THE OBJECTIVE
Cristina Casabón

De la comicidad

«Es, quizás, un acto de heroísmo analizar desde la comicidad nuestros dramas cotidianos. Sobre todo si éstos se explotan para vender libros o rascar votos»

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De la comicidad

Kate Middleton. | Alejandra Svriz

Calvino puso en valor la figura del poeta filósofo que se alza sobre la pesadez del mundo, demostrando que su gravedad contiene el secreto de la levedad, mientras que lo que muchos consideran la vitalidad de los tiempos, el ruido, la agresividad, la rabia y la ira atronadora, pertenece al reino de la muerte, como un cementerio de automóviles. Henri Bergson, por su parte, exponía en su ensayo La risa la división entre dos fuerzas complementarias, rigidez y comicidad. 

Para el filósofo francés la rigidez es lo cómico y la risa es la parodia que los humanos hacemos de la rigidez, basada en la mecanicidad y las dinámicas inconscientes de imitación. La clave está en que el humor traspasa algún límite, rompe un tabú o un convencionalismo; se resiste a la pesadez de la constricción. Pero en este ensayo encontramos, también, dos fuerzas en conflicto: humor y emotividad. La comicidad tiene el efecto de una bala de proyectil en un sujeto o sociedad e que se ha vuelto demasiado sentimental. 

Y si los sentimientos repelen la comicidad, ¿a quién se dirige, a quien apela ésta? A la inteligencia pura, dice Bergson. En una sociedad inteligente es probable que ya nadie llorase, pero tal vez se seguiría riendo, mientras que unas almas invariablemente sensibles, en perfecta sintonía con la tragedia, en las que todo acontecimiento se prolonga en resonancia sentimental, ni conocerían ni comprenderían la ironía, el sarcasmo…

Evitaremos ponernos nostálgicos para decir que antes se reía más y mejor. La gente tenía más gracia y si no había un gracioso cerca se echaba mano de un cuñado, o del tonto del pueblo. Ahora hay que tener cuidado con la risa, el humor y los besos robados. Pero el humor quizás no es asunto de épocas sino de minorías. Siempre ha habido unos cuantos que sonríen entre ellos en clave de humor o de maldad. 

«El mayor enemigo de la risa es la emoción»

Es, quizás, un acto de heroísmo analizar desde la comicidad nuestros dramas cotidianos. Sobre todo si éstos se explotan para vender libros o rascar votos, cuidado con las bromas. Así las cosas, admitamos que lo sano es el chiste malo, la risa burlona, la carcajada y no aquel drama cotidiano en el que muchos bracean sin rumbo, explotando el dolor, la rabia y los bajos sentimientos. 

La risa es una de las expresiones sociales que más se ha refinado en el tiempo y nuevos matices la han enriquecido. La risa de los brutos es exterior, directa, violenta y con frecuencia cruel. Nada tiene que ver la risa barroca de Nerón con el humor insinuante, la ironía o el sarcasmo del hombre civilizado. La ciencia, la antropología, la sociología, estudian hoy la risa como el fenómeno más enigmático de la conducta humana. Tenemos la sonrisa inteligente de la Mona Lisa cuya mirada se fija en todas direcciones. Tenemos la risa del político llevada a su caricatura. Hay más exceso caricatural en el sonreír perenne del presidente del Gobierno que en lo que exaltan sus críticos. La carcajada en el ámbito de la política es primitiva y pertenece a lo grotesco. 

El modelo Trump, que es el modelo americano, ofrece a la multitud una mueca de sonrisa, una plenitud burlesca, y sabemos que se ríe de sus contrincantes mientras los ametralla metafóricamente. La risa es liberadora, mientras que el odio es un vínculo humano que atrapa y consume, como un veneno destilado. El gesto en que más se conoce a un hombre libre es su sonrisa. La sempiterna sonrisa de Kate Middleton, se ha apagado y los que ayer la odiaban hoy la quieren, porque de lo uno a lo otro hay un paso. Así, con drama, odio y amor se mueve el gentío y la comicidad, sin embargo, es para los más refinados.

El estilo elegante del mundo era el humor y lo hemos sustituido por el lenguaje moralista y el victimismo. La obsesión con el buenismo y la perfección moral está empujando a Occidente a censurar todo aquello que no puede comprender, incluido el humor. El humor trastoca enigmas, secretos y debilidades de nuestras sociedades reprimidas; es el punto por el cual se revelan los tabúes y se libera todo el miedo acumulado. Parece que la comicidad solo puede producir su estremecimiento cayendo en una superficie de alma tranquila. La indiferencia es su entorno natural. El mayor enemigo de la risa es la emoción. 

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