Alberto Garzón conspiró con Íñigo Errejón para arrinconar a Podemos en el pacto de Andalucía
Una llamada de Yolanda Díaz logró que Podemos aceptara el acuerdo, pero los morados sospechan que les quisieron dejar fuera de la candidatura
Un error humano. Esta es la versión que los dirigentes de Izquierda Unida, liderada por Alberto Garzón, usan en sus conversaciones confidenciales con los de Podemos para explicar a sus socios lo ocurrido el pasado sábado con el caos en la presentación de la candidatura para las autonómicas de Andalucía. Una versión que, como es lógico, deja muchas perplejidades en las altas esferas del partido, tal y como ha podido saber THE OBJECTIVE. Aunque los morados intentan evitar convertir el incendio en una guerra interna, y sobre todo que el Gobierno rojo-morado estalle por el asunto. «Si se presentaban dos listas diferentes en Andalucía, iba a ser la ruptura de Unidas Podemos y un problema mucho más grande que el de Pegasus», intentan reflexionar en frío los morados.
El problema, sin embargo, sigue. Y se define en el choque personal entre los miembros de las varias facciones que forman parte de Unidas Podemos, pero también en las versiones esgrimidas para justificarse. Para entender exactamente lo que ocurrió hace falta rebobinar lo ocurrido en las últimas dos semanas. Este es el espacio de tiempo en el que «se jodió todo», según comentan algunos.
Todo empezó con los rechazos y vetos cruzados para que un independiente liderara la coalición. Varios nombres estuvieron sobre la mesa. Desde el líder de Facua, Rubén Sánchez (descartado por Más País), hasta el periodista Javier Aroca y el catedrático Javier Pérez Royo. Ninguno de ellos acabó aceptando la oferta o logró el apoyo transversal de las varias familias de Unidas Podemos y Más País. Ante el peligro de una parálisis, los dirigentes de Podemos pidieron a Yolanda Díaz que se encargara de resolver el embrollo. Y volvieron a esgrimir el nombre de Alberto Garzón.
El rechazo de Garzón
El coordinador federal de Izquierda Unida, tanteado por la propia Yolanda Díaz, rechazó todas las hipótesis que pasaban por dejar su ministerio (también lo hizo hace un año cuando se celebraron las elecciones en Madrid). Pero la llamada de Díaz modificó para siempre la percepción de Garzón de los equilibrios de fuerzas. Garzón, según explican varias fuentes consultadas, se sintió reforzado y vio la oportunidad de trabajar como «fontanero» para las listas electorales.
Izquierda Unida entendió que tenía derecho a marcar los nombres de la candidatura. De ahí que el líder regional Toni Valero fuera el primero en proponerse como candidato. Yolanda Díaz, sin embargo, dijo que su candidatura no era factible. No ofreció ninguna alternativa, así que tanto Valero como Garzón, y en el trasfondo Íñigo Errejón, entablaron una negociación rápida, de la que excluyeron a Podemos. Se centraron en el nombre de Inma Nieto, coordinador de Unidas Podemos en la región y dirigente de IU, que despierta cierto rechazo entre las filas de los anticapitalistas de Teresa Rodríguez.
IU ignoró las primarias convocadas por Podemos para aupar al diputado morado Juan Antonio Delgado. Volvió al modelo de partido cerrado de hace siete años, cuando la irrupción de Pablo Iglesias y Podemos lo cambió todo. No obstante, para que la propuesta de Nieto cuajara hacía falta el apoyo de Yolanda Díaz. El jueves pasado, en la feria de Sevilla, la ministra de Trabajo se fotografió con ella, dejando claro que tenía su respaldo.
Ultimátum que enojó a Podemos
El movimiento de Yolanda Díaz era exactamente lo que necesitaban tanto Garzón como Errejón. «Su esquema consistía en imponer a Podemos su candidato, sin primarias y a través de un dedazo. De esa manera a Podemos solo le quedaría ceder, asumiendo su papel de inferioridad en la coalición, o romperlo todo para ir con una lista propia», explican varias fuentes conocedoras de las negociaciones.
El ultimátum de Garzón y Errejón enojó a la cúpula morada. La reacción fue de rechazo violento, hasta que la propia Díaz (y algunos miembros de su equipo, con Josep Vendrell en la cabeza) consideraron que había que abrir algunos canales de diálogo con la secretaria general Ione Belarra.
El problema para Díaz es que avanzar hacia dos listas en Andalucía (una de IU y otra de Podemos) significaba romper para siempre la coalición. Una bomba atómica que habría dinamitado al gobierno, asumen varios observadores. Díaz y Vendrell intentaron apagar las llamas. Y los de Podemos aprobaron in extremis el acuerdo, obteniendo a cambio cuatro puestos de salida en las listas electorales. Algo razonable, según algunos miembros del partido, que recuerdan que Podemos tiene una escasa penetración territorial en la región: el 90% de los alcaldes y concejales de Unidas Podemos en Andalucía proviene de las filas de IU.
Los morados enviaron su aprobación a los delegados de Izquierda Unida el sábado por la noche. Pero éstos entregaron a la Junta electoral un listado viejo. Un «error humano» que vuelve a aparecer en la política, pero que muy pocos se creen. Máxime porque tanto en Podemos como en los demás partidos de la coalición aparecen versiones contradictorias de lo ocurrido. Podemos cree que IU y Más País hicieron una pinza en la nueva alianza, o recién estrenado Frente Amplio. También subyace la necesidad de evitar que la polémica vaya a más para que no se extienda hasta el Consejo de Ministros. «El error es de IU y ellos lo saben, de no ser así, ¿por qué estarían intentando subsanarlo?», reflexionan algunos.
Miedo al complot
Sectores de Podemos van más allá. Creen que personas de confianza de Yolanda Díaz estuvieron involucrados en la operación para aislar a los morados. Hablan de Vendrell, uno de los hombres de confianza de Díaz. Lo que no entienden estos sectores es por qué, si bien Podemos entregó su suscripción a la coalición in extremis, los de IU prefirieron enviar todos los papeles a mano, en lugar que hacerlo por vía telemática. «Algunos partidos lo hacen así», sostienen.
En Izquierda Unida, no obstante, niegan haber maniobrado contra los morados. Y achacan el problema de la candidatura a los retrasos de Podemos. Señalan así a la negociadora de los morados, Lilith Verstrynge, como una de las culpables del embrollo que hizo imposible registrar a tiempo el listado. Enrique Santiago, líder del PCE que se integra en IU, no obstante también habló de «un problema técnico-jurídico» que intentaría resolver en el corto plazo. Y como posible salida al error los de IU dejarían abierta la puerta a que los candidatos de Podemos se integren como independientes a la coalición. Lo que Podemos excluye con contundencia es elevar el choque presentando una lista propia. Aunque asume que este error les privará de las subvenciones parlamentarias.
El desgaste de la coalición de izquierdas es, sin embargo, palpable. Y el malestar de los dirigentes de Podemos también es latente. El entorno de Díaz reitera que la ministra no tiene nada que ver con lo ocurrido. Y afirman que tampoco se puede extrapolar nada del resultado electoral de las elecciones en Andalucía. Este lunes, Díaz ha intentando desviar los golpes anunciando (es ya la tercera vez que lo hace) que su gira por los territorios empezará después de las andaluzas. Pero sostuvo que el caos de la candidatura es justamente lo que ella quiere evitar, porque aleja al electorado de la política.
En Podemos, sin embargo, saben que fue ella quien negoció con Garzón y que le entregó por la vía de los hechos la organización de la candidatura. Garzón aprovechó la situación para afianzar una nueva alianza con Más País, y de ahí obligar a Podemos a sumarse a ella o ir por libre. Un movimiento arriesgado sobre el que los morados ignoran el grado de connivencia de la política gallega. Esa duda mantiene abiertos los canales de diálogo con ellos, aunque la paciencia en la cúpula morada va cada vez a menos.