El jefe de los guardias muertos en Barbate: «Me quedé en tierra, no era necesaria mi presencia»
Agentes consultados por este periódico recalcan que se cometieron un cúmulo de errores desde la ‘cadena de mando’
No habrá una investigación que aclare los errores cometidos por la cadena de mando en el operativo que acabó con la vida de dos guardias civiles en Barbate (Cádiz), el pasado 9 de febrero. Así lo subrayan fuentes consultadas por THE OBJECTIVE. Y es que, uno de los principales responsables, el capitán jefe del Servicio Marítimo Provincial de Cádiz, que tomó la decisión última de enviar a los seis agentes en una zódiac –de un sólo motor– para enfrentarse a una narcolancha –de 12 metros de eslora y cuatro motores–, se ha exculpado. En su declaración, a la que ha tenido acceso en exclusiva este periódico, este responsable del Instituto Armado ha señalado que él no acompañó a su equipo porque «no era necesaria su presencia». Sin embargo, compañeros de las víctimas asesinadas aseguran que «les mandaron a una muerte segura».
Un día después del macabro suceso, el 10 de febrero a las 11.00 am, el capitán jefe del Servicio Marítimo Provincial de Cádiz, con TIP número T23825Q, explicó en un atestado –incorporado a la causa– los hechos acaecidos durante la medianoche del día anterior. «Con motivo de la presencia de varias embarcaciones de alta velocidad en el puerto de la localidad de Barbate, en la tarde del día 9 de febrero del presente, se estableció un dispositivo en el que participaban miembros del GEAS de la Comandancia de Algeciras, del Grupo de Acción Rápida (GAR), participando yo en el operativo ante la necesidad de un patrón del Servicio Marítimo Provincial», manifiesta.
Y prosigue: «A las 20.20 horas, tras conseguir botar la embarcación oficial perteneciente al GEAS a través de un pantalán flotante –muelle artificial– del citado puerto, se subieron a bordo seis guardias civiles: cuatro componentes del GEAS y dos del GAR. Permaneciendo yo en tierra a instancia de los GEAS, debido a que no había espacio para más personas en la embarcación y no era necesaria mi actuación. Poniendo la embarcación rumbo a las proximidades de la bocana del puerto».
«Desde el lugar donde me encontraba, debido a la distancia y oscuridad, no pude observar lo que ocurría una vez que la embarcación del cuerpo alcanzaba el lugar donde se encontraban. Pero pocos minutos más tarde, observé cómo regresaban al lugar de su botadura pidiendo, uno de los miembros de la tripulación, urgentemente a gritos la presencia de una ambulancia», añade el capitán.
Cúmulos de errores
Agentes consultados por este periódico recalcan que se cometieron un cúmulo de errores desde la cadena de mando, aunque sopesan que, lamentablemente, no asumirán responsabilidades. «No debieron habernos mandado a la guerra sin armas», manifiestan. Y es que, tal y como desveló THE OBJECTIVE, el litoral de Cádiz llevaba al menos 24 horas con el Servicio Marítimo de la Guardia Civil en cuadro cuando se produjo la embestida de la narcolancha contra una zódiac del Instituto Armado en el puerto de Barbate que segó la vida de los agentes Miguel Ángel González Gómez y David Pérez Carracedo.
Según revela un chat interno de las fuerzas de seguridad de la zona, el jueves 8 de febrero, es decir, un día antes del suceso mortal, las seis embarcaciones de esta unidad de vigilancia estaban averiadas. Distintos agentes advirtieron en este grupo que el Servicio Marítimo estaba inoperativo en la provincia gaditana a raíz de la desaparición de Salvador Mariscal Benavides, un vecino de San Fernando (Cádiz). El hombre, de 74 años, había salido a pescar en la mañana del jueves y desde entonces no se había vuelto a saber nada de él. Pero, ninguna patrullera, sin embargo, podía salir en su busca porque todas estaban estropeadas, explicaba un guardia civil destinado en la zona.
Este escenario fue el que precipitó todo lo que ocurrió pocas horas después en el puerto de Barbate. Seis embarcaciones, que llevaban todo el día merodeando por la zona, se refugiaron en el recinto portuario del municipio por el temporal, la tormenta ‘Karlotta’ azotaba fuertemente toda la costa. Ante esto, el alcalde del municipio dio aviso a la Subdelegación del Gobierno en Cádiz y esta última a la Guardia Civil, que a través de su oficina operativa comenzó a diseñar una solución. ¿El problema? No había ninguna patrullera disponible para identificar a los tripulantes de las narcolanchas. Ni ninguna de otra demarcación podía llegar por el temporal. Sin embargo, el coronel y el capitán al mando ordenaron, sin medios, la salida de los agentes. Y ellos, por supuesto, no le acompañaron porque «no era necesario», según han manifestado en la documentación que obra en la causa judicial.