Las fugas de presos más comunes en España: aprovechar una cita médica o ir al dentista
La AUGC denuncia que este tipo de fugas proliferan por la falta de medios y de guardias civiles en custodias y traslados
Ocurrió hace escasos dos meses. Brian Hidalgo, que cumplía pena por una agresión sexual en la prisión de Asturias, fue trasladado tras obtener un permiso penitenciario a una clínica dental de una localidad cercana para hacerse una revisión. Tras terminarla, el interno caminaba esposado y franqueado por dos guardias civiles, pero, de pronto, se zafó de ellos y comenzó a correr. Todo estaba preparado, 25 metros después, a la vuelta de la esquina, el preso, con los grilletes puestos, saltó al interior del maletero de un coche que le esperaba. Lo conducía su hermano. Segundos después, abandonaron el lugar a toda velocidad.
El interno huyó de Asturias y se desplazó en el mismo vehículo hasta Cataluña sin ser advertido. Tres semanas después, no obstante, la Guardia Civil lo detuvo mientras comía tranquilamente en un restaurante de un centro comercial de Barcelona, junto a su pariente y otro cómplice. La ayuda de la familia y las pesquisas del instituto armado llevo a los agentes hasta él. Un plan de fuga casi perfecto que, por otro lado, según las estadísticas del Ministerio del Interior, es el que más triunfa entre la población reclusa cuando algún reo decide emprender una huida del centro penitenciario.
Según estos datos, facilitados por Instituciones Penitenciarias y recogidos por la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), la mayoría de evasiones de reclusos durante los últimos años se ha producido cuando el instituto armado les ha trasladado de las cárceles a hospitales, al dentista o a otros centros médicos privados, o a los juzgados. Un tipo de fuga que ha aumentado, señala esta organización profesional, «considerablemente», de acuerdo con las cifras oficiales. Aunque cabe destacar que son muy pocos los casos en que prosperan. En 2023, por ejemplo, lo lograron tres presos. No obstante, sí es cierto que cada vez son más quienes lo intentan.
«Personal insuficiente»
El número de intentos de evasión en los centros penitenciarios es similar al de tentativas en el exterior, pero mientras que en el primer caso casi nunca lo consiguen por la seguridad de la prisión, sí que hacen más cuando se les mueve a otras ubicaciones, ya sea tras haber logrado una autorización para ir a un centro hospitalario o para ir a declarar al juzgado. Todo, denuncian desde la AUGC, porque los «medios y el personal de la Guardia Civil son insuficientes, las instalaciones deficientes y los protocolos inadecuados».
En cuanto a los intentos de evasión registrados (444) entre 2010 y 2023, el 41,8% se produjeron en las prisiones y el 58,2% tuvieron lugar fuera de los mismos, sobre todo en hospitales y clínicas médicas, donde se registraron hasta el 31% de las tentativas totales, mientras que un 15% se llevaron a cabo en sedes judiciales y el 12% durante los traslados.
Distintas son las cifras de evasiones consumadas (326). Mientras solo fueron efectivas el 16,2% de las que se produjeron en el interior de la prisión, fuera de las instalaciones la cifra alcanza el 83,3%, principalmente en hospitales (46%), durante los traslados (21,6%) y en los juzgados (16,2%). El resto se produjeron en régimen de tercer grado, es decir, en semilibertad. Es decir, cuando el preso solo tiene que regresar a dormir al centro penitenciario o tiene un permiso de libertad durante un periodo de tiempo determinado.
Les rociaron con gas pimienta
Una tendencia que, según denuncia esta asociación profesional, parece no mejorar. En los seis primeros meses de 2024 se han registrado ya varios casos como el del preso en la cárcel de Asturias o el de otro interno, el pasado junio, en el hospital de Santander mientras le realizaban una radiografía. Los agentes de la Guardia Civil que le custodiaban fueron rociados con gas pimienta por sus familiares, quienes cogieron al condenado y huyeron del lugar en un coche. También el de otro recluso, que aprovechó para huir mientras era atendido en el hospital de Salamanca.
En 2023, no obstante, también se hubo casos sonados. Por ejemplo, el caso de dos hombres que colaboraron en el intento de fuga de un preso de la cárcel de Ibiza. Encapuchados, abordaron el furgón del instituto armado cuando trasladaban al recluso a una revisión al dentista, aunque finalmente los agentes pudieron atraparlo. No pudieron hacer esto último, sin embargo, con otro preso en el hospital Doce de Octubre, en Madrid. En esa ocasión, el reo consiguió fugarse después de sus cómplices rociaran con extintores a los guardias civiles para facilitar la huida.
Garajes restringidos para evitar fugas
Estas situaciones y muchas otras en años anteriores, denuncian desde la AUGC, «corroboran la necesidad de acometer urgentemente medidas que evitarían la gran mayoría de las fugas que se producen en los centros hospitalarios, en las sedes judiciales y durante los traslados». Entre ellas, la habilitación de garajes con acceso directo y restringido para poder extraer con seguridad a los presos de los vehículos policiales, con el fin de evitar los riesgos de fugas y agresiones que se producen cuando esos cometidos se llevan a cabo en plena calle, que es lo que normalmente ocurre.
También habilitar en los centros médicos dependencias de custodia adecuadas y separadas del resto de pacientes y usuarios. No solo, explican, por seguridad, sino también para respetar el derecho a la privacidad y dignidad de las personas internas en los centros penitenciarios garantizado en la normativa reguladora. Y, entre tanto, que Prisiones organice todas las salidas externas de modo que el entorno del preso no tenga ningún tipo de información sobre ella, es decir, bajo un sistema más discreto.