Marlaska permite el uso de gases lacrimógenos y pelotas a los agentes en la valla de Melilla
Interior dotará también a los agentes de nuevos cascos antidisturbios habida cuenta de la violencia empleada por los inmigrantes para saltar la valla
El Ministerio del Interior ha autorizado que los agentes desplegados en los espigones fronterizos de Melilla puedan hacer uso de nuevo material antidisturbios habida cuenta de los capítulos violentos registrados la semana pasada. Provistos de garfios, palos y tornillería en los zapatos, miles de personas intentaron saltar la valla, resultando heridos un gran número de guardias civiles, policías e inmigrantes. Un capítulo que además dejo constancia, según sostienen fuentes policiales, de que el equipo con el que contaban los efectivos hasta ahora era insuficiente.
Así, el departamento dirigido por Fernando Grande-Marlaska ha permitido en los últimos días que los agentes utilicen gases lacrimógenos y pelotas de goma para contener a los inmigrantes al otro lado de la valla, aseguran las mismas fuentes. De hecho, este martes, cuando se produjo un nuevo intento masivo de salto a la frontera melillense por parte de 1.000 inmigrantes, el dispositivo se valió de los mencionados gases para impedir que cientos de personas entrasen a España.
Sobre las 08:00 horas de ese martes, según relataron efectivos desplegados en la ciudad autónoma a THE OBJECTIVE, la Comandancia de la Guardia Civil activó el dispositivo anti-intrusión después de avistar que distintos grupos de inmigrantes se acercaban al vallado. Los agentes pudieron frustrar la entrada de los mismos gracias al uso de gases y al gran despliegue de agentes en el paso fronterizo, reforzado hace unos días el Ministerio del Interior.
Cascos nuevos
Este departamento también asignará material de última generación a los guardias civiles y policías que vigilan la valla. Se tratará sobre todo de nuevos cascos antidisturbios, que sustituirán a las defensas que los agentes tenían desde hace más de 40 años. Según denunciaron las asociaciones profesionales de la Guardia Civil, estos elementos también sufrieron graves daños la semana pasada, hasta el punto de partirse en pedazos tras recibir el impacto de distintas piedras que lanzaban los inmigrantes.
Al mismo tiempo, Interior comenzó a instalar este miércoles las coronas metálicas, más conocidas como peines invertidos, en los cuatro kilómetros de la valla de Melilla que aún no disponían de estos elementos, después de que el ministro Fernando Grande-Marlaska se comprometiese a hacerlo en todo el perímetro fronterizo melillense hace más de tres años. En 2020, este departamento comenzó a eliminar las concertinas —cuchillas— de las vallas de Ceuta y Melilla y las fue sustituyendo por barras de metal que, «siendo menos cruentas», garantizarían, de igual modo «la seguridad en la frontera», precisó en su momento Marlaska.
Los trabajos de sustitución de las concertinas, instaladas en 2005, comenzaron a finales de 2019 y se presupuestaron en 18 millones de euros (8,3 millones para Ceuta y 9,5 millones para Melilla). Sin embargo, tras tres años y una pandemia, los peines invertidos no se han instalado en la zona donde desde hace una semana miles de inmigrantes, en su mayoría de origen subsahariano, han intentado entrar a España.
Dos fases
Desde la Delegación del Gobierno en Melilla insisten, no obstante, en que el comienzo de las obras en esa parte del vallado, entre el Barrio Chino y Beni-Enzar, no esta relacionado con el asalto masivo de inmigrantes que se produjo el miércoles y jueves pasado, cuando alrededor de 3.700 personas intentaron sobrepasar el perímetro fronterizo, en este caso sin coronas metálicas.
«Al tratarse de una obra de mucha envergadura, se decidió hacerla en dos fases. En la primera se coronaron siete kilómetros, y en la segunda, que comienza ahora, se hará en los otros cuatro. Todo ha seguido una planificación, las obras no se han adelantado por la presión en los saltos a la valla», aseguran desde la Delegación del Gobierno a THE OBJECTIVE.
Las mismas fuentes precisan que esta reforma se enmarca dentro de un plan de refuerzo, que además dos peines invertidos, incluye la instalación de un nuevo circuito cerrado de televisión con 66 cámaras, 14 de ellas térmicos, y sistemas de reconocimiento facial en los puestos fronterizos. Las obras, en sendos perímetros fronterizos, también han supuesto la elevación de un 30% la altura de la valla, que en algunos tramos llegará a medir 10 metros.