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Tadeu

La guerra regional de baja intensidad de Netanyahu

«Se hace más sangrante el doble rasero respecto a Ucrania: los bombardeos rusos no se toparán con ninguna cúpula de hierro aliada…»

Opinión
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La guerra regional de baja intensidad de Netanyahu

Netanyahu. | Alejandra Svriz

Nada más peligroso hay que los conflictos entre países cuya política exterior viene dictada por la interior. Como bien dice Félix Ovejero: “Fuera de sus fronteras, las democracias y las dictaduras resultan indistinguibles”. Y no se trata aquí de ninguna farisea equidistancia, pues Israel es una democracia (con sus defectos, como la mayoría, si bien fomentar las ocupaciones en Cisjordania no es moco de pavo) que tiene todo el derecho (y hasta la obligación) del mundo a defenderse, mientras que la República Islámica de Irán es una dictadura (sin ninguna virtud, como la mayoría) uno de cuyos principales objetivos fundacionales es la destrucción del estado judío, y, por consiguiente, un estado delincuente e infrecuentable. 

El actual intercambio de golpes directos entre ambos países, inédito históricamente, supone técnicamente una guerra; y como Israel ha contado con la imprescindible ayuda de sus aliados occidentales y árabes regionales (Jordania, Arabia Saudita), es ya una guerra internacional más que regional (en la que Albares se llama a andana, como era de esperar). 

Sin embargo, al menos mientras no haya víctimas mortales allende o aquende las fronteras respetivas, es una guerra para las galerías locales. Que son la de una dictadura y la de una democracia, lo cual significa que en Irán reforzará al régimen abyecto mientras que en Israel puede debilitar al régimen, ya de por sí bastante cuestionado. 

Dicho todo lo cual: ¿por qué decide Israel abrir un nuevo frente? ¿Acaso el ataque al consulado iraní en Damasco era la mejor manera de proseguir su legítima ofensiva para acabar con el grupo terrorista Hamás y forzarlo a liberar a los rehenes judíos?  ¿Hicieron bien gran parte de los países occidentales en no condenar inmediatamente el atentado, que violaba las normas internacionales más elementales, por mucho que los generales iraníes asesinados estuvieran verosímilmente complotando contra Israel?

¿No estará Netanyahu elevando conscientemente el nivel de riesgo en su país para hacer olvidar tanto su fragilidad política (es objeto de muchas críticas de la izquierda y sigue arrastrando varios casos de corrupción) como la incompetencia de los servicios de inteligencia, que no supieron anticipar el ataque del 7 de octubre?  Algún día, alguien pagará el precio político de lo ocurrido en aquella jornada sangrienta. Y a pesar de la guerra habrá algún día urnas. 

Por su parte, para el corrompido y abominable régimen de los ayatolás, con una economía en mínimos, una inflación disparada y un descontento que no cesa en las calles y que alimenta una irrefrenable pulsión de libertad, cualquier arrebato bélico y nacionalista puede tener efectos lenitivos. Pero también una guerra que dañase al ejército podría ser la antesala a la caída del régimen…

Finalmente, mientras Estados Unidos y Europa asisten a la guerra y asisten Israel, se hace más sangrante el doble rasero respecto a Ucrania: los bombardeos rusos no se toparán con ninguna cúpula de hierro aliada y la ayuda armamentística aliada corre el riesgo de ir menguando conforme la guerra en Israel se eternice. 

Coda 1) Vasco-descontadas

Se ha medio animado la campaña en el tramito final, por las declaraciones del joven bilduense o bilduita o bilduorro, el muñeco de Otegi, el de las gafas sin graduar, Pello Otxandiano, para quien la ETA fue apenas un “grupo armado”, es decir, una milicia regular. Sólo le faltó añadir “del pueblo”. Oh, qué escándalo, quién lo iba a decir… mentar a la bicha, mejor dicho a la serpiente del hacha. Hasta ERC, su socio europeo, se permite desmarcarse retóricamente del pasado sangriento bilduetarra. 

Y es ahora cuando el socialismo, estando ya todo decidido, va y se rasga las vestiduras, a lo coronel francés en Casablanca con el juego ilegal en el tugurio donde cobra sus sobornos. ¡El dolor de las víctimas!

Parece que el desliz semántico puede arrebatarle esta noche a Bildu la victoria en las urnas, desmintiendo la tendencia, el par de puntos de ventaja que le llevaba hasta hace nada al PNV. Grupo armado. Cachis. De haber dicho “banda”…

Sea como fuere, ya tiene Sánchez (que es quien decide y de quien todo pende y depende) la excusa perfecta para seguir apoyando al PNV, aunque ganase Bildu. Y es que siempre son más difíciles de allegarse en Madrid los apoyos del PNV o de Junts (partidos en los que late una pulsión derechista y una tentación inconfesada de pactar con el PP, como en los buenos viejos tiempos) que los de la izquierda, ya sea Sumar o Podemos, como BNG, ERC y Bildu, siempre abocados a respaldar al socialismo, esa palabra mágica que sigue gozando de un incomprensible prestigio.

El problema no es a cuál de los dos nacionalismos apoyará el PSOE, pues ambos se van pareciendo más que nunca: el problema es una población local que vota mayoritariamente, a izquierda y derecha, el no sentirse miembros del Estado al que pertenecen y al que sus representantes muñen sin rebozo.

Una población vasca macarra que ha logrado vivir de España.

Algún día tanto dislate acabará pasando factura y habrá que empezar a imaginar, como dice Trapiello, una nueva España, sin Cataluña y el País Vasco. Una, pequeña y libre.

Coda 2) Paso perdido

Ramón Paso: otro farandulero al que se acusa de abusos y acosos sexuales en serie. Si bien no deja de sorprender el elevado número de las supuestas víctimas —y sin descartar por eso mismo cierto efecto llamada—, se repite una vez más la consuetudinaria presunción de culpabilidad, esa misma que ha llevado al actor Pepe Viyuela a retirarse y a obligar a anular, ipso facto y sin cruzar una palabra con el interesado, de la función escrita y dirigida Fernando Paso, Jardiel enamorado, con esta gloriosa frase programática: “No voy prejuzgar a Ramón Paso, pero me posiciono al lado de las víctimas”. Menos mal que no prejuzga. 

El dramaturgo, ocurra lo que ocurra en sede judicial, ya se puede darse por perdido en su vida civil, artística y probablemente hasta familiar. Visto el habitual terror mediático desatado contra los “artistas acusados por mujeres”, sólo un régimen judicial de excepción, con un secreto absoluto de las actuaciones, podría mantener vivo el principio de presunción de inocencia

Aquí un “Cuento del criado”, una distopía políticamente incorrecta, en la que los hombres han de ser reeducados para perder su masculinidad genéticamente tóxica. Menos mal que lo ha escrito una checa.

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