Sánchez y Biden se olvidan de la limpieza de la zona de Palomares aún contaminada
Ambos presidentes evitaron abordar la descontaminación pendiente en la localidad almeriense pese al memorándum bilateral firmado en 2015
El terreno contaminado con plutonio y americio desde hace 56 años en la localidad almeriense de Palomares seguirá como tal sin que nadie lo limpie. Pedro Sánchez y Joe Biden tuvieron este martes la oportunidad de avanzar en las tareas de descontaminación de las 32,4 hectáreas donde aún quedan unos 50.000 metros cúbicos de restos radiactivos.
Sin embargo, el asunto de la limpieza de Palomares no apareció mencionado entre los 18 puntos de la declaración conjunta hispano-norteamericana. Tampoco se debatió en la reunión de una hora que tuvieron ambos mandatarios en la Moncloa, según admiten fuentes gubernamentales a THE OBJECTIVE.
España y Estados Unidos firmaron en octubre de 2015 un memorándum en el que el Gobierno español se comprometía a hacerse cargo de la citada limpieza y Washington a llevarse luego las tierras contaminadas. Pero nunca se llegó a materializar el compromiso de ambos países. Primero por la inestabilidad política con la que empezó la segunda legislatura de Mariano Rajoy tras una repetición electoral.
Y luego, por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca a principios de 2017. El líder republicano enterró el documento de buenas intenciones firmado por José Manuel García-Margallo y John Kerry para la limpieza del suelo contaminado de Palomares dentro de su cruzada contra las políticas de sus predecesores en EEUU en la lucha contra el cambio climático.
Exteriores no se olvida de Palomares
Desde entonces, la diplomacia española ha intentado lograr un acuerdo que fuese jurídicamente vinculante para Estados Unidos en el objetivo de rehabilitar por completo la zona contaminada. Margallo llegó a decir que la voluntad de ambos países era «hacerlo ya, cuanto antes, y que Palomares vuelva a la normalidad que tenía antes de 1966». Pero del dicho al hecho, hay mucho trecho.
El Ministerio de Asuntos Exteriores indicó recientemente en una respuesta parlamentaria que el Gobierno mantenía «la voluntad de lograr avanzar en la resolución de la cuestión de Palomares». Pero no ha habido ningún avance en los últimos siete años, pese a que el Gobierno confiaba que la Administración Biden volviese a retomar la senda iniciada bajo el mandato de Barack Obama.
El accidente de Palomares se produjo el 17 de enero de 1966 cuando cuatro bombas nucleares con 75 veces la capacidad atómica de las de Hiroshima cayeron sobre un pequeño pueblo de Almería. En plena Guerra Fría, dos aeronaves de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos colisionaron en vuelo mientras realizaban una maniobra de reabastecimiento de combustible sobre territorio español en un incidente que pudo ser catastrófico.
Pocas horas después de producirse el accidente y caer las cuatro bombas sobre el término municipal de Palomares, Washington activó todos los protocolos ante un posible accidente nuclear. Y en colaboración con la dictadura de Franco, puso en marcha un discreto dispositivo de búsqueda para localizar los artefactos.
El Ejército norteamericano, con la ayuda de la Guardia Civil y los vecinos, dio pronto con un primer proyectil intacto. Otros dos esparcieron su contenido radiactivo en las cercanías de Palomares, iniciándose una descontaminación cuyos resultados todavía no se conocen. La cuarta bomba estaba en las profundidades del mar, no muy lejos de la costa, y tardaría 80 días en aparecer, dando lugar al famoso chapuzón de Manuel Fraga, ministro de Información y turismo, con el embajador americano, Angier Biddle Duke, para tranquilizar a la opinión pública y las decenas de periodistas que ya se habían acercado a la zona.
Washington se llevó un total de 4.810 bidones llenos de tierra y residuos radiactivos a un coste muy alto. La mitad de los militares implicados en la limpieza superficial desarrollaron luego algún tipo de cáncer. Además, enterraron desechos en zanjas y un rastro de contaminación que aún perdura varias décadas después en cerca de 40 hectáreas. Un terreno que fue expropiado y vallado hace 15 años.
Un informe de 2010 del Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) establecía que existían alrededor de 50.000 metros cúbicos de tierras afectadas, según desveló El País. Sin embargo, la declaración de intenciones firmada en 2015 por EE UU y España reducía a 28.000 metros cúbicos la tierra a descontaminar.
Ecologistas en Acción demandó en 2017 al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) por desentenderse de este asunto, pero la Audiencia Nacional desestimó en en julio del año pasado el recurso contencioso-administrativo al concluir que no se puede obligar a este organismo estatal a clausurar las instalaciones y las áreas contaminadas de Palomares. La sentencia contó con dos votos discrepantes de los cinco magistrados que integraban la sala y fue recurrida ante el Tribunal Supremo.