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Teodoro García Egea: un JR en Génova

Teodoro García Egea fue uno de los artífices en parar el golpe de mano de los socialistas para derribar al presidente de Murcia y amigo íntimo, Fernando López Miras

Teodoro García Egea: un JR en Génova

Eusebio García del Castillo | Europa Press

Cuando se observa desde fuera, desde la mirilla, sin apasionamiento ni partidismo, la pelea doméstica en la cúpula del PP uno tiende a evocar las series de éxito en la tele en los 80 y 90 como Dallas o Falcon Crest. Uno de los principales protagonistas de la crisis de los populares es sin duda Teodoro García Egea (Cieza, 1985), secretario general del PP desde 2018. Teo, como se le conoce en el partido y entre los amigos, es murciano y ejerce como tal. Fue uno de los artífices en parar el golpe de mano de los socialistas para derribar al presidente de Murcia y amigo íntimo, Fernando López Miras, a quien no pocos lo tildan de títere suyo.

Teo García Egea, de formación ingeniero de telecomunicaciones, recuerda en ocasiones a ese personaje odiado de la serie Dallas: el famoso J.R. Ewing, quien hacía y deshacía a su antojo en los negocios del petróleo de una multimillonaria familia tejana. Lo trajo a Madrid el actual presidente del PP, Pablo Casado, con el fin de acabar con las fisuras del partido que caracterizaron la época de Rajoy. Y a fe que lo está logrando. Claro que a base de amenazas, órdenes y mandos y filtraciones contra aquellos (mejor dicho, aquellas) que han osado levantar la voz.

Dos políticas apestadas

Por el momento, dos son las políticas apestadas del temperamental político murciano: Cayetana Álvarez de Toledo, a quien ha invitado a marcharse del partido tras su vitriólico libro de memorias Políticamente indeseable, y a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y aspirante a la presidencia popular en la región. Con ésta ha entablado una pelea a cara de perro con el riesgo de que dañe notablemente las expectativas de Casado de derrotar a Pedro Sánchez en las elecciones generales de dentro de dos años. De hecho, las últimas encuestas ya reflejan los efectos de la disputa. El PP, que encabezaba desde hace un año las encuestas, ha visto reducir su ventaja hasta registrar un empate técnico con el PSOE.

La pugna es sobre el papel un tanto absurda. Díaz Ayuso presiona para que se adelante en unos meses las elecciones a la presidencia del partido en Madrid y sostiene, seguramente con bastante coherencia, que ella tiene derecho a presentarse y ganar esos comicios al igual que ocurre en el caso de otros barones regionales populares como Núñez Feijóo en Galicia o Moreno Bonilla en Andalucía. Sin embargo, el trasfondo de la bronca encierra el miedo del propio Casado a que Díaz Ayuso le pueda mover la silla a medio plazo y el odio visceral de García Egea hacia todo aquel que le lleve la contraria.

Entre las virtudes de Teo, además de su formación técnica y su afición por la música, no está ni la diplomacia ni aun menos la psicología. Cuando alguien en Génova, la sede nacional del PP, se mueve como lo hacían Esperanza Aguirre  y al principio Alberto Ruiz Gallardón en los tiempos de Mariano Rajoy, lo lamina y lo tilda de irresponsable y egocéntrico, contrario a la meta de Casado de conquistar La Moncloa. Cuanto más tarden en cerrar  esta pelea de gallos más disminuirán las posibilidades electorales de su máximo dirigente.

Quien ha roto las paredes de la casa de los conservadores ha sido, sin duda, Cayetana, cuyo libro aparecido hace dos semanas merece la pena ser leído desde la primera a la última página. No se muerde la lengua quien fuera portavoz parlamentaria del PP en el Congreso por expreso deseo de Casado. La despidió no mucho después a instancias de Teo. «La suya es una manera de entender la política a través del ordeno y mando más crudo y más brutal. Es el sometimiento de cualquier atisbo de sensibilidad, inteligencia, deliberación, debate y libertad (…) es la sumisión a través de una acción testosterónica que va causando devastación interna», afirma Cayetana al referirse a García Egea. Pero no contenta con eso habla que el político murciano actúa a base de impulsos irracionales y practica una vigilancia soviética en el seno de la formación recurriendo si es necesario al mobbing y al bullying. Vaya, hablando en plata, al acoso y la amenaza.

¿Y cómo queda Pablo Casado en esta pelea en la familia de los populares? Mal, tirando a peor. No sabe qué hacer. Habla de orquestas, de sinfonías en las que no caben solistas que desafinen o que se mueven por el simple ego. «Reconozco que le he entregado todo el poder a Teodoro», afirma que le dijo el líder del PP la autora de Políticamente indeseable. Si es así, Casado queda en entredicho y deja en seria duda su valía como líder. Cayetana, aunque venga de familia aristocrática y emparentada con la diplomacia, tampoco se distingue por el savoir faire. Al menos en su último libro. Se mete a ser psicóloga y juzga a Casado como un político que no está demostrando demasiada seguridad en sí mismo, que está más preocupado por el cierre de filas que en llegar a la presidencia del gobierno a golpe y dictado de Teo. Del líder del PP, del que afirma haber sido amiga, opina que es un hombre de «empatías variables». Un camaleón sentimental. Y por si no lo hubiéramos entendido: «Lo que castizamente se llama un veleta».

Así están las cosas en la casa del PP. En el otro lado, en Ferraz, los socialistas se frotan las manos. No dan crédito (ni ellos ni nadie) al observar cómo los populares han ido mermando el crédito que tenían desde la arrolladora victoria de Díaz Ayuso en las elecciones madrileñas de mayo pasado. La presidencia regional del partido está dirigida provisionalmente por una gestora desde la dimisión de Cristina Cifuentes en 2018. En teoría, le asiste la razón a Ayuso  puesto que los estatutos permiten celebrar el congreso regional a principios de 2022. La cúpula, es decir, Casado y García Egea, o mejor dicho, éste en primer término, quieren retrasar la fecha para desgastarla y buscar una tercera vía con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, como candidato.

Un político irracional

Tal vez no le falta razón a Cayetana cuando describe a García Egea como un político irracional. La irracionalidad conduce siempre a los mayores desastres. Él asegura que la crisis ya está zanjada pues Díaz Ayuso, según él mismo, ha aceptado no insistir más en el espinoso tema de manera pública y esperar a que la dirección nacional convoque el congreso regional allá por el final de la primavera. Para entonces habrá que ver si el estropicio ha ido a peor o se han cicatrizado, aunque sea de mala manera, las heridas. No es sencilla la solución. Si Casado accede a celebrar los comicios regionales ahora y los vence, como parece lógico, Díaz Ayuso se dirá que el líder nacional ha cedido y es un débil. Si por el contrario, la fecha del congreso es cuando decida Génova, la presidenta madrileña llegará desgastada y criticada por otros dirigentes y militantes por su ego, pero también Casado quedará en mal lugar por no haber sabido cerrar la crisis antes. Y a lo mejor Teo tendrá entonces que hacer las maletas y regresar a Murcia para seguir practicando el lanzamiento de huesos de oliva, del que es campeón del mundo, y tocar el piano, la guitarra, la bandurria  o el clarinete, instrumentos que le gusta tocar

En esta crisis sí parece cierto que hay una política que no tiene cabida en el PP: Cayetana Álvarez de Toledo. Y es una pena que así sea con la aridez que caracteriza hoy en día nuestro Ruedo Ibérico. Yo no me identifico con muchos puntos de su ideario conservador. Sin embargo, nadie puede cuestionar su inteligencia, su valentía y poso intelectual, así como sus dotes de oratoria. Era brillante como portavoz del PP y sus enfrentamientos dialécticos con Pablo Iglesias y Carmen Calvo sacaban de la mediocridad al parlamentarismo. No sobran políticos en el país que puedan competir con su inteligencia y su cultura. Al contrario, hay muy pocos tanto en la derecha como en la izquierda.

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