CNI: ¿traicionar con la CIA es peor que hacerlo con los rusos?
El daño producido recientemente por agentes dobles «americanos» supera ampliamente al del «ruso» Roberto Flórez
La traición por parte de un jefe de área que robó información para la CIA de Estados Unidos, desvelada hace un par de semanas, ha resultado notoriamente más grave para el CNI que la destapada hace 15 años por otro agente que vendió datos al SVR —el espionaje exterior ruso—. La comparación de los dos casos ofrece un resultado curioso: las diferencias son muy importantes, aunque coincidan en el origen, la falta de lealtad, y en el desenlace, la cárcel.
Lo más llamativo es que hace 45 años, cuando se creó el Cesid, el antecesor del CNI, era delito que sus agentes colaboraran con los rusos pero no para los estadounidenses. Durante una parte de la Transición se produjo un fenómeno bochornoso, heredado del franquismo: agentes de la División de Contrainteligencia cobraban un sobresueldo cada mes entregado por el delegado de la CIA en España.
Roberto Flórez fue detenido en julio de 2007 tras encontrar pruebas el Servicio de Seguridad de La Casa de que había vendido información al SVR a cambio de 200.000 euros. Igual que el caso actual de los dos agentes pillados robando papeles para la CIA, el servicio les acusa de traicionarles a cambio de dinero. El tiempo dirá si hay más motivos, como las que se sumaban en el caso de Flórez. Este guardia civil abandonó el servicio hastiado del pasotismo que le habían mostrado sus jefes en los últimos años, cuando consideraba que se merecía un mayor aprecio.
Razones tenía: había hecho una infiltración muy complicada y exitosa en el Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz, dirigido con entusiasmo por el que se convirtió en su gran amigo, Juan Gutiérrez. Luego volvió a convertirse en topo en Perú, nada más y nada menos que en el grupo de asesores próximo al líder opositor Alejandro Toledo. Fue descubierto, le sacaron del país y acabó en trabajos burocráticos en la sede central.
El dinero no es el único motivo
Analizando otros muchos casos, puedo asegurar que una traición como la de los dos agentes que se pasaron a la CIA siempre tiene más motivos que el simple dinero.
El jefe de área presentaba mucho más peligro porque la delegación de la CIA había conseguido meter en el seno del CNI a un agente doble, alguien cuyo trabajo no era conseguir una información más o menos puntual, sino levantar un chiringuito para ir sacando la información sensible de La Casa, trabajo que debería durar el mayor tiempo posible. Con un agravante, había un segundo agente que aumentaría la posibilidad de robar información, pero también prolongar en el tiempo la célula al servicio de Estados Unidos.
Flórez, por el contrario, robó la información un año antes de abandonar el CNI en 2004, se la llevó a casa, se puso en contacto con el delegado del SVR y luego les sacó un dinero. Su trabajo acabó ahí, no podría haberles vendido más información caliente pues no tenía acceso a ella.
«Es que nosotros somos así»
Otra diferencia es que los rusos negaron mantener cualquier relación con Flórez a pesar de las pruebas encontradas en el ordenador personal del agente español, mientras que los estadounidenses lo reconocieron. Su embajadora se inventó el pretexto de que era un plan urdido por la administración Trump, como si Biden fuera ajeno al comportamiento agresivo actual de la CIA.
Las causas judiciales pueden llevar caminos similares. Flórez fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a 12 años de cárcel por traición y el Tribunal Supremo la rebajó a 9 años. El motivo fue que robó secretos que afectaban a la seguridad nacional —como en el caso de la CIA— pero «no llegaron a difundirse», es decir, el fiscal no presentó pruebas de que esos documentos llegaran a poder del SVR. Me temo que puede pasar algo similar ahora, bien porque carezcan de esas pruebas o porque haya habido un acuerdo secreto con los interfectos. ¿Cuál? Si nos decís todo lo que habéis filtrado, os rebajamos la condena.
Finalmente, para el CNI es mucho mayor el daño psicológico producido por el engaño del que es el principal aliado internacional, que el del gran enemigo. Como en el cuento del alacrán y la rana, seguro que los de la CIA les han dicho: «Es que nosotros somos así».