Todo es posible para Sánchez
«En una maniobra de escape, el presidente ha vuelto a demostrar cómo es capaz de todo. Incluso fingir un chantaje emocional con tal de marcar campaña»
Hace unos meses nos encontramos con un calendario que venía marcado en rojo con varias citas electorales: gallegas, vascas y europeas. Luego, el fracaso de Pere Aragonès en conseguir aprobar unos presupuestos le llevaron a la huida hacia adelante de intentar minimizar daños y convocar anticipadamente también las elecciones catalanas. Cuatro citas electorales en muy poco tiempo. Citas que junto al tortuoso camino de la ley de amnistía se han convertido en la única actividad política real del Gobierno de Pedro Sánchez, acobardado y paralizado en sus intenciones legislativas por las amenazas cumplidas de Puigdemont de convertir el Congreso en un mercado chantajista cada vez que se necesiten sus siete votos. Por si fuera esto poco, el caso Koldo, las actividades de Begoña Gómez y las comisiones de investigación de Senado y Congreso han congelado aún más a Sánchez. Pero, en una calculada maniobra de escape, el presidente nos ha vuelto a demostrar cómo es capaz de todo. Incluso de fingir un chantaje emocional a todo el país con tal de marcar campaña y movilizar a los suyos. Sin importarle nada, ni nadie, más que él mismo y su poder.
Él quería marcar el arranque de la campaña electoral catalana y lo hizo.
Una vez superado el ruidoso teatro lastimero presidencial de sus cinco días de abstinencias y una vez confirmado el incuestionable triunfo de Salvador Illa, veremos quién acaba al final en el sillón del president de la Generalitat.
Nos quedan todavía las europeas. Si echamos la vista atrás, veremos que en estos meses hay paisajes de cada uno de los partidos que pudieran parecer una cosa y finalmente son otra muy distinta. En Galicia, por ejemplo, el PSOE se puso por objetivo que el PP no renovara la mayoría absoluta y no lo consiguió. Feijóo respiró tranquilo, Galicia le respondió pese a sus sorprendentes errores de campaña. Los socialistas no solo no consiguieron ese objetivo sino que acabaron siendo tercera fuerza tras el BNG. Quisieron hacernos creer que estaban contentos con los datos de los nacionalistas gallegos porque lo celebraron como si fueran suyos. Pero no lo eran, ni lo son.
También celebraron el triunfo del PNV y el gran crecimiento de Bildu como si fueran apoyos al propio gobierno de Sánchez. Es cierto que en el País Vasco su tercera posición les permite de nuevo ser decisivos y repetir gobierno con el PNV.
«En Cataluña sí ha habido datos históricos. Los peores resultados independentistas o nacionalistas catalanes desde 1980»
Sánchez volvió a demostrar su falta total de escrúpulos cuando todos los socialistas con la boca pequeña señalaban durante la campaña la escasez ética de esa misma Bildu a la que habían regalado Pamplona y a la que una vez pasada la cita electoral, recuperan de nuevo como gran y fiel socio aliado ejemplo de pureza democrática. Dos socios muy distintos, empatados y que nunca paran de exigir. Por un lado, el apoyo de un partido de derechas, foral y tradicionalista como el PNV que ha bajado y que ha perdido el voto joven en su tierra y por el otro, el apoyo de un blanqueado EH Bildu que crece y con enormes ansias de concretar y cobrar ya algunos avances soberanistas a Pedro Sánchez. Aunque visto el descalabro independentista en Cataluña no parece el mejor momento para que Otegi juegue a tirar de la soga de un Gobierno que pende cada vez de menos hilos.
Porque en Cataluña sí ha habido datos históricos. Los peores resultados independentistas o nacionalistas catalanes desde 1980 en votos y escaños. Desde 1980, desde antes del golpe del 23-F. Desde los tiempos de UCD.
De nada más importante podria alardear Pedro Sánchez. Son datos incuestionables que bien pudiera pretender presentar como obra suya si ese alarde no le pusiera en peligro sus apoyos.
Salvador Illa gana con clara ventaja y podría gobernar en coalición con la nueva ERC que surja tras la respetable dimisión de Aragonès y con los restos de los Comuns. Pero estamos hablando de Pedro Sánchez. Lo que pudiera vender como un logro histórico se amortigua o se silencia en un bosque de ambigüedades esperando a ver que hace finalmente el prófugo de Waterloo. Puigdemont ya le ha hecho en estos meses pasados, como dijo que le haría, «mear sangre» y ahora tiene más ganas de más sangre. Quiere gobernar como sea en Cataluña en un estrategia basada en una amenaza permanente a la cabeza del Gobierno en minoría en Madrid. Uno por otro. El líder de Junts espera ser amnistiado pronto. De momento, la ley sigue su travesía aunque esté rompiendo los engranajes constitucionales. Una ley que ya está de vuelta en el Congreso con el rechazo mayoritario del Senado enfrentando en contradicción a las dos cámaras en las que reside la soberanía nacional.
Una ley que es también esperada en Bruselas con muchas reservas y que es indudable que en cuestión de segundos será derivada al Tribunal de Justicia de la Unión Europea. La gran duda es si será suspendida cautelarmente de forma automática o tras un plazo de tiempo. Y en ese plazo de tiempo qué puede suceder.
«Es tal el cúmulo de circunstancias político y jurídicas, de carreras de egos por conservar o recuperar el poder, de escándalos de corrupción que sobrevuelan nuestra vida política, que todo es posible»
Mientras, al PP no le fue mal, al contrario, le fue muy bien en Cataluña a pesar de las reticencias de Feijóo hacia un candidato como Alejandro Fernández, que lo da todo siempre con coherencia y que le ha multiplicado por cinco sus escaños. Cuarta fuerza, la que más crece, y a verlas venir con lo que vaya a ocurrir. Sea lo que sea, puede sacarle mucho partido en las europeas.
Todo esto en medio de la campaña electoral europea. Solo Tezanos y Puigdemont confían en que Sánchez lo arregle todo. Pero es tal el cúmulo de circunstancias político y jurídicas, de carreras de egos por conservar o recuperar el poder, de escándalos de corrupción que sobrevuelan nuestra vida política, que todo es posible. Es posible que Illa sufra un nuevo 155 por parte de Pedro Sánchez o que Puigdemont intente dar alas a la caída de Sánchez en Madrid. Todo es posible con Sánchez de por medio. Esperemos que casi todo