THE OBJECTIVE
Carlos Padilla

En vuestra puñetera vida, señorías

«He visto mentes sensatas destruidas por buscar ‘me gustas’ en redes. Y lo que es peor, dirigentes que publican mensajes como un adolescente imberbe»

Opinión
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En vuestra puñetera vida, señorías

Ilustración de Alejandra Svriz.

Al igual que ocurre con los periodistas, los agentes de inmobiliaria o los inspectores de Hacienda, los principales encargados de emponzoñar la imagen pública de los políticos son sus propias señorías. Los representantes públicos, en unos cuantos ejemplos, no casos aislados ni fantasmales niñas de la curva, se encargan en repetidas ocasiones de realizar actos que no dejan de degradar su imagen. Bajan hasta el sótano de la irresponsabilidad, la indecencia, el oportunismo barato. Ese aplauso fácil, esa mezcla de populismo de garrafón y ansias de minutos de gloria catódica.

En un día donde Óscar Puente andaba sin Vito Quiles al que llamar «saco de mierda», Adrián Barbón, presidente del Principado de Asturias, vio una oportunidad para publicar uno de esos mensajes que son el pico en la roca del buen hacer de un servidor público. Fue un mensaje en X, lo que todo quisqui llama Twitter. Un escrito que iba contra unas palabras de Paco González, director de Tiempo de Juego en la cadena COPE, uno de los periodistas deportivos de referencia para un país adicto al deporte. Todo vino tras lo vivido en el estadio ovetense de Carlos Tartiere, emocionante hasta para un sportinguista, y ya es decir.

Se disputó el primero de los encuentros entre el Oviedo y el Espanyol en busca de una plaza en primera, ganaría entonces el Oviedo, aunque ya todos sepamos que el global de la eliminatoria ha caído del lado perico. Juanma Castaño, pasadas las horas, con el peso reciente de lo visto esa tarde, le preguntó a Paco González, asturiano de corazón y sangre, por sus sensaciones. Dijo González, hablando con esa sinceridad que se da en la radio, lo emocionante que había sido ver a gente joven cantando, con el Tartiere lleno, el «Asturias, patria querida». Aunque tras los halagos hubo un lamento, «Asturias no puede presumir de mucho, de un futuro económico, de generar empresas que atraigan…».

Cualquier ciudadano que sepa manejar el castellano y escuche la intervención de González, no puede ver más que el orgullo de un asturiano que, pese a todas las penurias económicas que sufre su comunidad, observa cómo la gente, muchos de ellos jóvenes, se volcó con el Oviedo. Pero como hay gente que cuyo sueldo depende de que no entiendan las cosas, Adrián Barbón, citando el vídeo de la declaración del periodista, le contestó: «Podemos presumir de ser gente humilde, trabajadora, leal, con valores, solidaria, que se está labrando su futuro… y que no somos unos faltosos. No todos pueden decir lo mismo».

La respuesta al presidente asturiano, bastante caliente, de Paco González en su programa de la COPE, ha entrado ya en la historia del medio. 15 minutos de un periodista genuinamente cabreado que le comentó a ‘Barboncito’ quién es él: «Soy hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de asturianos. Toda mi familia nació, vivió y murió en Asturias. No te voy a tolerar ni una vez en toda tu puñetera vida que me des lecciones de cómo de trabajadora y humilde es la gente de Asturias. En tu puñetera vida, Barboncito». Si alguna lección deberían sacar los políticos tras la calentada de González es que para buscar el aplauso fácil ya están los tuiteros profesionales.

He visto mentes sensatas destruidas por buscar ‘me gustas’ en redes. Seres razonables que ahora van desbocados soltando tonterías de saldo que, por fortuna, iremos olvidando. Y lo que es peor, dirigentes con cargos de importancia que provocan discordia, que señalan a particulares, que publican mensajes como un adolescente imberbe. Todo un ministro, caso de Puente, todo un presidente de comunidad, véase este ejemplo de Barbón, o independentistas dignos de compasión, ahí está Rufián, que van a X para que el descrédito de la clase política sea cada vez mayor.

Ahora que PSOE y PP han logrado llegar al pacto para la renovación del CGPJ, se debería emprender la misión de un pacto donde los políticos, conviene no olvidar que son nuestros empleados y que cobran de nuestros impuestos, tengan prohibido hacer chiquilladas en las redes sociales. Servidores públicos que respeten a sus pagadores, a los ciudadanos, por mucho que haya ciudadanos estúpidos, maleducados, odiosos.

Fue en la Francia del Siglo XVIII cuando empezó a brotar como del aire un lema, «noblesse oblige», o sea, «nobleza obliga», quien sea noble debe conducirse como tal. La política debería obligar, un mínimo de decoro que es un máximo para algunos servidores a los que les pierde la boca, la oportunidad o simple y llanamente, su carácter. Un decoro que se intenta esconder con almibarados planes de regeneración democrática mientras vociferan los Puentes sobre el río de las redes sociales.

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