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Celaá gasta 250.000 euros en la embajada ante la Santa Sede ante una posible visita del Papa

El Gobierno acomete varias obras de mejora en el palacio de 400 años que ocupa la exministra de Educación en Roma

Celaá gasta 250.000 euros en la embajada ante la Santa Sede ante una posible visita del Papa

El papa Francisco junto a la embajadora española ante la Santa Sede, Isabel Celaá. | Foto: EFE

La embajadora española ante la Santa Sede, Isabel Celaá, ha disparado los gastos en obras de mejora de su residencia oficial en Roma coincidiendo con los festejos por los 400 años del imponente palacio Monaldeschi, la legación diplomática permanente más antigua del mundo, y ante la posible visita del papa Francisco el próximo 8 de diciembre durante la festividad de la Inmaculada.

El Gobierno ha desembolsado más de 250.000 euros en los últimos meses en este edificio desde que Celaá desembarcó en la Ciudad Eterna a principios de 2022. Primero se acometió en marzo la reforma de un ascensor dentro del palacio ubicado frente a la Plaza España por un montante de 111.186,77 euros (IVA incluido). La empresa adjudicataria fue la italiana Idl Elever, según la documentación que aparece en el Portal de Transparencia.

Celaá restaura seis alfombras antiguas

A finales de agosto se aprobó la restauración de seis alfombras antiguas por 44.364,53 euros (IVA incluido) y que tienen «un importante valor histórico y de representación institucional que, debido al uso continuado, requieren de varias intervenciones, con el fin de garantizar su buen estado de conservación», precisó el Ministerio de Asuntos Exteriores en los pliegos de la licitación.

El departamento que dirige José Manuel Albares indicó que buscaría «profesionales externos, que puedan acreditar experiencia en la realización de trabajos de similares características con estos bienes culturales» a la hora de restaurar las alfombras. Se trata de objetos de gran tamaño, de hasta 11 metros de largo por cinco de ancho. Seis se encuentran en la embajada ante la Santa Sede y las otras cinco en la residencia del embajador ante Italia, que acaba de cambiar de titular tras la marcha a Hungría del exministro Alfonso Dastis, tal y como adelantó THE OBJECTIVE.

Estos objetos presentaban distintos problemas: acumulación de polvo, que en muchos casos era visible en la superficie de los nudos; tejidos deshidratados; «ofuscación» de los colores originales por la suciedad; rotura de urdimbres y tramas, así como pérdida de nudos; abrasión de los nudos y del pelo de la alfombra; manchas negras o de óxido y decoloraciones, según publicó El Confidencial Digital. En algunas partes se apreciaban roturas de hasta 40 centímetros de largo. Por ello, se adjuntaron fotografías de las alfombras deterioradas para justificar los arreglos.

El último de los contratos apareció en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el pasado 20 de octubre. Consiste en la reforma de la instalación eléctrica de la embajada por 98.000 euros. Un contrato adjudicado también a la italiana Ecotecno Restauri en el que se van a acometer trabajos de cableado, instalación de accesorios eléctricos y conductos de baja tensión.

Los trabajos de mejora en la residencia oficial que ocupa Celaá contrastan con los gastos que tuvo su predecesora, la diplomática María del Carmen de la Peña. En noviembre de 2011, poco antes de ceder el testigo a la exministra, hubo «trabajos correctivos en las instalaciones de seguridad de la cancillería y la residencia» por valor de 3.142,9 euros, que se sumaron a otro contrato similar en mayo del año pasado para el «mantenimiento preventivo y correctivo» de las mismas en ambos sitios por 18.110,38 euros. Además, en julio de hace un año se procedió a la restauración de nueve reposteros por 9.970,4 euros, por lo que la suma de las tres adjudicaciones apenas superaron los 30.000 euros.

El nombramiento de Celaá como embajadora ante la Santa Sede fue recibido por parte de un buen número de diplomáticos de Exteriores como una falta de consideración hacia estos últimos. En primer lugar, por su condición de política ya que este gremio de la Función Pública lleva mal el intrusismo. Pero, sobre todo, por la edad de la exministra de Educación.

Los 72 años que tenía Celaá en el momento de su nombramiento son un umbral prohibido para los diplomáticos, cuya jubilación obligatoria como funcionarios es a los 70. Una situación que les lleva a ser cesados en la mayoría de los casos el mismo día de su aniversario, por lo que es una fecha muy sensible para este colectivo. En especial, por las décadas de trabajo al servicio del Estado que dejan atrás.

Los primeros meses de la exministra en Roma han contado con varias polémicas. En junio circularon por las estancias vaticanas y los despachos del cuerpo diplomático en la capital italiana todo tipo de comentarios maledicentes ante el espectáculo de música callejera y sábanas blancas con el que Celaá dio inicio a los festejos por los cuatro siglos del palacio Monaldeschi.

Ante la atenta mirada del enviado del papa Francisco, el cardenal Lorenzo Baldisseri, y del subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores, Luis Cuesta, el grupo musical romano Brama realizó una especie de danza pagana al ritmo de los acordes del ‘Bolero de Ravel’ con la que se quiso representar, en palabras de Celaá, la sensación de «fiesta y celebración a pesar del momento dramático que estamos viviendo». Una alusión, por tanto, a la guerra en Ucrania.

En realidad, la ceremonia musical dejó atónitos a los presentes, muchos de ellos turistas que se encontraban en la Plaza de España, uno de los sitios más bellos de Roma, y que se toparon en el exterior de la embajada de España ante la Santa Sede con un espectáculo sonoro y visual más propio de los rituales del solsticio de verano que cada año se celebran por estas fechas en el monumento megalítico de Stonehenge.

Una recreación que provocó bochorno entre algunos miembros de la legación española ante la solemnidad que se esperaba para este acto en una efeméride de estas características. El malestar llegó a oídos del departamento de Albares, donde esperan que no se repita en el futuro. Sobre todo, ante la posible visita del Papa al emblemático lugar el próximo 8 de diciembre, día de la Inmaculada en la que los pontífices acuden a la Plaza de España.

«¡Qué mal está la enseñanza de Historia en España! Veo los libros que hay y me sorprendo de lo que leo en ellos»

Isabel Celáa en mayo ante el Instituto de Historia Eclesiástica

Poco antes de este acto, Celaá se quejó a finales de mayo en el Instituto de Historia Eclesiástica de España en Roma por el estado de la enseñanza en nuestro país. «¡Qué mal está la enseñanza de Historia en España! Veo los libros que hay y me sorprendo de lo que leo en ellos». Las palabras de la exministra resonaron entre las paredes del singular edificio como una admonición, sin que ninguno de los distinguidos invitados moviese un músculo de la cara ante las sorprendentes palabras.

La embajadora de España ante la Santa Sede hizo esta confesión el pasado 31 de mayo, cuando no había pasado ni un año del acto en el que cedió la cartera ministerial a Pilar Alegría tras pasar tres años al frente del departamento de Educación. Los presentes tuvieron la sensación de que Celaá se lavaba las manos ante la controversia en la que se ha visto envuelta su sucesora sobre el contenido de los libros de texto.

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