THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

La verdad quita votos

«El éxito de los ‘bilduetarras’ va más allá de ganar. No se trata tanto de gobernar, como de imponer la hegemonía, asustar en Moncloa y azuzar en Navarra»

Opinión
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La verdad quita votos

El coordinador general de EH Bildu, Arnado Otegi, y el candidato abertzale, Pello Otxandiano. | Europa Press

Solamente al PNV le gusta que salga ETA en campaña electoral. Al resto le ha molestado. Todos los partidos en liza habían tratado de ocultar la verdad. Ninguno quería hablar de que fue una banda terrorista que asesinó y que hoy tiene una coalición que la defiende. Los equipos de campaña hicieron cálculos de cómo afectaba al electorado de unos y otros, y decidieron que no había un elefante en la habitación.

Los socialistas vieron al principio la evasiva de Otxandiano como un marrón. La declaración del candidato de Bildu dejaba al descubierto que el PSOE está pactando en Moncloa y en Navarra con los amigos de los terroristas. Incapaces de borrar la noticia, los sanchistas pronto sacaron lo positivo: hablar de ETA alienta el miedo a Bildu, lo que fomenta el voto al PNV, que es su aliado favorito para después de las elecciones. Decidieron entonces seguir la misma estrategia que en los comicios gallegos; esto es, propiciar el crecimiento del socio preferente. Hablando de ETA inoculan el pánico y la vergüenza a que gane Bildu, y esto lleva al votante conservador a decidirse por el PNV, y no por el PP.

Los populares saben esto, de ahí sus consignas. Javier de Andrés, el candidato del PP, aspira a tomar votos tradicionales del PNV -ellos dicen «prestados» o «robados»- y en menor medida del PSE. Por eso han adoptado un discurso con dos ejes: un regionalismo suave, «amable» que diría Bendodo, y, por tanto, simpático para el conservadurismo vasco, y, por otro lado, la dichosa gestión económica, «lo que importa a la gente». En cuanto los populares supieron que la verdad, que ETA era una banda terrorista que asesinó, alimenta al PNV, su competidor, borraron la mención en su campaña. Pero las noticias son las que son, y hay que opinar. Su solución ha sido decir que socialistas y peneuvistas han blanqueado a Bildu; es decir, presentar a sus competidores como cómplices del brazo político de ETA.

«Bildu no pierde votos aunque diga que ETA fue una banda terrorista. Su problema es que la mención a ETA beneficia al PNV»

Pello Otxandiano metió la pata, no en la respuesta a si ETA era una banda terrorista, sino en no tener una contestación preparada, un escenario previsto. Bildu no pierde votos aunque diga que ETA fue una banda terrorista. Su problema es que la mención a ETA beneficia al PNV. El éxito de los bilduetarras va más allá de ganar votos y escaños. Es mostrar que se inicia un nuevo ciclo en el País Vasco. Su victoria sería la culminación de la nueva fase que definió Otegi: vamos a conseguir con la política lo que no logramos matando. No se trata tanto de gobernar, como de marcar territorio, imponer la hegemonía, asustar en Moncloa y azuzar en Navarra. Con ese hito, ganando, aunque gobierne el PNV con el PSE, tendría cuatro años para culminar el transformismo.

Por eso Bildu quiere ahora esconder a ETA, porque una victoria del PNV detiene su ascenso. Después de tanto tiempo abrazados a Sánchez con la Ley de Memoria Democrática y la Ley de Vivienda, no les apetece volver a hacer de chantajista secundario en Madrid. Otegi no dejó su puesto a Otxandiano por una renovación generacional, sino por alejar al elefante de ETA de la campaña electoral y no alentar el voto al PNV. Toda esa propaganda para parecer un partido progre, feminista y ecologista habría sido un disfraz inútil si no se gobierna o se gana. Otros cuatro años sin esa ventaja y con esa máscara es mucho, sobre todo con el riesgo de que Sánchez desaparezca de la escena política española. Si el socialista, máximo valedor de Bildu en Madrid, se va, Bildu perdería el paraíso en el que habita.

Bildu sostiene hace tiempo que vivimos una ocasión irrepetible para la independencia. Calaron a Sánchez a la primera. Otegi, por ejemplo, dijo en noviembre de 2019 que había que «aprovechar esta oportunidad histórica de cambiar el Estado». Dos años después, cuando Sánchez se sentó con Aragonès en una «mesa bilateral», dijo que aplaudía que se abriera el «debate soberano» porque Bildu no se había movido de su objetivo. Y en marzo de 2024 lo recordó: «La independencia no llegará si antes no llegamos a los gobiernos y esos gobiernos tienen que ser gobiernos con propósito. Seguramente gobiernos con otros».

Esos «otros» podían ser el PNV, al que tendió la mano hace poco, y el PSOE, su socio en Navarra. Pero esto necesitaba mucho blanqueamiento y olvido, no mencionar la verdad, no mentar a la ETA asesina, sino hablar de feminismo, progresismo y campos floreados. Mala suerte.

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