Sánchez y la IA
«Sánchez es hombre de su tiempo y se ha dado cuenta de que estamos un poco rezagados en materia de IA y se ha propuesto arreglarlo sin pensar en las dificultades del empeño»
Las cosas en política pasan con tanta prisa que se nos olvida analizar asuntos de importancia. Esto es lo que ocurre con nuestro presidente, que siempre está en otra casilla cuando tratamos de fijar su posición sobre el tablero. Para quienes se acostumbraron, de alguna manera, a la parsimonia de Rajoy, este presidente tiene la dinámica de un dibujo animado de la época del «correcaminos».
Seamos justos con él, aunque no sea más que por aclararnos. Ahora está con lo de Hamás y poniendo a Israel en su sitio, tarea completamente quimérica salvo para alguien que tenga dos de las cualidades más notables del inquilino de la Moncloa, una increíble capacidad de superar el fracaso y una cierta capacidad para olvidarse de que la realidad es más cruda y menos flexible que cualquier bello gesto.
Pero seducidos por el atrevimiento de su iniciativa internacional en este casi centenario berenjenal del oriente medio podemos cometer la injusticia histórica de olvidarnos de alguna de sus más importantes proezas. En mi humilde opinión, su última hazaña política ha pasado muy inadvertida y merece un comentario elogioso. No me refiero a sus hábiles estrategias para hacer de Cataluña un balneario político, por intenso que sea el escepticismo de tantos sobre el éxito de tal empeño, una tarea ya colmada y que estoy seguro no le ocupa sino una parte mínima de sus pensares.
Pedro Sánchez es hombre de su tiempo y se ha dado cuenta de que estamos un poco rezagados en materia de IA y se ha propuesto arreglar este asunto sin pararse a pensar en las dificultades del empeño. Sánchez se crece como nadie ante la adversidad y tiene una fe política en su liderazgo capaz de allanar con un gesto las montañas más imponentes. Baste recordar la celeridad con la que nos sacó de la epidemia evitando cerca de medio millón de muertos e impulsando con vigor los proyectos de varias vacunas españolas que prometían una eficacia tan rápida como pasmosa y gastando en esa aventura científica cifras ridículas comparadas con las inversiones multimillonarias de las multinacionales farmacéuticas, que siempre van a lo suyo, como es bien sabido.
La IA no es una tecnología en la que España esté brillando a la altura que merece y Sánchez se ha propuesto acabar con ese injusto retraso, no en vano uno de sus lemas es «que nadie se quede atrás». No crean que invento nada, ya digo que la fulgurante actividad del presidente amenaza con borrar las huellas de sus iniciativas más brillantes y eso significa que luego se las podría atribuir cualquier facha, por ejemplo.
Pedro Sánchez comunicó la gran nueva en la inauguración del reciente Mobile World Congress celebrado en Barcelona. El presidente del gobierno de coalición anunció que iba a crear un «gran modelo de lenguaje de inteligencia artificial» entrenado íntegramente en español y, no podía faltar, también en la rica diversidad de lenguas cooficiales. Sánchez pretende, son palabras literales, que España «juegue un papel relevante a nivel internacional en el desarrollo de la inteligencia artificial». Para evitar suspicacias en las naciones hermanas se advirtió de que todas ellas podrían incorporarse a un proyecto tan portentoso.
Y ¿cómo se hará real tanta belleza? Es lógico que Sánchez no necesite entrar en los detalles más pormenorizados del asunto, para eso ya está el tropel de vicepresidentas, el señor Bolaños que está en todo o, sin ir más lejos, Irene Lozano que además de escribir los libros que Sánchez piensa, lo que no deja de ser un ejemplo bastante estupendo de una IA muy avanzada, es lingüista, o sea que muy bien podría ponerse al frente de la cosa.
Sánchez es de esas personas que no se andan con minucias, que va sembrando ideas, desfaciendo entuertos, adivinando el futuro, es decir, un político de los que no abundan, pero, a diferencia de Zapatero que también tenía grandes proyectos, como su muy ambiciosa alianza de civilizaciones, no se queda abobado contando nubes, sino que se sube al Falcon y se pone a arreglar lo de Palestina, por ejemplo.
«Uno de los grandes atrasos que más hondamente afectan a España es nuestra carencia de una política científica capaz de ponernos a la altura de países con los que deberíamos poder equipararnos»
Uno de los grandes atrasos que más hondamente afectan a España es nuestra carencia de una política científica capaz de ponernos a la altura de países con los que deberíamos poder equipararnos, pero nuestras administraciones se suelen ocupar de que la ciencia no cometa disparates ni haga gastos dispendiosos, mantiene a los pocos científicos que tenemos en un estado indefinido y azaroso para que no molesten. Pedro Sánchez es de los pocos que podría acabar con esta postración y yo quiero suponer que su proyecto de potenciar la presencia española en el desarrollo de la IA va en esa línea ambiciosa e imaginativa.
No quiero ser malpensado, aunque sea por una vez, e imaginar que lo que persigue Sánchez es una mejora de las administraciones semejante a la que han experimentado con la digitalización, algo que cualquier español puede comprobar por sí mismo y que ha conseguido aliviar la ímproba carga de trabajo que cae sobre las fatigadas espaldas de tantísimos funcionarios y, más aún, de los innumerables asesores y personal de confianza que consiguen, día a día hacer la vida de todos, y de todas, por descontado, más fácil, segura y agradable.
Ahora no siempre es fácil que un hospital público, por ejemplo, pueda hacerse con el historial de un paciente que, por inadvertencia, ha decidido enfermar de cierta gravedad lejos del centro sanitario que le corresponde, pero seamos optimistas, seguro que esto lo arregla la IA de Pedro Sánchez. Nos acercamos pues casi al reino de Jauja cuando el médico le pregunte al ChatGPT público «¿qué enfermedades tiene José Pérez y qué medicinas está tomando?».
Será cosa de un mini segundo y todo estará claro, tal es la ventaja que vamos a tener con la IA de Sánchez, así que, por si no han caído en la cuenta, lo que Sánchez ha conseguido es que nos saltemos varias generaciones tecnológicas, algo así como si hubiésemos pasado del teléfono de dial para marcar y enganchado a la pared al smartphone alimentado por una pila solar, que todavía no ha salido.
Hay muchos españoles que dicen no estar de acuerdo con Sánchez, de todo tiene que haber en la viña del Señor, pero nadie con un mínimo sentido de lo que significa el progreso y la invención debiera dejar de reparar en la capacidad de Sánchez de anticiparse al futuro. Su apuesta por la IA tendrá consecuencias históricas, lo malo es que no sé si será posible que los que tendrían que hacerla realidad estarán a la altura o pasará como con lo de las vacunas, pero reconozcan que será injusto echar la culpa a Sánchez de tanta incompetencia heredada. Él apunta generosamente al mejor futuro mientras otros se quedan anclados en el pasado, así son las cosas.