JD Vance y el ‘traje nuevo’ del pendulazo
«Los problemas para Europa empezaron cuando desaparecieron los discursos churchillianos para martillear con proclamas a lo Greta Thunberg»

Trump. | Ilustración de Alejandra Svriz
Hasta un niño de siete años sabe (o sabía) que al emperador que pasea tan desnudo de ropajes como cubierto de halagos y lisonjas le incomoda que alguien le grite que va en bolas. Algo así debió de ocurrirle a la elite europea este viernes 14 de febrero, en Múnich, cuando tuvo que escuchar cómo un Hillbilly de Ohio recriminaba a la emperatriz-Europa presumir de su inexistente viejo ‘traje nuevo’. Y, lo que es peor, animaba a la corte de la emperatriz, tan relevante en Alemania, a comprarse el nuevo ‘traje nuevo’ del pendulazo. Posiblemente el desnudo que garantiza el ‘traje nuevo’ sea igual de evidente que el del viejo, pero es nuevo. Además, el pendulazo es la última moda.
El Hillbilly de Ohio se llama JD Vance, y es el vicepresidente de Donald Trump. Participó el viernes en la 61º edición de la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC), con todos los focos puestos sobre él para averiguar qué diría el enviado del presidente de EEUU a sus socios europeos sobre el final de la guerra de Ucrania.
Pues no. En un discurso que -gustase más o menos- se seguirá citando días, semanas, meses y (posiblemente) años, y que merece ser visto y leído, el Hillbilly Vance habló poco o nada de Ucrania y entretuvo a la afición hablando de valores… De valores europeos, de valores occidentales, de valores moralmente superiores. Pero, pero, pero… ¡oigan!, que en el reparto mundial de papeles estratégicos los discursos los dicta la superioridad moral de corte europea, y los paletos (hillbilly) de Ohio pueden darse por contentos con poner el dinero, los soldados y los medios para cualquier guerra o disputa.
Eso era antes. Los problemas para Europa empezaron cuando -en ese reparto estratégico de papeles- desaparecieron los discursos (y también las actitudes y, desde luego, las aptitudes) churchillianos para martillear con proclamas a lo Greta Thunberg. Vean como suena la admonición en palabras de Vance:
«Si la democracia estadounidense puede sobrevivir a diez años de reprimendas de Greta Thunberg, ustedes pueden sobrevivir a unos meses de Elon Musk».
Esto es lo que hay. Sin olvidar que, en la moda del Pendulazo, Trump y el trumpismo es más efecto que causa; es más reacción a los excesos woke que ninguna otra cosa.
Quiso la casualidad, o la mala suerte, que la intervención de JD Vance se produjera justo un día después (y justo un día antes) de sendos ataques de terrorismo islamista en suelo centroeuropeo. La víspera en el mismo Múnich y al día siguiente en una pequeña ciudad de la vecina Austria.
El perpetrado el jueves en Alemania, a manos de un joven islamista, arrolló a una multitud en un atropello múltiple y causó heridas tan graves a las víctimas, que dos de ellas (una madre y su hijo) fallecieron el sábado. Y ese mismo sábado, cerca de la plaza mayor de Villach, al sur de Austria, otro joven islamista pasó a cuchillo a todos los viandantes que tuvo a mano antes de ser detenido, cercenando la vida de un chaval de 14 años.
Entre uno y otro atentado en suelo europeo, el vicepresidente Vance afirmó el viernes:
«De todos los retos urgentes a los que se enfrentan los países aquí representados, creo que no hay nada más urgente que la inmigración masiva».
Y, casi inmediatamente, reforzó su reclamación con un relato dramáticamente familiar:
«Un solicitante de asilo, a menudo un joven de unos veinte años ya conocido por la policía, se lanza con su coche contra una multitud y destruye una comunidad. ¿Cuántas veces tendremos que sufrir estos terribles reveses antes de cambiar de rumbo y dar una nueva dirección a nuestra civilización común? Ningún votante de este continente ha acudido a las urnas para abrir las compuertas a la entrada incontrolada de millones de inmigrantes».
Si la afirmación del americano no se hubiera producido entre dos atentados, sería más fácil hacer las preguntas obvias:
- ¿De verdad cree JD Vance que el auténtico problema para la seguridad de los países europeos (y de las democracias occidentales) reside en el volumen de la inmigración?
- ¿Seguro que eso es lo crucial?
- ¿Acaso no fue EEUU una nación creada de la inmigración, incluso masiva?
- ¿Hemos olvidado el origen inmigrante de las familias del propio presidente Trump, y de su rutilante primer asesor, Elon Musk, o incluso de la esposa del vicepresidente Vance?
- ¿De verdad creemos que el problema es sólo el volumen de la inmigración, o no será, más bien, la determinación de un grupo (en muchos casos masivo) de inmigrantes de no integrarse en las sociedades de acogida? De no hacer ni ademán de asumir las normas de esas sociedades para, además, exprimir al máximo los beneficios de su estado del bienestar y, como colofón, atemorizarlas con un goteo creciente de atentados islamistas.
Por resumir: ¿el problema es el volumen o no será más bien la nula voluntad de integración de algunos (o muchos) de esos inmigrantes en la sociedad de acogida?
JD Vance no estaba en Múnich para ofrecer respuestas sino para plantear interrogantes y dilemas. Y los que más molestaron a los anfitriones germanos (muy singularmente al ya casi excanciller, el socialdemócrata Olof Scholz, y, más discretamente, a su casi seguro sucesor, el democristiano Friedrich Merz) fueron sus nada veladas críticas al cordón sanitario de la política alemana al partido que, según las encuestas, será el segundo más votado el domingo 23 de febrero.
«Weidel es hoy la mejor amiga de Trump en Alemania y el discurso de JD Vance contra los cordones sanitarios así se lo hizo saber a Múnich, a Europa y al mundo»
El socialdemócrata Scholz, que pasará de canciller a tercera fuerza (con menos del 16% del voto), y el democristiano Merz, que ganará las elecciones con alrededor del 30% del voto, quieren mantener el cordón sanitario a la AfD de Alice Weidel (el 20% del voto, según las encuestas) con el argumento de que es de extrema derecha, o incluso nazi.
Weidel –homosexual, casada con una mujer de Sri Lanka y con dos hijos adoptados– niega reiteradamente ser ni de extrema derecha ni nazi. Define su AfD (Alternativa por Alemania) como un partido conservador y libertario que defiende los valores europeos pero rechaza rotundamente a la burocracia bruselense. Algo así como un Milei sin carisma argentino y con cierto aire de walkiria del lago Constanza, donde ella vive.
Weidel es hoy la mejor amiga de Trump en Alemania y el discurso de JD Vance contra los cordones sanitarios así se lo hizo saber a Múnich, a Europa y al mundo. Lean, lean:
«A lo que ninguna democracia, ni estadounidense ni alemana ni europea, sobrevivirá es a decirle a millones de votantes que sus pensamientos y preocupaciones, sus aspiraciones, sus súplicas por ayuda, no son válidas o no merecen ser consideradas. La democracia descansa sobre el principio sagrado de que la voz del pueblo importa. No hay espacio para cordones sanitarios. O se defiende el principio o no se hace. Europeos, el pueblo tiene una voz. Los líderes europeos tienen una elección. Y mi firme convicción es que no tenemos por qué temer al futuro»…
«Creer en la democracia es comprender que cada uno de nuestros ciudadanos tiene sabiduría y voz. Y si nos negamos a escuchar esa voz, incluso nuestras luchas más fructíferas no llegarán a ninguna parte»…
«No debemos tener miedo de nuestro pueblo, incluso cuando expresa opiniones que no están de acuerdo con sus líderes».
Exactamente dentro de una semana, el lunes 24 de febrero, estaremos escuchando los análisis de las elecciones del domingo 23 en Alemania. Ahí se verá si la pretensión de la vieja política alemana -la gran coalición, más o menos coloreada, y la exclusión de los extremos- sigue o no siendo posible.
Como avisa JD Vance, no hablar siquiera con un partido con el 20% del voto es más que arriesgado. Ahora bien, si en la última semana de campaña ese 20% cayera por debajo del SPD de Scholz, seguiríamos en el business as usual. Pero, ay, si el Pendulazo va en serio, ese 20% de Weidel crecerá y estrechará el margen a un decreciente 30% de Merz.
¿Cuánto? En seis días saldremos de dudas. En el entretanto, quizá convenga ir probando modelos y tallas del nuevo ‘traje nuevo’ del Pendulazo. Más que nada por ir a la moda.