, supongo que por indicación de personal del gabinete de Moncloa.
A los jueces y fiscales corresponde investigar los presuntos casos de corrupción que se puedan haber producido, si efectivamente ha habido corrupción. Pero al menos sí se puede comentar que ha sido toda una sorpresa que el departamento del Instituto de Empresa que dirige Gómez esté patrocinado por una empresa. ¿Habitual ese tipo de patrocinios en el IE?
Quizá sí. Pero ¿No debería tomarse alguna medida de precaución cuando se trata de una empresa que ha pedido ser rescatada por el Gobierno? Ahí ya parece más dudoso que sea ético ese patrocinio. Como tampoco parece ético que en los días en los que el Gobierno decidía qué empresas podían ser rescatadas y cuáles no, Begoña Gómez se reunía con los empresarios que estaban pendientes de la generosidad millonaria del Gobierno que presidía su marido… Pues qué quieran que les diga. Me chirría. Y probablemente no soy la única española a la que le chirría.
«Vamos a conocer qué significa el despiece del Estado de derecho paso a paso, según vaya marcando los tiempos Puigdemont»
A la decepción por las mentiras del presidente, por su falta de credibilidad, por negociar con quienes no negociaría ningún jefe de Gobierno democrático, y un largo etcétera de decisiones muy cuestionables, se suma la vara de medir con la que sus equipos abordan el problema de la corrupción, manga ancha total para los asuntos que pueden afectar a los suyos, y manga muy estrecha, implacable, con los que afectan a partidos de la oposición. Y no hablemos de la vara con la que tratan a sus socios, a los que aplican las leyes a conveniencia. Y si no hay forma, se cambian las leyes para que salgan limpios de polvo y paja.
La indignación ante los logros de Puigdemont a cambio de los siete escaños que le dan oxígeno a un Sánchez que pretende acabar la legislatura, no es nada comparada con la indignación que vamos a sentir los próximos meses si se cumple el calendario que han pactado los negociadores de Waterloo y los de Moncloa-Ferraz. Vamos a conocer qué significa la amargura, el despiece del Estado de Derecho poco a poco, paso a paso, según vaya marcando los tiempos Puigdemont.
De esto solo nos salvan los jueces y fiscales, ya lo hemos apuntado, y nos puede salvar Europa y su tribunal de Justicia. Y el PSOE, si las elecciones vascas, catalanas y europeas que se celebran los dos próximos meses, y que le pillan a Sánchez en mal momento. Podría haber miembros del PSOE, hoy anestesiados por Sánchez, que reaccionaran si esas elecciones demuestran que el socialismo va de capa caída con ese personaje que, aunque presidente de Gobierno, es de lo peor que ha conocido la política española.
En 50 años de periodismo nunca vi tantos motivos de escándalo. Y de tristeza.