THE OBJECTIVE
Antonio Caño

La verdadera máquina de fango

«El auténtico peligro es el de los políticos que distorsionan la realidad y agudizan la división para presentarse como salvadores»

Opinión
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La verdadera máquina de fango

Feijóo, Sánchez y Abascal. | Ilustración: Alejandra Svriz

¡Qué triste fin de semana de mayo! En un rincón del panorama nacional, Abascal reunía en Madrid a sus socios de la derecha populista para anunciarnos una guerra contra los valores sobre los que se ha construido Europa en los últimos setenta años. En el rincón opuesto, fingiendo alarma, Sánchez se presentaba como la única solución contra esa amenaza, ocultando que él mismo se ha encargado de destruir los valores sobre los que se ha asentado nuestra convivencia en el último medio siglo.

A esto pretenden reducir la política española, a este duelo maniqueo entre dos alternativas que crecen en el enfrentamiento y la división. Una es una vieja conocida en Europa. El populismo derechista está asentado en el territorio del continente y es casi seguro que avance en las elecciones del 9 de junio, ante la impotencia del liberalismo y la socialdemocracia, desbordados por la polarización, la falta de ideas y de líderes. La otra alternativa que se nos ofrece en España es de raigambre más latinoamericana que europea. El populismo caudillista de Sánchez es todavía una extravagancia entre la izquierda del continente, tanto que a muchos les cuesta aún identificarlo.

En el medio, nos queda un Partido Popular que parece aturdido ante este combate entre los más camorristas. El PP es incapaz de crear su propio marco de debate. Es cierto que Abascal y Sánchez dejan poco espacio para la moderación. También lo es que el presidente del Gobierno ha impuesto el principio de que la consecución del poder lo justifica todo y lo perdona todo, un principio criticado, pero al que le cuesta no sumarse el PP. Tampoco Feijóo ha sido capaz de salirse de esa endiablada dinámica y conectar con un país tranquilo y prudente, que, en realidad, es mayoritario. Hasta en Cataluña ha demostrado serlo.

«Fue Vox -o, más bien, la torpeza extraordinaria del PP de pactar los gobiernos de las comunidades con Vox en medio de la campaña de las elecciones del 23 de julio- lo que permitió que Sánchez siga hoy en el poder»

Sin embargo, la política intenta contagiarnos sus urgencias y alarmismos. O, más bien, los políticos irresponsables que controlan el debate. Esa es la verdadera máquina de fango, la que ensucia la disputa política para sacar rédito de la confusión, la que nos lleva hasta el límite para aprovecharse de la desesperación, la que acentúa el peligro del rival para presentarse como la salvación.

Qué duda cabe de que, más que en otros Estados europeos, Vox ha crecido a la sombra de las políticas de la izquierda española. No existía extrema derecha en nuestro país antes de Podemos ni del independentismo catalán. Después, cuando Sánchez abandonó la socialdemocracia y convirtió al PSOE en un proyecto inseparable del radicalismo y el separatismo, fue el propio Sánchez quien se convirtió en el principal estímulo de la ultraderecha.

También Sánchez entendió desde el principio que Vox le sería de gran utilidad para mantenerse en el poder. Ya en 2019, ante el primer debate para las elecciones celebradas tras la moción de censura, Sánchez exigió la presencia de Vox, pese a que en ese momento ni siquiera tenía representación parlamentaria. Desde entonces, Vox ha actuado, de hecho, como un aliado táctico del presidente. Y fue Vox -o, más bien, la torpeza extraordinaria del PP de pactar los gobiernos de las comunidades con Vox en medio de la campaña de las elecciones del 23 de julio- lo que permitió que Sánchez siga hoy en el poder.

Veremos mucho más de Sánchez contra Vox y Vox contra Sánchez en los próximos días antes del 9 de junio. Veremos más excesos, amenazas y previsiones catastrofistas que traten de llevar al electorado a actuar bajo el instinto de supervivencia, votando con los ojos y la nariz tapada para evitar una hecatombe.

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