The Objective
El buzón secreto

Sánchez debe explicar la traición al pueblo saharaui

Y, de paso, aclarar que las cesiones a Marruecos no tienen que ver con el contenido de su móvil ‘hackeado’ por Pegasus

Sánchez debe explicar la traición al pueblo saharaui

El presidente del Gobierno Pedro Sánchez saluda al rey de Marruecos, Mohamed VI. | Moncloa (Europa Press)

Políticos, activistas y periodistas españoles están siendo expulsados del Sáhara por la policía marroquí desde que ha comenzado el año 2025. A finales de enero, diputados del Parlamento vasco viajaron al Sáhara ocupado por Marruecos con la intención de conocer la problemática de sus ciudadanos. Intentaron entrar en El Aaiún, pero ni siquiera les permitieron bajar del avión, sin ofrecerles la mínima explicación. Los diputados explicaron que Marruecos no quiere que haya testimonios de cómo vive la población saharaui en territorio ocupado y de cómo se vulneran sus derechos humanos

Francisco Carrión, periodista de El Independiente, viajó hace unos días a la zona y también fue expulsado de la ciudad saharaui de Dajla –antigua Villa Cisneros– para evitar que conociera de primera mano las constantes denuncias por las violaciones de derechos humanos en la región. Son las dos últimas denuncias, pero antes hubo decenas.

A Marruecos no le importan estos altercados porque el Gobierno español no es muy activo en la defensa de los españoles que viajan hasta allí. Ellos siguen su colonización para conseguir que el territorio saharaui pierda su independencia y se integre en su administración.

La diputada de origen saharaui Tesh Sidi ha denunciado estos días a la compañía aérea Ryanair por ponerse del lado de Mohamed VI al crear una línea de vuelo hasta Dajla para promover el turismo y tratar de «blanquear la ocupación».

Una decisión sin consenso

El pueblo saharaui siempre ha despertado una gran simpatía entre una gran parte de la población española. Es una relación histórica, mantenida desde la época de Franco por todos los gobernantes de la democracia. Hasta que Pedro Sánchez les traicionó sin explicación y sin conseguir antes un mínimo consenso en la sociedad española en un tema que siempre había sido de Estado. 

De la noche a la mañana, nos enteramos a través de una noticia filtrada por el palacio real de Rabat de que el presidente español había escrito una carta a Mohamed VI reconociendo que la antigua colonia debía ser una región autónoma dentro de la monarquía marroquí, exactamente lo que exigía el rey alauita. Esa sorprendente traición tuvo que ser justificada a posteriori por el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, pillado a contrapié por los marroquíes, que habían dejado en evidencia a la diplomacia española.

La inexplicable explicación hablaba de mejorar unas relaciones que  llevaban largo tiempo siendo complicadas. El origen había estado en que el líder del Frente Polisario, Brahim Gali, había sido admitido por razones humanitarias en España debido a una grave enfermedad. Descubierta su presencia por el espionaje marroquí, utilizaron a sus palmeros para describirle como un terrorista y exigir de inmediato su salida de España. Un país como Marruecos, acusado reiteradamente de no respetar los derechos humanos y de usar la violencia contra el pueblo saharaui, intentó darnos lecciones de democracia.

España sucumbe ante el chantaje

Las palabras de un representante del Frente Polisario fueron nítidas: «España sucumbe ante el chantaje y la política del miedo utilizada por Marruecos. Es una posición que no se corresponde con la responsabilidad política y jurídica de España». A Sánchez le entró por un oído y le salió por el otro.

Durante su primer mandato como presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya había reconocido que el territorio del Sahara era de Marruecos y podía convertirlo libremente en una nueva provincia. Ni una mirada a la historia, ni un pensamiento para el pueblo saharaui. Eso sí, exigió un pago inmediato por su apoyo: Marruecos reconocería públicamente a Israel. A Mohamed y a su gobierno les dio lo mismo que la inmensa mayoría de su pueblo estuviera con los palestinos y no pudieran ni ver a los israelíes. Un trueque es un trueque.

Sánchez se sumó al abandono del pueblo saharaui. Incluso cuando se supo que le habían metido el virus Pegasus en el teléfono móvil y que el CNI creía que habían sido los espías marroquíes, guardó silencio sobre la interpretación que se pudo hacer de su decisión: le habían robado información comprometedora. No hay pruebas de ello, ni de lo contrario. Pero ante una rendición tan grave a Marruecos, creo que nos debe a todos los españoles una explicación.

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