THE OBJECTIVE
Joseba Louzao

Tenemos un problema

«Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que algunos pecamos de optimistas a la hora de vislumbrar nuestro horizonte»

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Tenemos un problema

Spanish Prime Ministry Press Office HANDOUT | EFE

Nuestro contexto político parece dirigirse hacia la tormenta perfecta. Y quizá no haya tiempo para enderezar el timón y lograr esquivarla. Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que algunos pecamos de optimistas a la hora de vislumbrar nuestro horizonte. Teníamos entonces el mismo problema que hoy. Bueno, en realidad, tenemos muchos. Pero el más lacerante ahora mismo es la sensación de que la gobernabilidad del sistema únicamente se puede mantener a costa de aquellos que quieren volarlo por los aires. Y esto solo se puede vivir como un contrasentido. Entiendo que haya quien quiera derribar lo que hemos construido durante la democracia, lo que no comprendo es que sus contrapartes nos quieran vender estos apoyos como altura de miras y responsabilidad de Estado o, incluso, como ejercicios de extraño patriotismo. Porque la experiencia, sobre todo, ha enseñado a los primeros que cuanto más se radicalicen más beneficio político conseguirán gracias a las necesidades de los segundos.

Este problema no se solucionará en el corto plazo, y costará lo suyo hacerlo en el largo. La dificultad para alcanzar mayorías absolutas en este fragmentado tapiz ideológico y autonómico – lo que tampoco sería la panacea- y la complejidad de las cuentas electorales nos abocan a descansar la estabilidad gubernamental, si eso es posible, en fuerzas centrífugas que buscan la fragilidad del sistema y la ruptura de los consensos que hemos generado, por mínimos que estos fueran. Y sucederá gane quien gane las próximas elecciones. ¿Podremos dar pasos hacia las reformas necesarias cuando se gasta más tiempo en deslegitimar al adversario que en discutir abiertamente sobre lo concreto de las propuestas que tenemos sobre las mesas? ¿Habrá fuerzas en el próximo Congreso de los Diputados que estén dispuestas a traspasar las fronteras ideológicas autoimpuestas a izquierda y derecha ahora que Ciudadanos se ha ahogado en sus propias decisiones?

No son pocas las preguntas. ¿El presidencialismo que ha soñado Redondo para Pedro Sánchez ha llegado para quedarse o es una larga noche de verano? ¿Podrá gobernar sin sobresaltos un Partido Popular minoritario en la Comunidad Autónoma Vasca o Cataluña? ¿Puede hacerlo un PSOE que parece dar por pérdida la Comunidad de Madrid y a la que utiliza para sus maniobras de confrontación con los populares? Las decisiones que se tomen en algunos de estos tres espacios simbólicos tendrán efectos directos en los votantes de otros lugares. Cualquier estrategia que puede servirte en Cataluña o Madrid puede desbaratar tus intenciones en Extremadura o Galicia. Si algo debieran haber aprendido a lo largo de estos años nuestros políticos, es que las cosas nunca salen como pensaron. Y, entre tanto, vamos ahondan la crisis de la democracia española que es, en el fondo, una crisis de la aceptación del pluralismo político.

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