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Tadeu

El vals dipsodiplomático

«La credibilidad internacional es muy difícil de construir pero muy fácil de perder»

Opinión
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El vals dipsodiplomático

Javier Miley y Pedro Sánchez. | Ilustración de Alejandra Svriz

Que hablen mal aunque sea… para mal. Tal parece ser la divisa de la diplomacia española, siempre al servicio de su sanchidad. El rédito, no se engañe nadie, es puramente doméstico. Verbigracia: ser objeto de las iras israelíes un par de días incomoda un poquito, pero hay que ver cuánto satisface con abundancia a los electorados de las izquierdas locales pro-palestinas (¿En qué se parece una enragée de la Cup y una de Podemos? En que son compatriotas que odian por igual a los genocidas de Israel). Y qué decir del sainete hispano-argentino de las dos motosierras: sólo puede acabar en un musical de éxito en la Gran Vía madrileña. Por ello, Feijóo, en vez de marcarse un gallego pasa-palabra, se ha gustado y ha decidido componer cierta equidistancia, mirando por el rabillo a Vox, un lujo que pronto se le acabará

La idea, vagamente delineada en la sala de máquinas de Moncloa, sería okupar dos temas con tirón, como son el supuesto genocidio en Gaza, marca de La Haya, y el frente mundial antifascista, para acabar de fagocitar a Podemos, e ir reduciendo a Sumar a un socio servidor y comparsa, que recuerde vagamente a aquella corriente llamada Izquierda Socialista de la que nadie quiere precisamente acordarse. (Hay un nuevo partido de izquierdas que tiene su chance el 9 de junio. Y no, no lo encabeza Felipe González con su hormiguero a cuestas).

«La credibilidad internacional es muy difícil de construir pero muy fácil de perder, y colocarse en la avanzadilla del reconocimiento de Palestina desmarcándose de EE.UU y de los principales países de la UE no se acaba de entender a quién  beneficia a medio y no digamos a largo plazo…»

La postura oficial de la diplomacia española en el tema de Oriente Medio era modesta, irrelevante casi, pero bastante congruente. Ahora tanta frivolidad tiene su precio: la credibilidad internacional es muy difícil de construir pero muy fácil de perder, y colocarse en la avanzadilla del reconocimiento de Palestina desmarcándose de EE.UU y de los principales países de la UE no se acaba de entender a quién  beneficia a medio y no digamos a largo plazo.

Coda 1) Unos se Irán. La muerte accidental del presidente de Irán, el “carnicero de Teherán” según muchos,  puede sacudir el tablero llamado regional, dicen los analistas. El conocido también como el ayatolá de las ejecuciones era el máximo candidato para sustituir al octogenario Jamenei como líder supremo (del infierno). En el Kurdistán iraní se vieron algunos fuegos artificiales, especialmente de Saqqez, localidad de la que era oriunda la joven Mahsa Amini, asesinada por no llevar correctamente el velo, hecho que dio lugar a las mayores manifestaciones de la historia del país y  a un represión de más de 500 muertos. Se entiende la alegría kurda. Por desgracia, mientras se le dispense un trato exquisito y unas sanciones cosméticas, unos se irán pero no serán mejores los que vendrán.

Coda 2) Europeas nacionales. Las elecciones europeas son (por desgracia)  las elecciones más nacionales de todas. Por eso no se entiende el empeño de Ursula von der Leyen de hablar de pactos transnacionales, rehabilitando así a Giorgia Meloni para que esta pueda rehabilitar a su vez a Feijóo. Maldita la gracia para Feijóo que Leyen le indique cuáles van a ser los socios preferentes, como si no lo supiera él ya. Vox en España y Vox en Europa.

Y no sólo no son europeas porque estas elecciones se rigen por cada uno de los 27 regímenes electorales de sus respectivos Estados miembros y sin listas transnacionales: es que el electorado sería incapaz de nombrar alguna de las atribuciones del Parlamento Europeo o de la Comisión o el nombre de un comisario de un país distinto al propio. (Y muchas veces ni el propio). En cuanto al invento del Spitzenkandidaten, qué decir… Su nombre lo dice todo.

Desde siempre, los tres grupos “centrales” del Parlamento, conservador, socialista y liberal, ampliamente mayoritarios, han unido sus sufragios en casi todas las cuestiones de interés, y también en lo tocante al nombramiento de los comisarios y otros altos cargos institucionales. Ese ha sido el trimotor de Europa. Con concesiones, repartos, componendas, turnismo y todo lo que se quiera. Romper ahora el invento y crear una nueva mayoría de derechas con las extremas derechas es la peor idea Europa desde su misma creación. Houellebecq se equivocó de pesadilla.

En Francia, estas elecciones se viven como una anticipada primera vuelta de las presidenciales en… ¡2027!,  toda vez que Macron no será candidato en ellas y que Le Pen no es candidata en estos comicios. Su delfín Jordan Bardella podría obtener, es cierto, el doble de votos que la candidata de Macron, una gris  y desconocida Valérie Hayer.

En España, la virtud del distrito único permitirá medir el impacto de los manejos histriónicos de Pedro Sánchez, confirmar la pujanza del PP  y realizar alguna extrapolación a futuro. A la espera de lo que pueda ocurrir en Cataluña con Illa y con Puigdemont, estas elecciones no supondrán ningún terremoto, según el CIS, que lograr acertar incluso cuando miente. Y cuando no.

Coda 3)  Nueva y vieja Caledonia. Violencias, motines y varios muertos en territorio europeo, pero un autentico desierto informativo en la prensa española. Los hechos, a cuenta de una reforma del censo electoral que permitiría votar a los residentes en Nueva Caledonia, desde hace al menos 10 años, en el archipiélago, y que ha colocado al territorio en un estado de gravísima crisis. 

Los movimientos independentistas locales no aceptan ver reducidas sus opciones en un futuro cuarto referéndum  de independencia (los tres anteriores, los perdieron de manera clara) si se incorporan estos 25 mil nuevos votantes. No es un pulso entre el derecho de sangre y el derecho de suelo, sino la dictadura del yo llegué antes aquí. Para entender mejor la problemática, leer este iluminador texto de Manuel Valls.

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