Sánchez y Díaz renuevan su alianza y acuerdan que ella medie con los nacionalistas
El presidente del Gobierno y la ministra de Trabajo pactan acabar la legislatura como sea, convencidos de que los nacionalistas no repetirán el órdago de 2019
Yolanda Díaz y Pedro Sánchez han renovado su alianza durante sus últimos contactos, en los que, según fuentes conocedoras del pacto, han acordado blindar la coalición, concluir la legislatura y seguir retando a los nacionalistas convencidos de que no tumbarán el Ejecutivo tal y como hicieron en 2019. La reforma laboral será el primer banco de prueba de esta estrategia, en la que tanto el presidente como la vicepresidenta están convencidos de que todo se resolverá sin grandes sustos.
Durante estos contactos, Díaz pidió a Sánchez dejarle la negociación con los nacionalistas, y sobre todo con ERC. La ministra de Trabajo ha heredado de Pablo Iglesias el liderazgo de Unidas Podemos en el Ejecutivo. Y aspira a confirmar también el papel de puente con los partidos nacionalistas que tejió Iglesias durante su paso por el Ejecutivo. Todo ello a pesar de que, explican las fuentes consultadas, las relaciones no son tan idílicas como con el exlíder morado, y el propio Iglesias está intentando tensar el tablero político.
Tras la salida de Iglesias, en efecto, los choques han ido in crescendo entre el Gobierno y el mundo nacionalista, admiten tanto desde el frente catalán como fuentes gubernamentales. Y queda por ver si Díaz sabrá lidiar con ellos con la misma habilidad que demostró Iglesias. Pero los afines a la ministra aseguran que la sangre no llegará al río. «Si esto no saliera, quien paga el pato es quien vota en contra», destacan los afines a Díaz para referirse a la reforma laboral. Y recuperan el discurso de la unidad, puesto que «todo lo demás sería jugar a la ruptura del Gobierno de izquierda».
Una abstención como mucho
El problema es que ERC envía mensaje críticos pero no decisivos. Fuentes de la izquierda catalana cercanas a los Comunes y del mundo sindical destacan que Aragonés reconoce algunas «mejoras» en la reforma, aunque mantiene que no ha ido tan lejos como esperaban. Esto significa, en opinión de estas fuentes, que los republicanos difícilmente votarán en contra y como mucho se quedarán en una abstención.
De hecho, según estas fuentes, el debate interno ya está centrado en la subida del SMI, que, como publicó este diario, es el objetivo de Díaz para arrancar el año. Esta es la estrategia con la que ambos políticos quieren sortear el problema de ERC. Sobre todo porque están seguros de que los republicanos van de farol. O, mejor dicho, de que no replantearon un pulso como el de inicio de 2019, que acabó con un adelanto y una repetición electoral.
Más tiempo para apagar el fuego amigo
Más allá de ello, es plausible pensar que Díaz trasladara a Sánchez la necesidad de otorgarle más tiempo para mantener bajo control el fuego amigo que se está lanzando en estos días desde Podemos. La cúpula morada está más inquieta que nunca. Prueba de ello han sido las declaraciones de Pablo Iglesias del lunes en las que ha atacado directamente a Sánchez, acusándole de haberse creído los «bulos» sobre la polémica de las macrogranjas.
Iglesias no tiene ninguna intención real de defender a Garzón. Su relación con el líder de IU es mala desde hace más de un año. Pero el fundador de Podemos sabe que Garzón es ahora un aliado de Yolanda Díaz, y que ponerle en un apuro significa dificultar la proyección de la dirigente gallega. Esta es la trampa que los morado han elaborado a la largo de la semana pasada, tal y como desveló THE OBJECTIVE.
Los dirigentes de Podemos esperan desgastar a Garzón para, entre otras cosas, convertirlo en el chivo expiatorio de un previsible batacazo electoral en Castilla y León. Díaz debe sortear estos empujones que provienen tanto desde su izquierda (el grupo de Iglesias) como desde las periferias (los nacionalistas). Pero sigue teniendo de su lado a la Moncloa, que sabe que el PSOE no tiene la capacidad de sustraer votos de las familias que han crecido en el radicalismo de los años de Podemos, y apuesta por ampliar sus apoyos en el centro. Siempre y cuando tengan razón y el pulso de ERC sea en realidad un farol.