El siguiente atraco
«Como la realidad no se amolda a los planes que los burócratas de turno han escrito en sus papeles, ya tenemos el terreno abonado para la siguiente ola de intervencionismo»
La destrucción de la demanda eléctrica se intensifica en Europa. Cada vez consumimos menos electricidad y hay quien ve esto como algo positivo. Nada más lejos de la realidad. No estamos consumiendo menos porque estemos haciendo bien las cosas, sino porque estamos destruyendo la industria. Esto es malo para todos y únicamente puede tener una lectura positiva por parte de esos que nos quieren pobres y sumisos.
La demanda de electricidad en Europa, en el primer trimestre, ha sido un 5% inferior al mismo periodo del año pasado y un 6% inferior al de 2021. Esto ha ocasionado que la proporción de energías renovables en la producción de electricidad haya aumentado. Pero no porque las renovables hayan producido mucho más, sino porque la demanda ha disminuido significativamente en los dos últimos años. Para muestra un botón, la producción de eólica en Europa ha sido en realidad más baja que el año pasado.
Como bien saben ustedes, uno de los objetivos fundamentales de la transición energética es electrificar la sociedad. Es decir, conseguir que muchas de las actividades que ahora llevamos a cabo con combustibles fósiles pasen a realizarse con electricidad y que ésta se produzca a partir de fuentes no emisoras de gases de efecto invernadero. Sin embargo, atendiendo a los datos de demanda eléctrica en Europa, estamos claramente fracasando. ¿Cómo vamos a estar electrificando la sociedad si cada año que pasa consumimos menos electricidad?
Como la realidad no se amolda a los planes que los burócratas de turno han escrito en sus papeles, ya tenemos el terreno abonado para la siguiente ola de intervencionismo. Esas olas que nunca consiguen lo que pretenden, pero que en el camino nos hacen a todos más pobres. ¿Cómo lo consiguen? Haciendo artificialmente caros bienes totalmente imprescindibles para nuestra sociedad. Primero lo hicieron con el mercado de emisiones de CO2 para la electricidad, lo que hace que nuestra factura de la luz sea artificialmente más cara. Y ahora vienen con la siguiente ronda de atracos sin piedad.
Ahora les toca el turno a los sectores del transporte y la construcción. No contentos con haber inflado las facturas eléctricas de toda Europa y estar asfixiando a la industria hasta límites inconcebible, ahora van a ir a por usted porque no se ha comprado el coche eléctrico que ellos quieren que usted se compre. Y pretenden conseguirlo a base de inflar artificialmente los precios de la gasolina para que usted no sea capaz de pagarla y contemple el coche eléctrico como una alternativa viable. O directamente no tenga coche, que es lo que en realidad pretenden.
Estamos hartos de escuchar a los gurús de la transición energética decir cosas del tipo: «hay que conseguir que las alternativas fósiles sean más caras que las alternativas no fósiles». Es el mundo al revés. Como la alternativa no fósil al transporte (coche eléctrico) no ha conseguido superar todavía en expectativas a la alternativa fósil (coche normal), lo van a hacer ellos desde sus poltronas ministeriales. Es una auténtica barbaridad. Las cosas realmente funcionarían si la alternativa no fósil fuera más barata que la fósil. Si esto fuera así, no tendrían que obligarnos a nada, cambiaríamos nosotros solos sin que nos tuvieran que forzar.
A lo largo de la historia nadie tuvo que obligar a las industrias ni a las personas a cambiar de la madera al carbón, o del carbón al petróleo. Lo hicieron de manera espontánea porque eran fuentes energéticas mejores, fuentes que ofrecían más ventajas. Por eso tuvieron lugar esas transiciones energéticas. Ahora tienen que obligar a los ciudadanos a hacer algo que no quieren, y lo pretenden hacer a las bravas. No es lo mismo, ni de lejos, conseguir que el vehículo eléctrico sea más barato que el de combustión, que hacer que este último sea más caro que el eléctrico. Lo primero se consigue con I+D, con desarrollo, con tecnología. Lo segundo se consigue mediante la coacción estatal a base de impuestos.
«Si de verdad queremos hacer una transición hacia el vehículo eléctrico, ¿por qué no dejamos entrar libremente en Europa los coches chinos que son mucho más competitivos?»
Y no solo esto, sino que, simultáneamente, pretenden hacerlo mientras enarbolan una política arancelaria que nos condena a todos a pagar más por algo que realmente vale mucho menos. La industria automovilística europea es líder mundial en motores de combustión. Pero, lo siento mucho, en vehículos eléctricos nos han arrancado las pegatinas a nuestros compadres asiáticos. Si de verdad queremos hacer una transición hacia el vehículo eléctrico, ¿por qué no dejamos entrar libremente en Europa los coches chinos que son mucho más competitivos? Por poner un símil, si el despegue de la energía solar lo hubiéramos tenido que hacer con paneles solares a precios de producción en Alemania, estaríamos apañados.
O hacemos una transición energética o protegemos la industria europea. Las dos cosas a la vez no se pueden hacer sin exprimir hasta la médula a los ciudadanos que se están empezando a hartar de tanta política climática. Por si todo esto fuera poco, los que más van a sufrir son, obviamente, los que menos tienen. Los que no puedan pagar la gasolina, o la calefacción de sus casas, o los que vayan a sufrir para llegar a fin de mes cuando la inflación se dispare.
Si suben los precios de los carburantes, subirán los precios de todo. Bombear agua para el regadío será más caro, los precios de los fertilizantes, pesticidas e insecticidas serán mayores, el coste del transporte de los alimentos subirá y la comida costará más en los supermercados. El gobierno ocultará esto cambiando la forma en la que se calcula la inflación, pero únicamente servirá para burlar a su masa borreguil de acólitos siervos. Lo notaremos todos en el bolsillo, también ellos, pero se las arreglarán para mirar hacia otro lado mientras buscan algún chivo expiatorio que les permita continuar viviendo en su mundo imaginario donde los malos siempre son otros. Se acercan tiempos difíciles, desde aquí hasta 2030. No van a conseguir lo que escribieron en un papel, pero en el camino nos van a quitar lo que haga falta. Estén preparados.