THE OBJECTIVE
José Carlos Rodríguez

El espectáculo de la política en Francia

«Gasto improductivo, producción átona, decadencia, y crisis nacional sin una salida clara. Eso es lo que le espera a nuestra querida vecina»

Opinión
2 comentarios
El espectáculo de la política en Francia

Candidatos electorales en Francia. | Ilustración Alejandra Svriz

Jordan Bardella, el candidato del partido de Marine Le Pen, no será el próximo primer ministro de Francia. Los medios, casi todos, respiran aliviados. Y los líderes políticos hablan de la salvación de la democracia francesa como si allí hubieran evitado el uso de la policía para hacer una detención ilegal con objetivos políticos. Lo único importante es que allí se ha parado a la ultraderecha. Bien está. Pero permítanme una boutade, ya que de Francia hablamos: yo, que soy un espectador descreído, ¡anarquista!, del proceso político, siento haberme perdido el espectáculo del armagedón que se hubiera producido con una amplia mayoría de Reagrupación Nacional, que así se llama el antiguo Frente.

Dentro del hexágono se impondría un Estado policial. Nadie lo diría leyendo los análisis en tantos medios de comunicación, pero la seguridad es una de las principales preocupaciones de los franceses. En Europa sólo les supera Suecia. Los franceses están igual o más preocupados por el terrorismo que los ciudadanos de India, Colombia, Turquía, Suecia… Y la seguridad de los franceses no se les cae de la boca a los líderes de RN.

De modo que nos hemos perdido el espectáculo de los policías ganando terreno a la ley, incluso en áreas en las que lleva años, décadas, de abandono. Los ciudadanos de 16 años podrán ser ya criminales (hoy la edad penal es 18 años), y se prohibiría el acceso a posiciones estratégicas a los franceses que también tuvieran otra nacionalidad. También nos hemos perdido el fracaso de las deportaciones masivas de inmigrantes. Es una de esas promesas que los electores, algunos de ellos, compran ilusionados sin saber que nunca se realizarán porque son imposibles. 

Pero en realidad lo que nos hemos perdido es la aprobación de una ristra de leyes basadas en el principio «los franceses primero». ¿Atención médica para los inmigrantes? Sí, pero sólo para las urgencias. Y los beneficios sociales serían para los franceses y para los extranjeros que hayan trabajado al menos cinco años en el país. Los ciudadanos volverían a jubilarse a los 62 años, y no a los 64 como ha impuesto el presidente Emmanuel Macron por decreto. En general, hubiéramos visto la posición que Marine Le Pen lleva proponiendo más de una década: RN es el gran defensor del Estado del Bienestar para los franceses, y sólo para ellos. Una suerte de nacionalsocialdemocratismo. 

El gobierno recortaría el dinero que aporta a Bruselas haciendo que los franceses paguen menos IVA. Seguiría habiendo ayuda francesa a Ucrania, pero mucha menos. Y el reconocimiento de Francia del Estado Palestino, que parece inminente, no se hubiera producido.

«En comparación con el Nuevo Frente Popular, comandado por Jean-Luc Mélenchon, RN casi parece un partido continuista»

Todo ello es a lo que llamamos el fin de la democracia y la gran amenaza para Europa. Por suerte para los espectadores morbosos, el resultado de las elecciones legislativas nos asegura una exhibición política no menor. Es más, en comparación con el Nuevo Frente Popular, comandado por Jean-Luc Mélenchon con los apéndices del Partido Socialista y el Partido Comunista, RN casi parece un partido continuista. En definitiva, Mélenchon habla de insumisión, mientras que Le Pen habla de reagrupación.

Ya podemos olvidarnos del Estado policial. Me malicio que Macron quería dejarle a Le Pen el control de la seguridad en los Juegos Olímpicos de París, que es la gran cuestión del momento, a la espera de que fracasara, y se asegure así un gran argumento contra la líder de RN en 2027. Pero el próximo gobierno, ya lo he dicho, no será de Bardella. Mélenchon, que no será primer ministro, regará la economía francesa de nuevas ayudas para todos, y no habrá dificultad alguna en entrar en el país desde el extranjero. No cabe pensar en un apoyo político a una policía activa contra el crimen. No es la prioridad de los insumisos. Espero que vaya todo bien en los JJOO. Porque ni no es así, la bomba programada por Macron para Le Pen le puede estallar en las manos. 

No sabemos quién gobernará a Francia. Pero sí sabemos que el nuevo primer ministro tendría que recibir el apoyo de la ultraizquierda, que es el grupo político más contrario al macronismo. Los insumisos son totalmente contrarios a la Unión Europea, mientras que el lepenismo actual acepta Bruselas, aunque sea de forma crítica. Le Pen muestra cierta simpatía hacia el sátrapa Putin, pero no llega a los extremos de Mélenchon, dispuesto a lo que sea con tal de evitar que los Estados Unidos «anexionen Ucrania a la OTAN». 

«El gasto social, que no deja de crecer, sólo se puede financiar trayendo población de fuera y aumentando el endeudamiento»

Mélenchon quiere reducir la edad de jubilación a los 60 años (RN también, en ciertos casos). Le Pen está de acuerdo con la mayoría de franceses que quieren aumentar el gasto público (que ya representa el 57% del PIB), pero no tiene la prisa del otro líder ultra. El líder de Francia Insumisa ha prometido un aumento del gasto de 150.000 millones de euros de un año para otro, aumentar los salarios de los funcionarios un 10% e imponer la gratuidad de los medios de transporte. 

El espectáculo, en verdad, no va a ser agradable. Francia creció aceleradamente desde los años 50 a los 90, pero desde entonces ha dejado de hacerlo. La economía está estancada, y la población igual. El gasto social, que no deja de crecer, sólo se puede financiar trayendo población de fuera y aumentando el endeudamiento. La deuda, es verdad, no ha dejado de crecer. Supera ya el 110% y un análisis de Bloomberg preveía un aumento al 120% en 2027 con RN, y casi el 130% con el Nuevo Frente Nacional. Gasto improductivo, producción átona, decadencia, y crisis nacional sin una salida clara. Eso es lo que le espera a nuestra querida vecina. No, no va a ser agradable. 

En 2027 habrá nuevas elecciones presidenciales. Marine Le Pen no se habrá manchado las manos con el gobierno, lidera el que es, con diferencia, el primer partido de Francia, y se enfrentará a una izquierda dividida (ya lo estaba a las horas de la segunda vuelta) y al partido de un Macron desgastado. Pero el sistema electoral francés es más efectivo denegando el acceso al poder de un grupo político que cualquier otro. Y los franceses se han negado a llevar a los Campos Elíseos a un Le Pen durante 50 años. Esa incertidumbre añade interés a este terrible espectáculo francés que nos espera.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D