El Senado es la Resistencia
«No le quedaba otra a Aragonés que venir a Madrid. Venía a pedir más que Puigdemont. Y así lo ha hecho»
Hace una semana el Senado, con el voto de la mayoría absoluta del PP, reprobaba a Félix Bolaños, el ministro comodín de Sánchez, por menospreciar precisamente el papel de esta cámara a la que, en una entrevista en Onda Cero, no la consideró en igualdad con el Congreso de los Diputados a la hora de acoger la soberanía nacional. En una explicación que daba miedo o risa, Bolaños, ministro de los tres poderes: Justicia, Presidencia y de las mismísimas Relaciones con las Cortes, venía a decirle a un atónito Carlos Alsina que, aunque haya dos cámaras, una, el Congreso, donde no domina el PP, es más importante que la otra, el Senado. No gustó el desaire en el Senado que también le reprobó al triministro por «tergiversar de forma contumaz»el dictamen de la Comisión de Venecia sobre la ley de Amnistía.
La ley de amnistía llega ahora a un Senado que se está convirtiendo en La Resistencia. Y no porque se le vayan a destinar como al programa de Broncano millones de dinero público durante año y medio, aunque fracase en audiencia para competir con El Hormiguero. El programa de Pablo Motos se ha convertido para la «inteligentzia» de la Moncloa en el mayor peligro electoral para Pedro Sánchez. Eso piensa el mismo Bolaños que está en todas las salsas y que sigue creyendo a supuestos gurús de la comunicación que rodean los medios públicos y privados más cercanos al gobierno.
El Senado se ha convertido en una nueva «Resistencia» al gobierno de Sánchez. Ahora contra ese proyecto de ley de amnistía que llega apestando a inconstitucionalidad, repleto de prótesis artificiales escritas por los propios beneficiados del golpe y que ha sido recocinada por dos veces para garantizar a Puigdemont que ni las investigaciones sobre terrorismo por el caso Tsunami, ni sus relaciones con agentes de Putin con la acusación de alta traición, le evite ser beneficiario de una amnistía que el gobierno y sus socios independentistas dan por hecha.
Es increíble que por sentido común, sentido ético y, sobre todo, por sentido legal, y además como avisaba la Comisión de Venecia, el gobierno no haya buscado en ningún momento que esta ley de amnistía se apruebe por una mayoría cualificada y además que lo haga por el procedimiento de urgencia y sin informes preceptivos de órganos como el Consejo Fiscal o el CGPJ. El gobierno sigue ciego en su huida hacia adelante y en el camino se ha encontrado con el Senado.
Lamentablemente el papel del Senado ha venido siendo despreciado por todas las fuerzas políticas casi desde el inicio de nuestra democracia. Lo que se pretendía como una cámara territorial derivó en un triste apeadero de figuras políticas declinantes de los partidos y en un simple paso procedimental para la aprobación de lo que se decidía siempre, antes y/o después, en el Congreso. Porque daba igual lo enmendado en el Senado que siempre se podía volver a enmendar en la Cámara Baja. Pero esta vez el PP tiene mayoría absoluta en el Senado. Y por eso nos vamos a encontrar con una ley de amnistía aprobada por el Congreso de los Diputados y rechazada por el Senado. No parece lo mejor para conseguir ese gran consenso que pedía la Comisión de Venecia.
«Nos vamos a encontrar con una ley de amnistía aprobada por el Congreso de los Diputados y rechazada por el Senado»
Pero, aunque no lo crea Bolaños y le duela a Sánchez, el Senado es una de las dos cámaras de las Cortes. Con capacidad legislativa. Es verdad que siempre legisla en segundo lugar, excepto en el caso de los proyectos del Fondo de Compensación Interterritorial. Y no hay mayor compensación territorial que la que supone una ley de amnistía que parece que viene grapada con un referéndum de autodeterminación y una financiación singular para Cataluña. No es de extrañar que el Partido Popular haya forzado una reunión de la Comisión General de las Comunidades Autónomas del Senado. Un intento de que se escuchara directamente la voz de todos los presidentes autonómicos sobre la ley de amnistía y de que se votara el informe de la ponencia del Senado que mantiene que esta ley será un golpe mortal al Estado Constitucional. Informe aprobado lógicamente por la mayoría popular, aunque la convocatoria haya estado limitada y segmentada. Por un lado, solo seis presidentes populares, por el otro el del presidente de la Generalitat, Pere Aragonés.
Cataluña tiene elecciones el 12 de mayo. Puigdemont se cree un libertador nacional. Su populismo caudillista hace que hasta le sobre su partido Junts. Pero lo cierto es que en estos cuatro meses ha hecho morder el suelo a Pedro Sánchez. No una vez, sino varias veces y con alevosía, publicidad y a veces sadismo. Ha exprimido a los socialistas todo y más. Ha hecho retorcerse sobre sus palabras a Sánchez, a sus ministros y a todos sus cargos. Todos ellos están ya marcados para siempre por una hemeroteca en la que Puigdemont pasó de ser un prófugo que había que entregar a la Justicia, a convertirse en el gran muñidor de la convivencia en Cataluña. De todo se rio Puigdemont y a todo añadía siempre el referéndum y la independencia. Y eso en campaña duele, especialmente a sus rivales de ERC.
No le quedaba otra a Aragonés que venir a Madrid. Lo vendió a los suyos diciendo que iba a trolear al PP. Venía a pedir más que Puigdemont. Y así lo ha hecho. Se ha reído de las resistencias primerizas de Sánchez, Iceta e Illa, a una amnistía. Y ahora avisa que el referéndum de autodeterminación será también inevitable y la financiación singular para Cataluña. Quieren gestionar, recaudar, manejar y decidir sobre todo lo que tributan y que, cómo pasa con el concierto y el cupo del País Vasco y Navarra, el resto de los españoles sufraguemos sus gastos diferenciales. Lo dicen y lo malo es que la mayoría de los españoles nos tememos lo peor. Entre las negativas socialistas y las exigencias independentistas, la experiencia de los últimos años hace que casi todos creemos que al final, Sánchez cederá y pagará con derechos y dineros del resto de los españoles.
Solo seis presidentes autonómicos han contestado a Aragonés en el Senado que esta vez sí se ha quedado a escucharlos. Todos han rechazado su análisis de una Cataluña maltratada y ese plan de ruta que acaba en un referéndum y en una sobrefinanciación. Seis presidentes populares y uno de ERC han escuchado y han contestado. Nada en común. Pero han hablado en sede parlamentaria. En el sitio que hay que hacerlo. Por eso duele la ausencia y el nuevo menosprecio de los socialistas al Senado. Nadie del gobierno. Ningún presidente autonómico socialista. Pareciera que Sánchez, Bolaños y demás socialistas prefirieran hablar y negociar en mesas secretas en el extranjero, sin luz ni taquígrafos. Mesas en la que los independentistas acaban consiguiendo más de lo que imaginan y donde un gobierno de un estado democrático y de derecho se sienta ante mediadores internacionales para subastar nuestro estado de derecho y nuestra antigua igualdad de los españoles ante la ley.
Ahora llegan las peticiones de comparecencia en la comisión del caso Koldo. Desde el Congreso intentan empatar con comisiones ventilador. Pero el caso Koldo sigue abierto y nuevos nombres aparecen: Air Europa, y sobre todo las vinculaciones políticas de la balear Armengol y del canario Torres que van a dar mucho que hablar en la cámara alta. Y se guardan de momento algunos nombres. El Senado es la Resistencia.