THE OBJECTIVE
Carme Chaparro

¿Y si fueran sus hijas?

Estas mujeres lloran por sus hijas como cualquier madre lloraría por las suyas, cortándose el alma hasta morir. Pero pongan el oído: a ellas no las escuchamos. No nos importan. A pesar de que el dolor traspasa cada píxel de la fotografía, seguimos sin escucharlas.

Opinión
Comentarios
¿Y si fueran sus hijas?

Estas mujeres lloran por sus hijas como cualquier madre lloraría por las suyas, cortándose el alma hasta morir. Pero pongan el oído: a ellas no las escuchamos. No nos importan. A pesar de que el dolor traspasa cada píxel de la fotografía, seguimos sin escucharlas.

Estas mujeres lloran por sus hijas como cualquier madre lloraría por las suyas, cortándose el alma hasta morir. Pero pongan el oído: a ellas no las escuchamos. No nos importan. A pesar de que el dolor traspasa cada píxel de la fotografía, seguimos sin escucharlas. Porque están lejos, porque son pobres, porque no son como nosotros, pensamos. 

Porque así es más fácil. Es más fácil imaginar que el dolor de estas 187 madres nigerianas no es como el de cualquier madre del mundo. Piensen por un momento qué sentirían ustedes si un día una secta radical entrara en el colegio de su hija y se la llevara. Así, de repente. Con sus compañeras. Imaginen no saber nada de ellas, tan sólo suponer. Suponer que su destino va a ser terrible.

Las últimas noticias lo confirman. La secta islamista Boko Haram que secuestró a las pequeñas nigerianas las habría vendido, por menos de diez euros cada una, a terroristas islamistas. Serán sus esclavas sexuales, sus esclavas domésticas, sus esclavas para el desahogo. Las autoridades nigerianas callan. No saben, dicen, cuál es la situación de estas niñas. Pero algunos lugareños valientes han contado que las han visto pasar encerradas en minibuses, escoltadas por sus secuestradores. Podrían estar ya en Camerún y en Chad, separadas en varios grupos pequeños para evitar que las localicen.

Imaginen el futuro que les espera a estas pequeñas. Esclavitud medieval en manos de sus captores, que abusarán de ellas de todas las maneras posibles. Y vuelvan a mirar ahora la fotografía de esas madres llorando. ¿Las entienden ya mejor? ¿Son capaces de compartir un poco su dolor?

Pero son niñas. Y pobres. No importan. No existen. Cuenten, si no, el número de veces que han podido seguir su historia en las tres semanas que llevan secuestradas.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D