Vox vuelve a la casilla de salida en Andalucía tras la renuncia de Macarena Olona
La marcha de la abogada alicantina y el nombramiento de Manuel Gavira como portavoz parlamentario restablecen el paisaje de la pasada legislatura
Vox vuelve a la casilla de salida en Andalucía. La renuncia de Macarena Olona y el nombramiento de Manuel Gavira como portavoz parlamentario han restablecido el paisaje que existía en la región antes del desembarco de la abogada alicantina. Su paso por Sevilla ha sido fugaz: apenas ha mantenido el acta de diputada dos semanas. Se va aludiendo a una enfermedad, aunque hay compañeros que señalan a la dirección nacional.
Dirigentes críticos cuentan a THE OBJECTIVE que primero la obligaron a ser candidata a la Junta, puesto al que también aspiraba Gavira, y que luego achacaron a su equipo los errores de la campaña. Entre ellos, una imagen demasiado folclórica, un escaso programa electoral o la preparación de los debates televisivos. Tras las elecciones le negaron volver a Madrid. «Ella no quería seguir para tener un papel intrascendente». También pesó el ostracismo al que ha sido condenado su núcleo duro, Jacobo González-Robatto y Álvaro Zancajo.
Reestructuración de Vox
Olona fue designada oficialmente candidata en Andalucía el 28 de abril, aunque su concurso era un secreto a voces. Su camino hacia las elecciones fue tortuoso. La ley electoral andaluza le obligaba a estar empadronada en un municipio de la región. Se inscribió cinco meses antes en Salobreña, en una vivienda del presidente provincial del partido en Granada, Manuel Martín Montero, que dejó el cargo hace dos semanas tras ser condenado a indemnizar con 72.000 euros a tres afiliados a los que no se les permitió concurrir a las primarias de la provincia.
Su salida significó un golpe para Olona, pero su entorno mantiene que el definitivo se lo dieron desde Madrid. La alicantina se había convertido en el azote del Gobierno en el Congreso. Creen que la denigraron a Andalucía con la promesa de ser vicepresidenta. La mayoría absoluta de Juanma Moreno impidió ese escenario. Vox, que creció dos escaños, hasta los 14, quedaba relegado a un papel secundario. Olona solicitó a la dirección nacional volver a la capital, pero la petición no fue atendida. Fue entonces cuando decidió dejar la política.
Sus compañeros barruntaban el movimiento, explican a este diario fuentes cercanas a la formación verde. Consideran que ese sería el motivo por el que el grupo parlamentario reculó en su decisión de colocar a Gavira en la vicepresidencia tercera de la Mesa, puesto que le cedió el PP aunque no le correspondía. Su lugar lo ocupó Mercedes Rodríguez Tamayo. «Gavira se quedó esperándolas venir», insiste un antiguo colaborador. La renuncia de Olona desencadenó una pugna por la portavocía.
Una parte del partido tiraba de la cuerda hacia el presidente provincial de Sevilla, Javier Cortés, muy bien visto por la dirección nacional. La otra, recelosa ante la posibilidad de perder la posición de la que gozaron en la pasada legislatura, arrimó el hombro a favor de Gavira. El parlamentario gaditano ha recuperado el cargo que ocupó a partir de mayo de 2021, tras el abandono de Francisco Serrano y el relevo de Alejandro Hernández. Gavira, que concentraba mucho poder, también aspiraba a ser candidato.
Las especulaciones fueron creciendo hasta que él mismo las cortó de raíz en un programa de televisión. Entonces todo apuntaba a que la elegida sería Olona. «Nosotros somos soldados y haremos lo que nos manden». Los últimos movimientos han vuelvo a dejar las fuerzas como estaban en la pasada legislatura. Vox vuelve a la casilla de salida en Andalucía, como en el célebre juego de la oca. En esta ocasión la formación verde cuenta con dos escaños más, aunque son intrascendentes.
El papel de Gavira es muy valorado porque en apenas 10 meses al frente de la portavocía logró convertirse en el azote de la izquierda y del PP. De hecho, fue el encargado de marcar distancias con los populares negándose a pactar los presupuestos regionales. Una negativa que acabó llevando a los andaluces a las urnas. Quienes trabajaron a su lado critican que controlaba con puño de hierro el grupo parlamentario. Todo comenzó, dicen, cuando se marchó la primera coordinadora, Begoña Conde, tía del líder nacional, Santiago Abascal.
El sanedrín
«Algunos diputados trataron de hacerse con los mandos y maniobraron para arrinconar al juez Serrano, que acabó dejando el acta», revela un antiguo colaborador. El equipo se dividió entonces en dos. Ellos mismos bautizaron las facciones como el grupo de los ocho y los malignos, conformado por Gavira y los parlamentarios Rodrigo Alonso, ahora secretario del grupo y portavoz adjunto, y Alejandro Hernández. «Unieron sus fuerzas para controlarlo todo y tener privilegios», relatan.
El diputado por Málaga Eugenio Moltó, que no repitió en los puestos de salida para el 19-J, les llamó el sanedrín. Cuentan que la situación se tornó insostenible. «Había diputados de primera y otros de segunda». Los que no formaban parte del núcleo duro de Gavira le padecieron porque demandó que todas las iniciativas pasaran por sus manos, saltándose incluso la secretaría jurídica del grupo. Sus detractores temen que ese escenario vuelva a repetirse en esta legislatura.